viernes, noviembre 23, 2012

Caricatura / España: «El dinero en The New Yorker. La economía en viñetas»

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Alex Gregory, años 2000. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 23 de noviembre de 2012. (RanchoNEWS).- «Quiero que me devuelvan mi burbuja», se lamentan dos ejecutivos que, claramente, han vivido tiempos mejores y ahora ahogan sus penas en la barra de un bar. Esa frase nunca la pronunciaría un romántico. A esta categoría pertenecemos todos aquellos que no nos labramos «grandes fortunas en Wall Street», escribe Malcolm Gladwell en el prólogo de El dinero en The New Yorker. La economía en viñetas (Libros del Asteroide). Es decir, casi todos. A ella también pertenecen los periodistas y dibujantes del semanario estadounidense. «Ninguno de nosotros se ve reflejado en ese tipo que se desgañita en mitad de una fiesta proclamando a gritos cómo se forró en el otoño de 2007. No estábamos invitados. Estábamos en casa releyendo Middlemarch». Cuando en The New Yorker piensan en el dinero, señala Gladwell, suelen acabar «bromeando sobre la cuestión». Una nota de Virginia Collera para El País:

El dinero en The New Yorker es una antología que reúne más de 400 viñetas humorísticas publicadas en la revista desde su aparición en 1925 hasta 2009. Por aquel entonces nuestra crisis, esta crisis, acababa de empezar, pero basta una hojeada para ver que la recesión, los rescates, las burbujas o los abusos de Wall Street sobre los que han bromeado durante décadas no han perdido un ápice de vigencia. «Señorita Apgar, aquí decimos recesión, no depresión», dibujaba Alan Dunn en los años treinta. «Caballeros, nuestra tarea consiste en persuadir al gobierno de que la solución ideal a cualquier problema sigue pasando por inyectar más dinero», rezaba una viñeta de Ed Fisher publicada en los setenta.

¿Tienen los realistas, aquellos que quieren que el mundo se adecue a los principios empresariales, su propio libro de viñetas?, se pregunta Gladwell. «Es posible. Pero me apuesto lo que quieran a que no es ni la mitad de bueno que este. No todos podemos tener la misma gracia. La postura cómica es una elección; es la recompensa que obtenemos por mirar al mundo de una manera muy concreta [...] El romántico puede reírse y, en los tiempos que corren, no parece una mala idea».

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