sábado, abril 28, 2012

Fotografía / Entrevista a Federico Gama

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Una de las fotos del libro Historias en la piel. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 14 de abril de 2012. (RanchoNEWS).- «Las partes del cuerpo han sido uno de los medios de comunicación más importantes de la historia. Los seres humanos eternizan sus mensajes en un ritual donde el dolor y el placer se relacionan. Federico Gama se apropia de las figuras y termina de contar las fábulas que palpitan en esas pieles sin edad», escribe Élmer Mendoza en el texto que acompaña a las imágenes de Federico Gama, reunidas en el libro Historias en la piel, escribe Abida Ventura para El Universal de la Ciudad de México:

La publicación compila alrededor de 70 fotos en blanco y negro, tomadas de varias series que el artista ha creado a lo largo de 20 años de carrera. Historias en la piel ofrece una mirada a la labor del fotógrafo que desde 1993 ha trabajado a partir de tres ejes temáticos: identidad, vestimenta como una forma de expresión y las migraciones culturales.
 
En entrevista, Federico Gama (Ciudad de México, 1963) habla de este libro, editado por Artes de México, dentro de la colección Luz portátil, y que se presenta el próximo 23 de abril, a las 17: 00 horas, en el Centro Cultural Universitario de la UNAM, en el marco de la Feria del Libro y la Rosa.

¿Qué incluye Historias en la piel?


Son historias que yo he venido contando durante casi 20 años. Desde mi primera serie, Islas Marías, hasta el último proyecto, 12D. Son diferentes series pero están relacionadas unas con otras. Esto tiene un sentido y una historia que inicia en las Islas Marías.

Después, cuando hice una serie sobre tatuados y tatuadores en Tepito, vi que se relacionaba con la cárcel. Entendí cuando estaba haciendo este trabajo en Tepito que cada persona tenía una historia por la cual se estaba tatuando y ahí se concretó Historias en la piel. Hay una fotografía de un chico que está vestido como cholo, a partir esta foto me doy cuenta de que hay cholos en Nezahualcóyotl, y después le doy continuidad a esta idea que se tiene de la Virgen de Guadalupe, del tatuaje y de la vestimenta.

Cuando estoy en Neza me doy cuenta de que todos ellos son devotos de la Virgen de Guadalupe, cada 12 de diciembre van y le rinden tributo. Llego a la Basílica de Guadalupe y me doy cuenta que ahí confluyen diversos personajes que he retratado en mi proyecto Mazahuacholoskatopunk y esto da pie a mi último proyecto, 12D.

Además, cuando los ves, parecen ser una misma historia. Por ejemplo, hay dos fotografías de un mismo personaje que en una mano tiene una D y en la otra una F. Entre ambas fotos hay 10 años de diferencia y han pasado muchas cosas, el personaje ha modificado algunas cosas de los tatuajes y su vestimenta. Con estos pocos elementos nos damos cuenta qué pasó de ciudad Neza a la Condesa. Eso habla de cómo la cultura se va moviendo, refleja cómo la identidad va cambiando.


¿Cómo ha sido tu acercamiento con estos grupos que has retratado?


Debo tener un acercamiento muy estrecho con esta gente porque no puedes conocer de manera superficial los elementos identitarios, su vida cotidiana, las cosas a las cuales ellos le dan valor. Eso no lo puedes hacer de la noche a la mañana, es algo que lleva tiempo, debe haber un acercamiento bibliográfico, documental y de experiencias.

Muchas de estas imágenes tienen que ver con algo autobiográfico. Me pude acercar a estos mundos porque ya los manejaba, ya sabía cuál era el lenguaje de los barrios, a qué cosas le dan valor. Eso fue porque mis primeros 18 años los viví en el barrio de Tacubaya, por lo que entiendo las formas de hablar y todas estas relaciones.

Con mi proyecto Mazahuacholoskatopunk me di cuenta que cuando tenía 10 años conocía a personas que habían estado en Islas Marías, muchos de ellos tatuados, conocía a gente que transitaba entre el México rural, otros que se iban a EU, mi padre fue bracero. Tenía una idea muy vaga de todo eso, pero sí una experiencia sobre lo que era la vida chicana, los cholos.

Al retratar a personajes que se tienden a catalogar como violentos o criminales, tu trabajo podría leerse como una exaltación hacia estos grupos. ¿Qué opinas sobre esto?

No. Yo tengo una postura crítica, lo que vemos en el libro es un trabajo documental. Son gente real, en donde ellos viven, trabajan, desarrollan su vida cotidiana, pero es una interpretación que hago de estos personajes. En varios de ellos soy muy crítico. No estoy de acuerdo con la violencia y con todo lo que puedan generar estos grupos, sin embargo los veo con mucho respeto. Muchas de las imágenes están hechas en común acuerdo, ellos me dicen cómo quieren aparecer ante la cámara y yo lo respeto.

Como documentalista lo que busco es tener una forma muy fiel de retratar el caso.

Hay una estética, hay una búsqueda sobre estos personajes, pero no es una apología del crimen ni de la violencia, es más bien una idea que trata de encontrar claves sobre lo que ellos son y cómo ellos se ven reflejados a sí mismos.

¿Qué destacarías de tu experiencia de trabajar y convivir con estos grupos a lo largo de dos décadas?


Ahí está gran parte de mi vida profesional como fotógrafo. He aprendido muchas cosas; estos jóvenes tienen muchos valores, como la solidaridad, la idea de apoyarse y que no existe entre otras clases sociales. También valores religiosos, la añoranza de lo mexicano hacia la Virgen de Guadalupe.

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