lunes, enero 16, 2012

Literatura / México: Recuerdan a Daniel Sada

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Aspecto del homenaje. (Foto: Claudia Guadarrama)

C iudad Juárez, Chihuahua. 16 de enero de 2012. (RanchoNEWS).- Daniel Sada (1953-2011) le apostó todo a la literatura. Nació en Mexicali, Baja California, pero desde muy niño llegó a Sacramento, Coahuila, donde creció y leyó al lado de su maestra Panchita, que lo dejó entrar a las historias de los libros. Traía en la sangre su vocación de escritor, a decir de Federico Campbell, por lo que solía dedicar cinco horas de su vida, todos los días, a «inventar sus sueños», escribe Jesús Alejo para Milenio.

Vida y obra de un hombre que ayer fue recordado en el Palacio de Bellas Artes, a casi dos meses de su fallecimiento (18 de noviembre), en presencia de familiares y amigos –entre ellos su viuda, Adriana Jiménez.

«No leía periódicos ni revistas, creía que la concentración en la escritura era lo más parecido a la felicidad. No cubría el perfil típico de nuestro tiempo mexicano, no seguía ningún modelo de carrera literaria, nunca le pareció muy elegante la autopromoción y el hacer carrera, ni se afanaba mucho por ser un novelista mediático, demasiado vehemente en los medios audiovisuales o demasiado vociferante en los periódicos», a decir de Campbell.

Con esa concentración y libertad, Daniel Sada escribió novelas como Albedrío, Una de dos, Porque parece mentira la verdad nunca se sabe, Luces artificiales o Ritmo delta, «dos o tres de ellos libros definitivos en el cambio de siglo», en palabras de Christopher Domínguez Michael.

De acuerdo con el crítico, la prosa que está en sus novelas es, por sí misma, una de las expresiones poéticas más formidables de nuestra literatura: es una obra de antiguo y de moderno. «La idea del norte de México era muy limitada, en extremo imprecisa y bastante pobre en la literatura, y Daniel inventó una parte de nuestra sensibilidad que no se va a ir nunca: hay todo un país, que es el de Daniel Sada: es y no es el norte de México; es y no es Sacramento, Coahuila; es y no es Mexicali… porque es una realidad aparte: fundó y trajo las llaves, para abrir y para cerrar, un reino imaginario».

Para el narrador Federico Campbell, a Daniel Sada le importaba el lenguaje vivo, las palabras de la calle, porque sabía que en el habla de la gente, transfigurada por la literatura, residía el alma de los pueblos. «No por nada el título de su novela mayor, Porque parece mentira la verdad nunca se sabe, lo oyó de casualidad de una señora en la estación de autobuses de Culiacán. En su sintaxis personal, en su concepción de la novela, en su arte poética-narrativa, a Daniel Sada no le importaba mucho lo que estuviera sucediendo en la trama, no era muy fijado en la construcción anecdótica, ni en los personajes ni en las situaciones: su interés se concentraba en la capacidad del autor para proyectar un mundo o un paisaje interior», de acuerdo con el columnista de Milenio Semanal.

En el acto, el escritor Yuri Herrera, uno de los tantos discípulos del homenajeado, aseguró que Daniel Sada es uno de los pocos escritores que ha resuelto la tensión entre la lengua hablada y la escrita, «justamente porque no jerarquiza entre ellas. Su oído privilegiado le permite escuchar todo tipo de registros: escucha la conversación de la calle, la de la cantina, pero también la conversación libresca: Sada conversa con Cervantes y con Quevedo y nos convoca a sus páginas sin necesidad de pedir permiso. Fue un hombre que apostó todo a la literatura».

En el acto, Iván Trejo, director de la revista Posdata, llamó a recuperar al Daniel Sada poeta –autor de libros como Los lugares o Aquí–, «una poesía poco leída hasta ahora, que deja en libertad a la retórica con altos vuelos y entreteje distintas voces para hacer del poema, una proeza».

En el homenaje póstumo se leyeron algunos fragmentos de la obra de Daniel Sada, a cargo de Marcela Sánchez Mota.

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