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Detalle del Ángel de la Anunciación de Da Vinci. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 23 de marzo de 2012. (RanchoNEWS).- A pesar de ser una novela tan breve –escrita con la brevedad de los documentos actuales– es una extraordinaria novela sobre la condición humana y su eterna búsqueda del objetivo y la razón de la vida misma. La novela se desarrolla en la mayoría de sus capítulos en los antros, los picaderos y algunos otros ruinosos lugares de Cd. Juárez. Lugares donde se han aposentado el vicio, la degradación y la más profunda miseria y con ellos la pérdida total de la esperanza y la fe en la propia humanidad y en la de los demás.
La novela consta de 30 capítulos, divididos en aquellos que constituyen la rescritura de algunos capítulos bíblicos, principalmente extraídos del Viejo Testamento de la Biblia cristiana; y los que se refieren al viaje de los personajes en los vericuetos de un mundo dantescamente infernal. Aunque Moreno engloba la totalidad de la novela en una búsqueda detectivesca por parte de un personaje que vive y tiene su oficina en El Paso, Texas, ésta es solamente la excusa para dar comienzo a la descripción, por un lado del viaje y las pesquisas del detective en busca de Edelweiss y por otro lado, paralelamente es también el viaje de Edelweiss en el tiempo y el espacio. La voz narrativa a través de las pesquisas de Dimitros Papadakis, nos va adentrando en este universo circunscrito a la zona fronteriza en el lado mexicano. Tomando como pretexto la técnica de la escritura detectivesca al tratar de ubicar a Gaspar Edelweiss, el narrador va dibujando el descarnado infierno que viven estos personajes. Moreno invita al lector a participar en un increíble viaje en el espacio –con la descripción de las visitas a los diferentes tugurios por parte del detective y de otros personajes– pero también en un viaje a través del tiempo. Con el sinnúmero de flashbacks que contiene la novela para describir la odisea de Edelweiss, desde su deserción a la universidad cristiana donde trabajaba hasta su desaparición total en esta frontera.
La biblia rescrita por Edelweiss –como sucede en el caso de una multitud, o quizá debiéramos decir de la totalidad de las herejías emanadas de una cierta religión– es en realidad una rescritura casi idéntica al original, donde solamente algunos pasajes o aspectos en la narración de la religión en cuestión constituyen precisamente la desviación del canon, o sea la herejía.
El primer capítulo de su novela, Moreno lo destina a ser el primer capítulo de la biblia herética. En la biblia de Edelweiss está descrito, como en la Biblia original, el libro del Génesis, del cual toma Edelweiss todos los elementos y los trastoca de una manera que aparentemente no son tan diferentes a la Biblia original. En esto, el personaje actúa de igual manera que lo han hecho a través de la historia una gran cantidad de herejes que han acuñado las miríadas de herejías que han emanado del Cristianismo; desde los primeros años en que se instituyó ya como una religión fuerte y en consecuencia con todo el canon que debían observar sus seguidores.
Sin duda alguna un primer guiño de Moreno hacia su lector y, a la vez, un desafío tanto para aquellos versados en la Biblia, como para los que no la conocen bien o simplemente no la conocen. Con este primer capítulo, Moreno lanza los dados en el tapete de la curiosidad del lector. Unos dados que invitan al juego del conocimiento pero también al de la adivinanza. Con las primeras dos oraciones de este capítulo, Moreno nos lanza a la búsqueda más o menos velada de la intertextualidad con la sugerencia inmediata de una de las tesis de la herejía de los gnósticos: Dios creador no es el verdadero Dios, sino que éste es un demiurgo que lleva a cabo la creación de un universo tan perfecto como lo permita la materia, pero sin ser el Dios, o sea la esencia verdadera de la divinidad; Ser que jamás hubiera creado nada a partir de la materia.
En las siguientes dos oraciones, y más que oraciones verdaderos enunciados, se recalca esta herejía al decir que el Árbol fue vencido por la serpiente (la representación del demiurgo, una serpiente con cara de león). El versículo 7 del tercer capítulo de esta biblia herética tiene la interesante aseveración de que Caín se levantó contra Jehová y lo mató. En efecto, esta herejía sólo pudo haber surgido de una rescritura del siglo XX, siglo en el que está situada la novela. El siglo que ha tenido la audacia de negar la existencia divina. El único siglo en el que se han escrito tratados enteros de filosofía, establecidos por algunas de las mentes más brillantes de esta era, en las que se ha negado la existencia de Dios. El capítulo cuarto sólo comenta que después hubo un diluvio. En el quinto se narra el pasaje bíblico de la torre de Babel, pero termina con la aseveración de que Jehová inventó el dinero para compensar al hombre por la confusión que le causó al inspirarle diversas lenguas. Interesante afirmación sobre el dinero, considerándolo un consuelo y un pago por el aislamiento, la falta de comunicación y de solidaridad entre la raza humana. En los capítulos 10 y 11 de la biblia herética las vacas son las que sueñan con un Faraón; y por su parte, Moisés que regresa con la orden de decirle a los suyos que Dios dijo: Yo Soy el que Soy, repite eso: Yo soy el que soy, implicando que Moisés es el que es y no Dios. El cap. 12 tiene una serie de versículos donde se describe quién es Dios para cada uno de los personajes bíblicos. El capítulo 13 es un salmo de la desesperanza, de la desesperación del hereje Edelweis quien continúa en el capítulo 15 con una descripción de sí mismo:
Yo, Kaspar, hijo de Hitler, hijo de la Máquina de Vapor,
Hijo de la Espada, hijo del Trigo.
Hijo del Bisonte, hijo de la Luna, hijo del Tiempo;
Yo, Kaspar, he venido a dar mi testimonio.
A pesar de que con la primera oración afirma su origen teutón, en realidad Kaspar continúa con esta descripción, definiéndose a sí mismo como el europeo de la espada y el trigo; pero también en el siguiente versículo se define americano al evocar al bisonte, a la luna como madre y al tiempo. Con esta afirmación Kaspar abarca en su testimonio al europeo mezclado, aunque no lo sea racialmente, lo es en el terreno de las ideas. Es un mestizo que ha absorbido las ideas sobre la divinidad de los nativos americanos y las ha mezclado con las enseñanzas de su oriunda Alemania luterana.
En el capítulo 2 de la novela nos enteremos que Edelweiss es un alemán nacionalizado norteamericano; que tiene 42 años y que era catedrático de teología en la Universidad de San Pablo en Minneápolis. En este capítulo la trama detectivesca entra de lleno con la narración que nos hace el detective Papadakis. Sabemos que lo buscan el doctor Holtz y el reverendo Stugger, académicos de dicha universidad. Al contratar a Papadakis describen que Edelweiss abandonó de pronto su trabajo y su vida y simplemente desapareció sin dejar rastro. Ambos personajes desean buscar a Edelweiss porque afirman que es el único teólogo que en actualidad, por medio de sus escritos, defendía la autenticidad de la doctrina luterana que ellos y su comunidad profesan.
Curiosamente Edelweiss representa –con su huida hacia una vida de depravación y delincuencia; pero sobre todo con la rescritura de su biblia– un desafío a esta doctrina cristiana que en su tiempo constituyó una de las fortísimas herejías dentro de la Reforma Religiosa. Aquí Moreno nos hace otra señal para que lo sigamos en el examen de la herejía de una herejía anterior. El título mismo de este capítulo se antoja otro lanzamiento de los dados en el tapete del conocimiento de la investigación: Los Buenos Luteranos. Moreno nos esboza una irónica sonrisa al titular en esta forma el capítulo. Por supuesto sabemos que es una alusión directa a la Reforma Religiosa y a la rebelión y posterior separación de la iglesia católica por parte de los países del norte de la Europa Renacentista. Iglesia que en ese momento histórico era prácticamente la dueña de las riquezas y las conciencias de la población entera de Europa Occidental y buena parte de la Oriental.
Lutero, como ya sabemos fue el primero de los grandes herejes de su tiempo y, gracias a su traducción al alemán de la Biblia cristiana, pero también debido a los 95 postulados de la nueva doctrina que él acuñó, fue el iniciador del gran sisma religioso que concluyó con la separación de todos estos países de la iglesia católica. Apoyado por los príncipes alemanes de la época, fue también el primero en proponer la expropiación de los bienes de la iglesia en favor de los poderes seculares que en ese momento comenzaron a afirmarse de manera definitiva. Alemania y muchos otros países, ayudados, sin duda alguna, por la explosión de la revolución industrial que en ese momento estaba teniendo lugar en ellos, llevaron a cabo no solamente esta expropiación de las riquezas de la iglesia, sino un separación de la iglesia y el estado gobernante. Desgraciadamente esto se llevó a cabo con un previo y terrible derramamiento de sangre. La continua referencia de Papadakis a los dioses griegos es un gran guiño con que el autor nos refiere a las bases filosóficas griegas del edificio monumental del cristianismo.
En el capítulo 3 de la novela, Moreno nos lanza de lleno a la visión actual de las drogas heroicas y, la relación directa que tienen los modernos medios electrónicos en la consecución de la catatonia que los adictos a estas drogas persiguen con ellas. En este capítulo también entramos en lo que será, a través de la novela, la descripción descarnada de los efectos que la droga y la enajenación tienen sobre la humanidad de los personajes. Esto es, una pérdida gradual, pero más o menos rápida de su humanidad.
No obstante, es éste el primer capítulo donde el autor nos lleva de la mano para penetrar en un mundo onírico y francamente subrealista, como metáfora del submundo donde viven todos sus personajes. Al final la mujer, incendio azul, le ofrece a Edelweiss la chiva, nombre popular en el bajo mundo de la heroína. La descripción de la escena es una clara representación esperpéntica de la comunión cristiana.
En el capítulo cuarto Papadakis le narra a la grabadora la fecha de su entrevista con los luteranos y sus planes para la búsqueda de Edelweiss. Este capítulo también hace una descripción detallada de una cantina en particular, y al hacerlo nos entera de la evolución de lo que han sido estos lugares en la frontera desde la época de la Segunda Guerra Mundial.
El capítulo quinto está destinado al Segundo Libro de la biblia herética. En él, Edelweiss, recurriendo metafóricamente a las legendarias Sodoma y Gomorra, narra su llegada a la frontera; el comienzo de su adicción a las drogas heroicas y se autonombra pastor de tres ovejas.
El capítulo sexto de la novela comienza con una visión onírica y bastante subrealista; descripción de la felicidad por uno de los asiduos parroquianos del Club Unión y continúa en este mismo tono hasta el fin. Es también un flashback al otoño de 1988 y de ahí en retrospectiva una relación de personajes que serán importantes en los siguientes capítulos.
El capítulo séptimo de la novela comienza con una narración en primera persona por parte de Raymundo, a quien acabamos de conocer en el capítulo anterior. Hábilmente, en este capítulo el autor intercala los diálogos en primera y tercera persona entre Raymundo y Edelweiss. Aquí por primera vez, el luterano nos hace saber que él está maldito para siempre porque no es uno de los escogidos de Dios y, en tal caso, no hay nada que pueda hacerse para lograr la redención y la gracia.
Esta declaración categórica, curiosamente, es uno de los grandes pilares de las diversas iglesias llamadas protestantes desde la Reforma. En efecto, las diatribas que se suscitaron, a raíz de los alegatos que tuvieron los diferentes reformistas de la época, versaban fundamentalmente sobre lo que era la gracia de Dios y la salvación del hombre. Como se acuñaron en respuesta a la gran corrupción de la iglesia católica de ese tiempo, estas discusiones cobraron una gran importancia. Varios Papas de la época se dedicaron a vender indulgencias y por lo tanto el camino a la salvación se hizo cada vez más accesible a los ricos y cada vez menos a los pobres. En respuesta, los puritanos habitantes de los países nórdicos consideraron que eso era corrupción de la más atroz y muchas de las sectas formadas durante este tiempo terminaron considerando que sólo Dios tenía potestad sobre la salvación del hombre y que aquellos que fueren escogidas serían salvados solamente por la Fe y la Gracia dispensada por Dios. Pero a la vez, condenaban a la mayoría de la grey al fuego eterno del infierno ante la imposibilidad del hombre de hacer nada en favor de su propia salvación. No importaban las obras pías, ni el cumplimiento estricto con el canon de las iglesias, si Dios no los había escogido, no había salvación posible.
En este capítulo, Moreno, a través de Edelweiss, cita a San Agustín y su larga lucha contra la herejía de Pelagio. Interesante y muy acertada elección de uno de los padres de la iglesia. Agustín en su larga lucha y apoyado por la fe de su madre, se convierte en un defensor a muerte de la doctrina católica. De hecho se constituye posiblemente en el más poderoso artífice y pilar de lo que sería en siglos posteriores la iglesia católica, apoyada con la filosofía escolástica de la Edad Media. El africano fue quien más luchó por integrar la herencia helénica al cristianismo, pero despojándola de las creencias gnósticas heredadas de Egipto, Babilonia y sobre todo de Persia. El educadísimo y gran pensador, fue sin duda quien puso las bases del canon doctrinal del catolicismo.
En el capítulo noveno Edelweiss prosigue su diatriba sobre los gnósticos, sus orígenes y su reiterado acecho hacia la iglesia de Cristo. En el capítulo décimo se reanuda el seguimiento del detective en su búsqueda de Edelweiss. En este capítulo también el autor entra ya de lleno en la descripción de los lugares «malditos» por los que ha pasado Edelweiss. En efecto, la descripción de las ruinas de la clínica para adictos que había establecido el ex pastor están descritos de manera magistral; porque no son solamente las ruinas físicas de una vieja casa de adobe –construcción muy común en el desierto y quizá una de las más ordinarias en todo el país– sino que a través de algunas metáforas muy logradas, Moreno nos expone las ruinas de la humanidad de los personajes; su degradación física pero fundamentalmente su degradación moral y espiritual. En «relámpagos de arena…la tolvanera recorre« »… ésta, más que casa unas simples tapias que apenas se sostienen en pie, y se convierte en «serpiente terregal». Son notables también los comentarios de Papadakis, continuamente invocando a sus dioses griegos.
En el onceavo capítulo se reanuda de nuevo la discusión sobre los que son, en palabras de Edelweiss: «Los magníficos herejes» (p. 31). En éste, más que diálogo constante con Raymundo, Edelweiss sostiene un monólogo consigo mismo que es a la vez una reflexión sobre su situación de maldito por estar impedido de disfrutar de la Gracia de Dios.
En estos capítulos donde Edelweiss habla sobre los herejes, Moreno nos hace más que un guiño, un ademán para seguirlo por los vericuetos de este laberinto en que se convirtió la mente del luterano. Porque efectivamente, no sabemos si lo que el personaje está diciendo son verdades históricas o son el simple producto de la imaginación de una mente trastornada que además es víctima de la adicción a las drogas. El lector, sin duda alguna, estará muy tentado a comprobar el alud de datos que Edelweiss le está espetando constantemente.
En el capítulo 12, Genovés y Papadakis continúan la búsqueda del predicador prófugo. Sin embargo, a pesar de lo atractivas que pudieran resultar las pesquisas detectivescas, lo más importante de este capítulo es la descripción que hace Moreno de Cd. Juárez como una ciudad francamente infernal. En este capítulo ya se hace totalmente patente el símil entre las diferentes veredas y encrucijadas de la ciudad por las que transitan los personajes y los vericuetos mentales en los que todos los personajes se están perdiendo. Aunque los detectives se encuentran a Farol que es aparentemente un personaje más de los que pululan en los diferentes tugurios a los que van, en realidad aquí Farol cumple una doble función porque aparece como un personaje metafísico, aunque sin perder su calidad de hombre. Él es uno de los humanos sufrientes que habitan lo que ya comenzamos a vislumbrar como el «Infierno», pero a la vez se nos presenta también como la imagen del demonio. El infierno ya dejó de ser metafórico y se convierte en la realidad de todos ellos. En este momento de la novela, el narrador logra colocar a estos personajes tan ordinarios, como lo podrían ser unos detectives, en el umbral de una realidad de tanta miseria, degradación y espanto que constituye la verdadera entrada en el infierno.
El capítulo 13 es el tercer libro de la biblia herética. Es el libro que Edelweiss dedica a San Agustín y la relación de lucha intelectual que tuvo toda la vida contra la herejía de Pelagio. El capítulo termina con una singular afirmación, después de todos los homenajes que Edelweiss le ha rendido a Agustín:
7 Y reconoció en su corazón que el hereje Pelagius decía verdad; y pidió a Dios perdón por no haberlo recibido en Hippo, cuando Pelagius lo fue a buscar en el año 410.
8 Y Agustín no recibió la Gracia de Dios.
Con esta última aseveración, Edelweiss se equipara con su admirado Agustín, porque al quitarle la gracia de Dios en su biblia herética, lo transforma en un maldito de Dios como él mismo se considera.
El capítulo 14 es una descripción totalmente subrealista de diferentes lugares de la ciudad. Por medio del Chevy 56 como metáfora del viaje al infierno, el narrador nos transporta a esos lugares que para nosotros los fronterizos son tan conocidos, en una aventura simultánea al reconocer esos lugares que a la vez en la novela son los sitios infernales, oscuros y terribles:
La luna de Sodoma. El cadáver que flota boca arriba en las turbias aguas de la Acequia Madre… El canal también es un río. El río de la muerte. Flujo de miasmas. Un hedor insoportable.
Aquí el autor nos remite irremediablemente al río más importante que divide no sólo la ciudad, sino el país, el Río Bravo, llamado Río Grande en el otro lado, el otro país; ese río terrible en que tantos condenados, en su huída desesperada del infierno, han perdido la vida. En este capítulo Edelweiss prosigue con su reflexión sobre Pelagio y su herejía que aparentemente le sirve de referencia para apoyar la suya. A mitad de este capítulo, Edelweiss prosigue su alegato sobre la Gracia y la maldición de ese caprichoso dios que tiene en la mente:
Porque para Agustinus todos los hombres vivimos en el pecado como consecuencia de la Caída de Adán, y sólo mediante la Gracia en Cristo podemos ser redimidos. Esta Gracia atrae a la voluntad depravada del hombre de una manera irresistible. Pero no todos seremos redimidos. Sólo los que Dios elija, aquellos a quienes ha dotado de fe en su Gracia. A los demás, Dios de acuerdo a su justicia, nos abandonará a la maldición perenne.
Con estas cuantas frases Edelweiss nos comunica su teoría teológica que lo ha llevado a la herejía y por lo tanto a la perdición. En la siguiente página nos ilustra sobre lo que fue la herejía de Pelagio y la manera en que incidió en la formación de su propia herejía:
Sin embargo, la duda me devoraba internamente, porque sabía o creía saber que Pelagio tenía razón. Sentía que yo sólo obtendría la salvación mediante mi libre albedrío y admitirlo equivalía a abjurar de las doctrinas de Agustine de Hippo. Sólo algunos serían elegidos por Dios y yo no era uno de ellos. Mi vida fue entonces un naufragio. Ya nada tenía importancia. Hacer el mal o hacer el bien es lo mismo. Sólo me resta esperar el infierno de mi maldición.
Ante esta retórica, el aterrado Raymundo le hace la pregunta: «¿Dios existe?» a lo que Edelweiss contesta: «El que no existe eres tú. No eres más que una ficción». Aunque la pregunta la hace el interlocutor es indudable que Edelweiss se lo está diciendo a sí mismo; porque la vida sin la Gracia de Dios es de todo punto insoportable y en ese caso perdemos nuestra humanidad, nuestro pedazo de divinidad, nos convertimos solamente en una sombra y más que sombra en una mera caricatura de la realidad.
El capítulo 15 de la novela es un anuncio de que encontrar a Edelweiss se convertirá en una empresa inútil porque el único contacto con que contaban es la Shina a quien acaban de encontrar muerta.
El capítulo 16 es una metáfora subreal de la ciudad. Edelweiss hablando con el Ángel nos remite inmediatamente a la tradición hispana del subrealismo, sobre todo del de la cinematografía. Es inevitable recordar el diálogo del buñuelesco San Simón del Desierto con el demonio; pero al mismo tiempo, es una imagen tan pictórica que recuerda al ángel de la Anunciación de Da Vinci. En efecto este ángel es uno de los ángeles mensajeros que han estado presentes en toda la historia del Cristianismo y por lo tanto de sus diversas herejías.
El capítulo 17 de la novela contiene el cuarto libro de la biblia herética. Se llama el Evangelio y en él describe la voz narrativa a Jesús en lo que sería una descripción muy sui generis y mundana de la clásica trinidad del cristianismo ortodoxo. En lugar de haber un solo Jesús, hay tres, de muy diferente naturaleza. Aquí la insinuación del narrador es francamente herética, no sólo tienen estos tres Jesuses una naturaleza muy distinta, sino que cada uno trae una muy diferente misión. Estos Jesuses no son complementarios sino excluyentes.
En el capítulo 18 conocemos a las tres ovejas de Edelweiss, sus discípulas y seguidoras. Por medio de una metáfora muy efectiva, la voz narrativa nos explica la condena de los habitantes del desierto: del físico y del emocional. Los habitantes del desierto viven persiguiendo el eterno espejismo, como Lucina-Sofía bailando frente al espejo, el espejo-espejismo. Ella pretende que baila profesionalmente frente a un gran público, pero sólo puede contemplarse a sí misma. En una imagen de espejos infinitos, baila el más absurdo de los bailes. Al final del capítulo el autor describe una imagen esperpéntica de La Última Cena, donde Edelweiss les anuncia que un ángel ha venido con la revelación y que ya llegó su tiempo de unirse a la oscuridad. En esta parte hay una clara intertextualidad con El Código Da Vinci. En efecto, las participantes en la última cena del siglo XX son mujeres. En el capítulo 19 al final hay otra imagen esperpéntica de los predicadores heréticos del siglo XXI, los que contestan cualquier pregunta abriendo al azar la Biblia y leyendo los pasajes de acuerdo a la conveniencia del momento.
El capítulo 20, quinto libro de la biblia herética es la descripción de la historia de Job, pero al contrario de la historia original, el Job de esta versión es uno que permanece con todas las desgracias y que sólo puede estar sentado en la ceniza rascándose desesperadamente. El Job maldito de Dios, el que no tiene redención.
En el capítulo 21 de la novela está la descripción franca ya del demonio. A través de metáforas muy efectivas, la voz narrativa se sirve también de la intertextualidad no solamente con Fausto, sino con toda la cinematografía del siglo XX sobre las apariciones e interrelaciones entre el demonio y la humanidad. Y satanás se describe: «Soy y no soy…porque soy uno y soy muchos. Porque cuantiosas son mis máscaras» «Cristales rotos su risa». Una vez más la intertextualidad con el gran Dios de los gnósticos; el Dios que ni siquiera es el creador porque él es esencia y por lo tanto unidad; a la vez el Dios bíblico que afirma:…Yo soy el que soy. Con este juego de palabras con el verbo ser, la voz narrativa describe el opuesto perfecto de Dios en este demonio aposentado en la ciudad, uno de los espacios del infierno. En este espacio el demonio tienta a Edelweiss, imagen esperpéntica de la Tentación de Cristo. Con estas imágenes, por demás subrealistas, otra vez nos remite el autor a la intertextualidad con San Simón del Desierto de Buñuel. Edelweiss se resiste a las tentaciones que le ofrece Satanás. Otra referencia a la intertextualidad con los que se llaman metafísicos en la actualidad. La idea del mago negro, tan asceta y disciplinado como el mago blanco. En otras palabras la imagen de la serpiente griega mordiéndose la cola. El absurdo del parecido tan grande entre el mago negro, adorador del mal y la destrucción y el mago blanco, el que lucha por el bien y la preservación de la Creación de Dios. Al final, Edelweiss, con su humanidad herida y adolorida; con la sangre roja derramándose, la sangre del hombre que se hirió a sí mismo, en oposición a Cristo.
El capítulo 22 es otro viaje de Raymundo, acompañado de un personaje que busca a un hombre desaparecido desde hace muchos años, a otro de los tugurios, espacios infernales de la ciudad. En este lugar habita otro personaje aparentemente humano, pero que puede ser también una de las múltiples personificaciones del demonio. Por medio del diálogo con los recién llegados, la voz narrativa nos da cuenta de la degradación y la miseria moral y física de los personajes, habitantes de este mundo infernal y nefasto. El mundo donde las drogas, otra vez la intertextualidad con otras novelas –Cabriolas y Misterios de Mary Stewart por ejemplo–, se ofrecen como el cumplimiento de la cortesía. En la novela Cabriolas y Misterios el narcotraficante afirma: «Vendo sueños, sueños para los condenados». En la novela presente, las drogas no son ni siquiera para inducir sueños, sino una forma de vida. En la ciudad río, con el río divisor, hay un río de drogas que circulan y se distribuyen entre toda la gente. Las drogas son el medio de propagar la degradación, la miseria y en última instancia la muerte. Sin embargo, los personajes se las ofrecen a sus convidados como una forma de socialización y de invitación al bienestar. En este espacio también aparece la imagen de la mujer, de la metafórica Helena de Troya como encarnación de lo femenino con toda su belleza. Ella también, al igual que las drogas, se ofrece, no ya al mejor postor, sino como simple mercadería barata y desechable; como otro obsequio a los amigos que llegan al convivio y la tertulia. Helen es un simple pase de cocaína o un shot de heroína, tal vez un kleenex para limpiarse la nariz. En ese mundo de canallez absoluta, todos los seres humanos perdieron su humanidad; pero las mujeres se convirtieron en elementos desechables de úsese y tírese, tal vez a la acequia madre o al río o simplemente al desierto. El vaso sagrado de la maternidad que el Cristianismo elevó a niveles divinos, en este mundo infernal es el vaso estéril y sucio de la enfermedad y la muerte.
En el capítulo 23 están descritos el intento de Edelweiss por capturar la Gracia, a través de la fundación de su centro de rehabilitación para drogadictos que no casualmente también se llama la Gracia; y la recaída en las drogas que también es el principio de su precipitación a la caída definitiva en la maldición de la ira de Dios. Esta última es la demostración de que no hay escapatoria. Los malditos no conocerán la Gracia por toda la eternidad; ni siquiera los eruditos como Edelweiss a pesar de toda la fe y el gran conocimiento de Dios que tengan.
En el capítulo 24 Papadakis y Genovés logran dar con Sofía –de nombre igual a la paradigmática Sofía de los gnósticos– pero ella: « …está consigo misma, visitando una devastada ciudad interior». Sofía les informa que la última vez que vio a Edelweiss, él estaba hospedado en el hotel Río.
El capítulo 25 constituye el libro sexto de la biblia herética, se llama el Apocalipsis y en él Isaac Viento afirma que el número de la Bestia es un número representado con un código de barras. En el capítulo 26 Edelweiss oye la canción de cuna que le cantaba su madre. En este mismo capítulo sostiene un combate con quien él cree que es uno de los causantes de su recaída en las drogas, hasta que se da cuenta que se está golpeando a sí mismo.
En el capítulo 27 la voz narrativa nos describe las cadenas sin fin de los condenados que se quedan a vivir eternamente en el hotel Río y que tienen la misión de inducir a la muerte a los siguientes condenados. Con el suicidio de la Lisha inducido por otro personaje femenino, una joven vestida a la moda de los cincuentas, comienza la cadena y termina con el fantasma de Lisha llevándose a una joven de los noventas. Por medio de flashbacks, logra el narrador patentizar de manera muy efectiva esta cadena diabólica sin fin. El hotel Río es otro de los sitios infernales de la ciudad.
Los capítulos 28, 29 y 30 son una narrativa del final de la búsqueda de los detectives y a la vez la despedida de Edelweiss del mundo de los vivos. Edelweiss desaparece sin dejar rastro y solamente queda la escritura de su premonición o más bien deberíamos decir de su destino.
A través de todos los tiempos, pero principalmente cuando la humanidad transita por momentos de mucha tribulación, sus artistas constituyen las antenas premonitorias que le avisan del futuro inmediato. Pero más aun que profetas, son los artistas los que logran captar el corazón de los tiempos que se viven. Son ellos los que dan cuenta de la realidad que les ha tocado en suerte vivir. A través de sus obras, son ellos quienes le dan forma lógica al caos de la realidad. De las múltiples realidades particulares de cada persona y de la realidad con mayúscula de los pueblos. La novela de Moreno Valenzuela es exactamente eso, una alegoría de los trágicos tiempos que está viviendo México, pero muy particularmente su frontera con el gran país del norte, heredero del desarrollo de la Revolución industrial, pero también del pensamiento político y sobre todo religioso del Renacimiento y la Reforma Religiosa. A través de este relato magistral, entrevemos la evolución del Cristianismo, pero sobre todo de sus herejías; desde sus primeros tiempos y aquellos correspondientes a la época de la Reforma. El pensamiento religioso siempre va acompañando la evolución social y política de los pueblos. La Reforma fue la base y fundamento ideológico que después sirvió en cierto modo de base a las filosofías libertarias de las Revoluciones Burguesas, entre las cuales está la Revolución Mexicana de hace un siglo. Aunque esta última no fue una revolución claramente burguesa, sino más bien un híbrido influído por las ideas socialistas y aún comunistas que estaban ya patentes en muchos de los movimientos sociales mundiales. Sin embargo, esta Revolución tuvo de todas formas la influencia de estos sismas religiosos. En el caso de la Revolución Mexicana, estos choques con la iglesia cristiana provocaron finalmente la conflagración de la Guerra Cristera.
Hoy en día México vuelve a estar en guerra. Una guerra difícilmente reconocible para aquellos que piensen que todavía estamos en la época de las guerras convencionales. Y como en los tiempos de las grandes conflagraciones – tomemos como ejemplo la Europa Renacentista de los siglos XVI y XVII con la cantidad de herejías religiosas que precedieron o fueron contemporáneas de grandes cambios sociales casi siempre acompañados por la guerra– hay, en el norte de México y en el sur de los Estados Unidos, un resurgimiento de las herejías del pensamiento religioso cristiano. De algunos años al presente, emergen una miríada de sectas y seudo religiones a partir del viejo pensamiento católico ortodoxo, pero también a partir de las grandes religiones protestantes que se desarrollaron en base a las herejías de la Reforma. En esta novela, Moreno nos lleva de la mano en un vertiginoso viaje a través de una frontera destruida más que por la guerra, por la degradación y la miseria que causan las drogas y su tráfico; mismo tráfico que ha llevado a esta nación a la guerra. La novela es la historia de la lucha de los condenados para salir de ese infierno y, a la vez su conexión con la religiosidad y la espiritualidad que ha sido una de las grandes búsquedas filosóficas de la humanidad de todos los tiempos. Edelweis, el genial personaje herético nos muestra esta búsqueda del hombre actual, la búsqueda de respuestas de la época contemporánea a antiquísimas preguntas, distorsionadas por la problemática presente y novedosa de la drogadicción.
Esta última novela de Moreno Valenzuela constituye un retrato puntual y valedero de la angustia fundamental del hombre contemporáneo que todo el pensamiento filosófico del siglo XX trató de explicar, entre ellos, las filosofías existencialista y nihilista. Con esta novela, Moreno Valenzuela se consagra como escritor y como artista capaz de soñar y plasmar la realidad en una verdadera obra de arte.
El Paso, Texas.
23 de Marzo del 2012.
(Este texto fue leído en la presentación de la novela en el Auditorio de la Biblioteca Pública de El Paso en la fecha citada arriba)
Ver el vídeo de la presentación
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