viernes, marzo 01, 2013

Textos / «Retratando al escritor: la fotografía de Sara Facio» de Adriana Gallegos Carrión

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Julio Cortázar, París, 1967, plata sobre gelatina, 49 x 30 cm.  (Foto: Sara Facio)

C iudad Juárez, Chihuahua. 1 de marzo de 2013. (RanchoNEWS).- Reproducimos el texto de Adriana Gallegos Carrión publicado en Blogs Artes e Historia México el 30 de enero de 2013. Donde revisa la obra de Sara Facio y el ejercicio de retratar escritores.

La obra fotográfica de la argentina Sara Facio (nacida en 1932) es una contribución a la memoria histórica de su tiempo. Ampliamente reconocida en su país de origen y casi desconocida en el nuestro, su trabajo resulta impresionante a la luz no sólo de la historia sino de la estética. Reconocida principalmente por sus retratos de escritores latinoamericanos, Facio nos ha legado una galería de rostros famosos que, por su enorme celebridad, en ocasiones eclipsan la biografía de la fotógrafa.

Leí hace unos días sobre la exposición retrospectiva que el Centro Cultural Recoleta de Buenos Aires organizó sobre la extensa obra de Sara Facio. En la atinada crónica que la columnista Victoria Verlichak hace de la muestra para la revista Art Nexus (núm. 87, vol. 11), nos da cuenta de un impresionante recorrido por décadas de trabajo fotográfico que van desde el fotoreportaje, como la serie dedicada a las exequias del presidente Juan Domingo Perón (1974), hasta el ensayo fotográfico en las series Buenos Aires, Buenos Aires (1968) y Humanario (1976), ésta última sobre la salud mental.

Quiero destacar necesariamente la serie Escritores de América Latina, que me impresionó profundamente: Julio Cortázar, Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti, Juan Rulfo, Gabriel García Márquez, Griselda Gambaro, Augusto Roa Bastos, Guillermo Cabrera Infante, Mario Vargas Llosa, Ernesto Sábato, Adolfo Bioy Casares, Octavio Paz y un largo etcétera, todos ellos posaron para su lente. Acerca de su relación con estos personajes, la fotógrafa expresó en una entrevista al diario El Día realizada con motivo de su exposición retrospectiva: «No era un trabajo, yo los elegía, a todos los elegía. A mí no me llamó Neruda, ni Borges, ni Gambaro para sacar una foto, los llamé yo a ellos». Impresionante corpus que se recopiló en la década de los setenta en el libro Retratos y autorretratos en colaboración con la escritora Alicia D’Amico.

A la pregunta ¿Por qué fotografiar escritores?, Sara Facio contesta contundente: «Mucha gente en ese momento me preguntaba: ‘Vos qué sabés pintura y conocés a todos los pintores, ¿por qué no hacés fotos de pintores?’, y mi respuesta era: ‘Porque es más fácil’. Tenés toda la escenografía hecha, todo lo que rodea a un pintor es estético, por más mal fotógrafa que seas vas a sacar una buena foto. Como mínimo, correcta. En cambio con un escritor, ¿cómo hacés? Con Borges, por ejemplo, que ni te ve, ni te mira, ni le importa. ¿Cómo hacés una foto de Borges?».

Varios de estos retratos en riguroso blanco y negro se han convertido con el paso del tiempo en íconos mediáticos. En el caso del retrato de Julio Cortázar, él mismo lo deseó así: «Quiero que sea mi foto oficial. Me gustaría que esta foto algún día estuviera en la tapa de un libro mío», expresó a Facio durante la sesión en París en 1967. La foto ha sido tan ampliamente difundida que la propia columnista de Art Nexxus Victoria Verlichak afirma casi a manera de adagio: «el Julio de Facio, es el Cortázar de los argentinos». La imagen ha dejado de ser la representación de un rostro para convertirse en la persona misma.

A Octavio Paz lo localizó gracias a Julio Cortázar. El escritor mexicano vivía en Inglaterra donde se trasladó tras renunciar a su puesto como embajador de México en la India como protesta por los hechos de 1968 en Tlatelolco. Las fotos fueron realizadas en 1970 en los bucólicos exteriores de la Universidad de Cambridge.

En Europa también retrató a otro mexicano en el exilio: Carlos Fuentes en los jardines de la Editorial Galimard en parís. Facio nos describe así el encuentro: «Absolutamente consciente de su encanto, posó con pretendida naturalidad. Como para demostrar su atracción, con el mismo atuendo sin agregar un abrigo a pesar del frío parisino, caminamos hasta un café cercano donde las miradas de las mujeres no lo abandonaban. El gran escritor que ya era, dejó paso al latin lover y puedo asegurar que la impresión fue duradera». Eterna y duradera es también la impresión que deja en nosotros la fotografía de esta creadora argentina que a sus 80 años de edad recibe un merecido homenaje. Ojalá que un futuro no muy lejano pudiéramos ver algo de su obra en nuestro país.

Doy crédito de gran parte de los datos biográficos y anécdotas sobre la relación entre la fotógrafa y los escritores al magnífico blog homenaje a la obra de Sara Facio: sarafaciofotografias.blogspot.mx

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