lunes, octubre 15, 2012

Literatura / Entrevista a Mo Yan

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El escritor chino. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 13 de octubre de 2012. (RanchoNEWS).- En noviembre de 2010, el Instituto Cervantes de Madrid (España) fue el escenario de esta charla con el Premio Nobel de Literatura 2012, Mo Yan, una voz crítica y fresca de la China abierta al mundo, escribe Nieves Martín Díaz para Milenio de México:

Mo Yan nació en febrero de 1955 en Gaomi, un condado pobre de la provincia costera de Shandong. Su primera novela fue Lluvia en una noche de primavera (1981). El éxito llegó con El rábano transparente y sobre todo con El sorgo rojo y Vino de sorgo, que serían llevadas al cine. Después vendrían las obras Grandes pechos, amplias caderas, Las baladas del ajo, La vida y la muerte me están desgastando y País de vino, todas ellas publicadas en español por la editorial Kailas.

Su verdadero nombre es Guan Moye. Mo Yan es un seudónimo que significa «No hables». ¿De pequeño le dijeron que era mejor el silencio?

Vino de la disciplina familiar, que en esa época era normal en la sociedad china. Hablar demasiado podía traerte problemas, por eso los padres nos decían: «No hables mucho».

Imagino que eso ocurrió en Gaomi, su tierra natal, una fuente de inspiración en su obra, como también lo son las zonas rurales, la historia de China. ¿Sigue todo ello en su memoria?

La infancia y la experiencia de la juventud son de las fuentes más importantes para escribir. A lo mejor se agotan pero puedes aprender de otras personas, de otras experiencias, para integrarlas a tu propia creación.

En Sorgo rojo y Vino de sorgo, llevadas al cine por Zhang Yimou, el mundo rural aparece hasta la invasión japonesa en la década de 1930. Además hay un tema que, creo, comparte con el director, que es la admiración y el aprecio por las mujeres fuertes y decididas.

La película refleja una parte de mi mundo literario, pero para sumergirse más habría que leer mis otras obras.

En la novela Grandes pechos, amplias caderas, además de pasajes de la historia de China a través de los ojos de una mujer, retrata a un matriarcado rural y una vida cruenta a los ojos de quienes vivimos en las ciudades.

Cada vez tenemos menos capacidad de aguantar las angustias de la vida, no sólo en las ciudades sino también en el campo, no sólo en España sino también en China. Aunque el mundo avanza y mejoran las sociedades, debemos mantener la capacidad de soportar angustias porque ellas siempre están ahí.

Usted, de hecho, ha sufrido grandes angustias. Por ejemplo, Grandes pechos, amplias caderas fue prohibida en China.

Sí, fue prohibida durante los años noventa, pero ya se permitió su publicación.

Esta novela está dedicada al alma de su madre. ¿Tiene creencias religiosas, cree en algo más allá de la vida?

No tengo ninguna creencia religiosa, pero respeto todas las religiones: el budismo, el taoísmo, el catolicismo, el islamismo…

¿Ser un autor conocido en Occidente le ayuda o le perjudica en su trabajo literario?

Seguramente al gobierno chino le interesa dar a conocer al mundo su cultura, sus escritores. El reconocimiento de Occidente ha sido de ayuda, un factor positivo, y el gobierno chino está abriéndose cada vez más en este sentido.

¿Cuál sería su obra más crítica con el poder del gobierno?

La república del vino es una obra muy crítica; revela muchas realidades tristes de China.

En Las baladas del ajo dice que los novelistas siempre tratan de alejarse de la política pero que la novela gira en torno a la política. Es una frase de Stalin.

Es una frase ficticia, que Stalin nunca pronunció. La relación del escritor con la política es una relación contradictoria. Los escritores no quieren ser parte de la política pero es inevitable comprometerse con la política para poder expresarse. Un buen escritor puede escribir sobre la política pero necesita ir más allá, mucho más allá de la política.

Además de la crítica, de los dramas, y de la vida humana, en sus novelas hay también mucho humor. Pienso en La vida y la muerte me están desgastando, una obra alegórica en la que el protagonista tiene varias vidas. Empieza además en un infierno donde el protagonista está a punto de ser quemado como un pollo frito. De hecho, reencarna primeramente en un burro, un animal que aparece en varias de sus novelas. ¿Cómo juzga la parte humorística de su obra?

Queda mucho por aprender de Cervantes, de El Quijote. Un buen escritor debe escribir obras serias pero con humor, con mucho humor.

Me ha gustado esa referencia a Cervantes porque quiero preguntarle por la auto-meta-literatura en La vida y la muerte… Usted se cita a sí mismo, cita alguna obra suya y se ríe incluso de sí mismo.

Antes de burlarse o reírse del mundo o de los demás, un escritor debe saber reírse de sí mismo.

Se le ha comparado con autores como Kafka y Kundera. ¿Qué otros autores le gustan?

Un escritor recibe influencias diversas. Kafka, Flaubert y Cervantes han contribuido mucho en mi creación. También me gusta Camilo José Cela, la poesía de Juan Ramón Jiménez y Platero y yo. En La vida y la muerte me están desgastando la comparación entre el ser humano y el burro y otros animales proviene de Platero y yo, pero mi obra intenta reflejar lo que pasa en mi país.

Por último, su nombre ha sonado más de una vez como posible Nobel de Literatura. El escritor japonés Kenzaburo Oé –que obtuvo el Premio en 1994– dijo que si tuviera que elegir se lo daría a Mo Yan.

Si consiguiera el Premio Nobel volvería a visitarte.



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