lunes, abril 30, 2012

Caricatura / España: La novela gráfica «Pasolini» de Davide Toffolo

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Una viñeta de Pasolini, la novela gráfica de Davide Toffolo. (Foto: Davide Toffolo)

Ciudad Juárez, Chihuahua, 30 de abril 2012. (RanchoNEWS).- A un obituario escrito antes del desenlace fatídico, por si acaso, en Italia se le llama cocodrilo. Esos reptiles pueblan las redacciones de los diarios, donde la prisa a veces obliga a esta cruel práctica. Pier Paolo Pasolini, que a lo largo de un currículo que abarca todo también fue periodista, se escribió su propio cocodrilo. De hecho, lo tituló tal cual. Decía, entre otras cosas, que «en los salones no se puede hacer el amor, ni tampoco en las camas. Hace falta un césped de la periferia, un trozo de desierto». Una nota de Tommaso Koch para El País:

En un trozo de playa, el 2 de noviembre de 1975, Pasolini quiso hacer el amor con un joven. Pero acabó asesinado por él, al menos según la versión oficial. Y su muerte, tanto como sus palabras, su obra y sus pensamientos protagonizan una suerte de biografía en forma de novela gráfica que el italiano Davide Toffolo ha titulado Pasolini y que 451 ediciones publica en España.

De Bolonia a Nápoles, de Roma hasta Madrid, el Toffolo personaje se arrastra, a lo largo de 150 páginas en blanco y negro, a la caza de la herencia de Pier Paolo Pasolini. Aunque, cual espejo deformante, el tebeo refleja al mítico escritor a través de su ficticio alterego, un misterioso señor que se parece a Pasolini, que habla como él y que es el Cicerone que pisa, junto con Toffolo, las huellas del autor fallecido.

«Es el viaje en busca de un mitómano que finge ser Pasolini, para redescubrir a Pasolini», asegura el dibujante italiano por teléfono. Un viaje que Toffolo, al igual que su personaje, realmente hizo, durante dos meses. Más tiempo, hasta un año y medio, le costó terminar una novela para la que tuvo que sumergirse en el complejo universo del autor. Un mundo tan contradictorio que, como dice el propio Pasolini en el libro, la figura que mejor lo representa es «el oxímoron».

De ese buceo entre opuestos Toffolo volvió cargado de decenas de citas y flashes de la vida del autor que esparció por la novela gráfica. «Pasolini fue un escritor que usó la capacidad de escribir para comprender el mundo que le rodeaba», intenta definir el dibujante a un hombre que fue también cineasta, poeta, pensador y guionista. «Era un intelectual serio, que asumía responsabilidades. Su método siempre era crítico: creía que el artista tenía que ser independiente del poder, mantenerse lejos de él. Toda su vida fue un combate», sostiene Toffolo.

Pero para pelear hace falta un contrincante y, a fuerza de luchar, Pasolini cosechó muchos. Tanto que sus sombras llegan hasta la muerte del escritor. Pino Pelosi, el joven que estuvo con él ese 2 de noviembre, ya fue condenado por el homicidio. De hecho, lo confesó. Pero en 2005 cambió de repente su versión. Y en un país que encuentra a los corruptos pero no a los corruptores, donde las bombas explotan sin que nadie las active y en el que a las preguntas incómodas muchas veces contesta el silencio, toda hipótesis cobra credibilidad. En su nuevo testimonio Pelosi habló de una emboscada. Otros aludieron a los servicios secretos y a un motivo muy italiano: Pasolini sabía demasiado.

Sea como sea, el escritor fue hallado muerto y masacrado, tumbado en la arena cerca de Roma. Y así lo retrata Toffolo en Pasolini. El dibujante publicó el cómic en Italia por primera vez en 2002, hijo de un parto repentino, en medio de una furgoneta: «La mayoría de mi vida me la he pasado de gira. Hablaba con el bajista de mi grupo, que estaba haciendo un trabajo para la universidad sobre Pasolini, y me contó que decía cosas parecidas a las que yo soltaba en el coche».

Y a las que suelta, junto con los otros dos miembros de Tre allegri ragazzi morti (Tres alegres chicos muertos) en los escenarios. Desde hace 20 años este trío de rockeros provocativos, liderados por Toffolo, tocan escondidos tras unas máscaras cadavéricas. «Para hacer rock en Italia tienes que ser estúpido o estar muerto. Preferimos la segunda», explica Toffolo. Así van, de fallecidos antes de tiempo. Vamos, unos cocodrilos.

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