miércoles, noviembre 07, 2012

Textos / «El Nadaísta X-504 / Jaime Jaramillo. - Poeta aterradoramente lleno de luz » por José Vicente Anaya

.
El poeta colombiano. (Foto: Matacandelas)

C iudad Juárez, Chihuahua. 1 de noviembre de 2012. (RanchoNEWS).- Enigmático e inesperado, Jaime Jaramillo Escobar ha sido siempre sorpresivo. Hacedor de misterios, se inventó un rarísimo seudónimo que sonaba extraño en el territorio de la literatura: X-504, en los años del fulgor vanguardista que propiciaron los poetas nadaístas de Colombia de finales de la década de 1950 a 1971, año éste en que «El Profeta» Gonzalo Arango declaró su final, para luego morir cinco años después en un accidente de carretera. El poeta explicó su seudónimo con estas palabras: «La X es también para preguntar quién soy. Es una interrogación. El desconocido que te interroga. El que pasa por tus manos sin darse a conocer y se va después de haberte dado todo, menos su nombre. Soy el nombre falso de la verdad [...] X-504, número de presidio [...] X-504 existe para que Jaime Jaramillo Escobar pueda vivir libremente, sin el peso de la literatura y de la admiración».

Durante el tiempo en que no se sabía el verdadero nombre del que firmaba sus poemas con aquella clave, el enigma lo hacía una leyenda de la que mucho se hablaba, sobre todo porque «aquella clave» escribía maravillosamente bien, y no sólo era comentado en Colombia ya que los nadaístas frecuentemente eran publicados en revistas de otros países hispanoamericanos, como en El Corno Emplumado de México, la que además circuló por todo el continente.

¿Qué fueron y qué pretendieron aquellos jóvenes poetas con el nadaísmo? Sus intenciones quedaron grabadas en una serie de manifiestos (el primero y más extenso apareció en 1958 y fue redactado por Gonzalo Arango), poemas, prosas y actos en vivo (performances, diríamos hoy) que escandalizaron a la sociedad colombiana, de más de quince rebeldes, que ahora son autores de una relevante obra literaria. Alfonso Carvajal, uno de los estudiosos de esta vanguardia escribió: «El nadaísmo es un punto fulgurante, incandescente, fugaz en la historia nacional [de Colombia]. Su origen coyuntural se ubica en la furia libertaria de los años sesenta y setenta».

¿Cómo se concebían a sí mismos los nadaístas? En palabras de Gonzalo Arango: «El poeta es un solitario inadaptado, lobo hambriento que odia el rebaño, y si hace estragos en el redil no es por hambre, sino porque el lobo ama la libertad, y la soledad le pesa como un castigo. Entonces aúlla, espanta y extiende el terror para recordarle al rebaño que él existe, que la Tierra gira y la vida pasa, que es peligroso dormir sin soñar, y que ahí está él como un centinela de la noche para desatar el terror y limpiar los pecados del mundo con la sangre del cordero». Lo explosivo e incendiario en las palabras de Arango era acompañado por una búsqueda, además, de compromiso íntimo en Jaime Jaramillo, así lo leemos en su participación en el colectivo Manifiesto Amotinado: «Gritando con mi barba epiléptica lejos de las fáciles bocas del cielo, aterradoramente lleno de luz, proclamo un dolor que de la raíz de los dientes –cansados de morder mentiras– llega a las honduras laberínticas del cerebro y lo miro salir desde allí como un anuncio vertiginoso de una nueva era donde aquello que atenta contra la vida del espíritu será aplastado».

¿Y cómo era en su tiempo nadaísta el enigmático X-504? Nadie se lo imaginaba, sobre todo porque no correspondía a la imagen desfachatada y rebelde, informal, irreverente que sus otros correligionarios habían desatado ante los ojos asustados de toda persona bienpensante. El mismo Gonzalo Arango llegó a decir que X-504 era el nadaísta más extraño ya que «…paga religiosamente el arriendo el último día de mes, gira cheques con fondos, usa chaleco, todas las mañanas a las ocho en punto le da los buenos días al patrón, etcétera». Aunque era «muy diferente» a los otros, siempre lo vieron con aprecio y reconocimiento por su obra poética. En una presentación que Arango escribió para una breve antología de nadaístas publicada en Perú, en 1968, ya declarando el verdadero nombre de Jaime Jaramillo Escobar, decía: «Nació en el corregimiento de Altamira, Antioquia, 35 años. Fue expulsado del Bachillerato en Andes. Inspector de policía en la época de la violencia, no mató a nadie pero escribió un libro: Poeta con revólver. Contador graduado en un cursillo relámpago. Trabajó en la Recaudación de Hacienda Nacional, Departamento de Tabulación. Ahora es subgerente de publicidad Nova en Barranquilla. Es muy ordenado, metódico, laborioso, responsable y cumplidor del deber. No parece nadaísta, pero es. Cinco en todo [la calificación escolar más alta en Colombia], hasta en nadaísmo. Autor de El enemigo de la ciudad».

Su libro más famoso, Los poemas de la ofensa  lo terminó de escribir en 1963 y ganaría el Premio de Poesía «Cassius Clay» en 1967 otorgado por los nadaístas, premio que Arango bien ponderó como «el que más duro pega». Sus otros libros que ahora editamos en alforja son Sombrero de ahogado (1984) y Poemas de tierra caliente (1985) que fueron galardonados con los premios nacionales de poesía «Eduardo Cote Lemus» y «Universidad de Antioquia», respectivamente. Otros libros de Jaramillo Escobar son: Alheña y Azumbar, Poesía revelada, Poesía pública, así como las antologías Extracto de poesía y Selecta.

Varios críticos literarios y poetas colombianos han resaltado el humor y la ironía como características relevantes en la poesía de Jaime Jaramillo Escobar, además, son muchos los que ubican a este poeta como uno de los que han consolidado (de acuerdo con Darío Lemus) una poesía lograda. El poeta Darío Jaramillo Agudelo (que no es su pariente) escribió: «…si los procedimientos formales de Jaramillo Escobar hacen de su poesía una de las más limpias y logradas de Colombia, el mundo personal que ella revela, su originalidad, su auténtica capacidad para violar convencionalismos y lugares comunes e ideas hechas, su propio y muy nuevo horror, cambian el nivel del juicio para señalar que con sus poemas logra Jaramillo Escobar la embriaguez y el poder de conmoción que son tan escasos, pero que son el requisito de toda auténtica poesía».

Con estos tres libros que ahora publicamos en México, el lector tiene en sus manos poemarios cuyo resaltado valor literario no sólo pertenece al país del autor sino a todos los ámbitos hispanohablantes. Para saber más de este poeta aquí está su obra en tres tiempos, además de los ensayos breves de Andrés Holguín y Gonzalo Arango que acompañan al primer libro, textos que contribuyen a amplificar y precisar el retrato de Jaime Jaramillo Escobar.

Texto originalmente publicado en la revista Alforja, que tanto extrañamos sus admiradores. (Nota de RMV)

REGRESAR A LA REVISTA