lunes, enero 14, 2013

Libros / México: «Rayuela», innovación vigente a medio siglo

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El escritor Julio Cortázar, un icono del boom latinoamericano. (Foto: Archivo)

Ciudad Juárez, Chihuahua. 13 de enero de 2013. (RanchoNEWS).-Fundamentalmente innovadora. La novela Rayuela, del escritor argentino Julio Cortázar (1914-1984), que este año festeja medio siglo de vida, rompió con el tabú de la sexualidad, demostró la fuerza del humor, reconstruyó la forma laberíntica del deseo e implicó como ninguna al lector. Una nota de Luis Carlos Sánchez para Excelsior:

Es una historia que renovó la magia de París, al hacerla converger con el realismo mágico latinoamericano. Junto al río Sena y en los cafés de los intrincados callejones, el protagonista perseguía a La Maga, esa mujer enigmática, misteriosa, huidiza, que ha marcado a varias generaciones de amantes.

Publicada en junio de 1963, por Editorial Sudamericana, en Buenos Aires, esta obra de 155 capítulos que pueden ser leídos de diferente forma es una de las obras centrales del boom latinoamericano, coinciden los expertos en la literatura de este subcontinente Julio Ortega y Rafael Olea.

«Cortázar fue de los primeros en romper el tabú de la sexualidad; pero también el primero en lograr la soberanía del coloquio, esa intimidad de la palabra en el tiempo. Y no menos viva es la fuerza de su humor, hecho de ironía y simpatía», afirma Ortega, quien leyó Rayuela el mismo año en que salió a la luz, cuando él tenía 20 años.

El escritor y crítico literario peruano comenta que, «desde el extravío, Cortázar reconstruye la irrupción amorosa, el asombro poético, la crítica de la vida burguesa, y la forma laberíntica del deseo y su metafísica callejera. Como todas las grandes obras, nos deja la emoción de lo genuino, esa nostalgia. Me reveló que la literatura era una forma de vida plena y libre en el lenguaje».

Para el catedrático de la estadunidense Universidad de Brown, esta novela dio vida a uno de los personajes femeninos más entrañables de la historia: La Maga. «Las muchachas de mi generación usaban medias negras, eran distraídas y despeinadas, y fumaban Gitanes. Pero, a poco, el feminismo, que nos liberó a todos, condenó a La Maga como musa improbable, sin percatarse que ella era hija de la Nadja de Bretón, o sea, más literaria que verosímil. Pero las Magas de hoy son agentes culturales con derecho de piso, aunque la sociedad no ha dejado de ser patriarcal y es aun más autoritaria».

El realizador, junto con Saul Yurkievich, de la edición crítica de Rayuela (París, Colección Archivos, 1991) está convencido de que ésta era la novela favorita de Cortázar. «Yo creo que sí, porque fue el libro donde su estética de buscar sin tener que encontrar (contraria a la de Picasso, que decía: ‘yo no busco, encuentro’) se desarrolló con un deslumbramiento feliz».

Orgulloso, cuenta que cuando fue profesor en la Universidad de Texas, en Austin, logró que la Biblioteca adquiriera los manuscritos de Rayuela, entre otros del autor. «De modo que me tocó ser el primero en trabajar con el borrador. Pude comprobar que Julio había ensayado ocho ordenamientos de los fragmentos antes de dar con el que buscaba. Esa remisión de unos capítulos a otros cuajó en la figura del juego de la rayuela. Antes se llamaba Mandala».

La tercera tribu

Sobre cómo reciben esta novela las nuevas generaciones, Julio Ortega detalla que «Cortázar siempre creyó que sus lectores conformaban dos tribus: los que gustaban de Rayuela y los que preferían sus cuentos. Mis alumnos son una tercera tribu: se demoran más en la poética de la exploración, en la utopía de una literatura radicalmente nueva. En 1972, cuando nos reunimos en Barcelona, lo convencí de que Rayuela era varios libros y que el de Morelli (una de las partes) era otro. Quedamos en que yo haría ese libro... Tenía el gusto del trabajo colectivo, que seguramente venía de su culto por la literatura como juego. Vivía en una suerte de taller compartido. Mis estudiantes son inmediatamente contaminados por esa libertad lúdica, y reescriben sus textos como si fueran suyos», señala.

El ensayista agrega que, además del Año Rayuela en España, el mes pasado, habrá otras celebraciones en París, Buenos Aires y Nueva York. «Este otoño dictaré un seminario sobre esta novela y otras del boom. Es una gran ocasión para recuperar la gracia de lo gratuito en la amistad de esa maravillosa obra».

Para Rafael Olea, Rayuela implicó una saludable novedad en la literatura hispanoamericana de la década de 1960. «Aunque se ha reiterado mucho, creo que todavía es válido decir que la novela rompió las estructuras de eso que he llamado ‘novelas clásicas’, fundadas en el desarrollo coherente de una trama y en la construcción de personajes que actúan por razones relativamente comprensibles».

El investigador de El Colegio de México destaca que se trata de una novela que implica al lector. «Para mí, Rayuela fue la primera obra que me ofreció participar directamente, asumiendo una lectura supuestamente ‘desordenada’. Creo que fue fundamentalmente renovadora, sobre todo en los países en que todavía dominaban los efluvios literarios de las diversas formas de la representación realista tradicional».

El hoy experto en literatura latinoamericana recuerda que leyó esta novela a los 18 años de edad. «Antes, yo había sido fanático lector de los cuentos de Cortázar, en particular los de Bestiario, Las armas secretas y Final del juego. Quizá por esta razón la lectura me agarró menos ‘desprevenido’ que a otros. En contraste con otras novelas más de corte clásico que conocía, Rayuela me pareció divertida y sus personajes bastante inusuales».

Respecto a La Maga, piensa que tuvo influencia sólo en su momento. «Fue un modelo para las mujeres universitarias de las décadas de 1960 y 1970, pero ahora no. Es probable que los modelos de las chicas universitarias actuales salgan de las sagas vampirescas que están de moda, muchas de ellas basadas en obras literarias».

Incluso, asegura que Rayuela ya no es tan buscada por la juventud actual. «Creo que son pocos los jóvenes que se acercan a esta novela, lo cual deduzco por testimonios indirectos».

Y da un ejemplo: «En 2004, la Cátedra Cortázar de la Universidad de Guadalajara organizó un homenaje para conmemorar los 20 años de la desaparición física del escritor. Entre los invitados, la mayoría extranjeros, estuvo el escritor argentino Rodrigo Fresán. Él elaboró un texto creativo para contar cómo nunca había logrado pasar de las primeras páginas de Rayuela, ni siquiera con motivo del homenaje en Guadalajara. Su texto comenzaba diciendo que la invitación le permitiría leer una novela a la que nunca se había acercado; pero narraba cómo no había podido completar la lectura».

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