viernes, marzo 16, 2012

Cine / Entrevista a Les Blank

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El músico texano. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua, 15 de marzo 2012. (RanchoNEWS).- Junto a un letrero en el que se lee «Certeville. Población: 836», Sam Lightnin’ Hopkins (1912-1982) cuenta: «Era demasiado rudo. Centerville, Texas es mi hogar. Es sólo un pequeñito pueblo de un caballo. Nacido y criado aquí. No me quedé mucho tiempo. Me fui cuando tenía 8 años, regresé cuando tenía doce, me fui otra vez». Una nota de Xavier Quirarte para Milenio:

Con voz profunda, el guitarrista y cantante de blues habla a la cámara de Les Blank. «No fui a la escuela, me eduqué platicando y viendo lo que hacía éste, lo que hacía el otro. Ibas al campo, ahí estaba tu escuela, con el azadón y el arado de mulas. Bueno, dije que no iba a hacerlo, no lo hice. Yo era demasiado rudo. Cortar algodón, arar la mula durante seis horas al día, eso no era para mí».


Lo suyo fue el blues, género que revitalizó hasta convertirse en uno de los maestros del estilo de Texas. Sus declaraciones y sus canciones aparecen en las cintas The Sun’s Gonna Shine y The Blues According to Lightnin’ Hopkins, que Blank rodó en 1969. Al cineasta le debemos uno de los documentos sobre blues más emotivos de la historia, realizado con el músico cuyo centenario de nacimiento se conmemora hoy.

Con una rica colección de cintas que dan cuenta del crisol de músicas de Estados Unidos, el también director de Chulas fronteras descubrió el blues cuando estudiaba cine y en Los Ángeles frecuentaba clubes como The Ash Grove. «Ahí escuché por primera vez a Lightnin’ Hopkins».

¿Por qué una cinta sobre él?

Quería hacer una película que expresara mis sentimientos y como me gustaba mucho la música, me resultaba interesante estar con alguien que tuviera historias muy vívidas en su canto. En su canto escuché algo de verdad, algo que provenía de un ser individual.¿Cómo se acercó a Hopkins?

Le dije que me interesaba hacer una película sobre él. Para animarlo le dije que había hecho una película sobre el trompetista Dizzy Gillespie. Tenía una copia de 16 mm y un proyector, así que le pasé la película. Mi socio le pidió dinero prestado a su padre para empezar su carrera como cineasta. Le dijimos a Lightnin’ que teníamos algo de dinero y quedamos en que la pagaríamos algo. Fuimos a Texas para filmar.

Planeábamos un rodaje de seis semanas, pero se cansó de nosotros un día y detuvo la filmación. Quería que le diéramos el resto de su dinero y que nos fuéramos porque sentía que como habíamos grabado diez canciones era todo lo que se necesitaba para hacer un disco LP.

¿Luego qué pasó?


A él le gustaba jugar y a mí también. Fui a jugar y perdí mi dinero, lo que a él se le hizo muy divertido. Regresé al día siguiente y volví a perder, y le dio mucha risa. Yo veía todo mi proyecto cinematográfico completamente destruido. Eso le divirtió mucho y me dijo que regresara, que trajera otra vez la cámara y pasamos seis semanas con él.

¿Qué le gusta de su estilo?

Era un ser vivo creativo, hacía cada canción de manera diferente y de manera muy expresiva llega al fondo de los seres humanos. Hopkins es único, sólo hay uno como él: tiene mucho qué decir y lo dice bien.

¿Qué piensa de esta cinta?


Es una de las pocas cintas que puedo ver una y otra vez sin aburrirme. Todavía me sorprende lo bien que se sostiene hasta la fecha. Es muy conmovedora. Para mí es como una pieza musical.


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