miércoles, abril 10, 2013

Danza / México: Un siglo de la consagración transgresora

.
A cien años del polémico estreno, múltiples versiones de la obra serán celebradas por companías, orquestas, festivales y encuentros artísticos alrededor del mundo.  (Foto: Cortesía Delfos)

C iudad Juárez, Chihuahua. 10 de abril de 2013. (RanchoNEWS).- El estreno del ballet La consagración de la primavera, con música de Igor Stravinsky y coreografía de Vaslav Nijinsky, es considerado el más grande escándalo en la historia de la música. En los 30 minutos que aproximadamente dura la obra, hubo una explosión visceral sin precedentes en el público, la gente quería salirse del teatro parisino, las luces se prendían y apagaban para tratar de contener los gritos y los insultos, el compositor Maurice Ravel desde su palco demostraba su aprobación, pero otros, como la condesa de París, alegaba que en 70 años nadie se había atrevido a burlarse de ella. Una nota de Alida Piñón para El Universal:

Algunas crónicas, incluso, han asegurado que trataron de mover los asientos para impedir que la gente siguiera abandonando el recinto y que hubo golpes entre el público.

Esa famosa velada, el 29 de mayo de 1913, ocurrió en el Teatro de los Campos Elíseos en París, la recordó Stravinsky como la única noche en toda su vida en la que sintió ira y cólera por la reacción.

En el libro Los grandes compositores de la música, de Harold Schonberg, se recoge una de las declaraciones de Stravinsky sobre el estreno: «Abandoné la sala enfurecido, dominado por la ira llegué atrás del escenario donde vi a Nijinsky sostener la cola de su frac, de pie sobre una silla gritaba números a los bailarines como si hubiera sido el patrón de un barco».

Al día de hoy, comenta el director de orquesta Rodrigo Sierra, aún existe el debate entre qué fue lo que provocó la iracundia, la música o la coreografía. «Eran dos rusos en un teatro donde estaban acostumbrados a ver tutús y Stravinsky no era nuevo para los franceses, sabían que rompía los cánones, pero en el estreno todo fue una locura. En lo que sí hay un acuerdo es que hay un antes y un después en la historia de la música después de la Consagración».

A 100 años de esa noche, tanto la música como la coreografía en sus múltiples versiones serán celebradas por compañías, orquestas, festivales y encuentros artísticos alrededor del mundo. En México, por ahora, están anunciadas dos presentaciones en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes. La primera será el 22 de abril, que se dedicará sólo a la música, con dos de los más destacados pianistas del país, Guadalupe Parrondo y Rodolfo Ritter, quienes estarán acompañados de Tambuco.

La segunda será el 15 y 16 de junio, dedicado a la danza, con la compañía de danza contemporánea Delfos, que ofrecerá, según su directora y coreógrafa, Claudia Lavista, una «reinterpretación» de la pieza.

El inicio de la música moderna

En entrevista, el pianista Rodolfo Ritter, uno de solistas más importantes de su generación, sostiene que La consagración de la primavera fue un parteaguas en la música. «Tiene cambios de ritmo, las estructuras son distintas, las melodías tienen una complejidad enorme, es poderosa. Con esta obra nace la modernidad en la música», explica.

De acuerdo con el músico, la obra suele estar en el repertorio de las orquestas pero sólo de las más importantes. «No cualquiera lo puede abordar, muchas tratan, no todas lo logran porque hay cambios muy irregulares, se va un compás o otro y por eso es muy difícil. En México recuerdo una gran lectura de la Sinfónica Nacional con Arturo Diemecke».

Sobre la versión a dos pianos, agrega, es poco tocada en el mundo. «Imagínate que dos pianos, con cuatro manitas, tenemos que hacer lo que hacen 100 músicos, físicamente es muy demandante por su virtuosisimo. Además, valga decir que Stravinsky primero publicó la obra a dos pianos en 1913 y hasta 1924 publicó la versión para orquesta».

Por su parte, Guadalupe Parrondo dice que una obra de vanguardia como ésta ha generado versiones coreográficas de gran relevancia como la de Maurice Béjart, Léonide Massine, Martha Graham, Balanchine, John Taras y Pina Bausch, pero en la música las interpretaciones no siempre han sido afortunadas.

«Todo la parte que habla de la tierra y de los ancestros son muy lentas y profundas, pero se suelen tocar con una velocidad que no es adecuada. La versión que nosotros vamos a tocar con Tambuco -que tocará la parte de percusión de la orquesta-, será todo un reto para los pianistas, porque no sólo no es frecuente que se toque a cuatro manos, sino porque en sí misma tiene una sonoridad maravillosa. ¡Créame, es de susto! Y claro, de una emoción gigante», explica.

Y añade: «No sé si nos avienten tomatazos, pero estamos muy emocionados. En Bellas Artes nos han ofrecido los dos pianos nuevos y esperamos que todo funcione bien. Una obra así requiere de un profundo conocimiento del instrumento para lograr texturas y colores en el sonido. Tardé en decidirme con quién podría hacer esta obra, necesitaba a un aventado para hacer cosas diferentes y el ideal es el maestro Ritter».

Un desafío para la danza

De acuerdo con la investigadora Margarita Tortajada, autora del libro 75 años de danza en el Palacio de Bellas Artes, la primera vez que se presentó una obra con la pieza de Stravisnky fue en mayo de 1982 con el Ballet del Siglo XX de Maurice Béjart, que entonces era dirigido artísticamente por el bailarín Jorge Donn, ambos eran dos de las figuras de la danza con mayor prestigio en el mundo.

Una de las crónicas de esa función la escribió la crítica de arte Raquel Tibol, dedicada entonces también a la crítica de danza. Aunque se centró más en otra de las piezas presentadas Viena, Viena, sólo tú, Tibol resalta que en La consagración de la primavera los bailarines dieron pauta de un notable profesionalismo dentro del estilo de Béjart «híbrido, hecho para ser entendido y gustado por amplios sectores del público, sin cuidarse demasiado de purezas estéticas».

Tortajada advierte que en México han sido pocos los coreógrafos que se han aventurado a acercarse a la obra. Otra de las más memorables es la que hizo Ballet Nacional de México, dirigido por Guillermina Bravo, en 2002, con coreografía de Sergio Blanc, acompañados de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato, bajo la dirección de José Luis Castillo, la compañía fue celebrada por su audacia. EL UNIVERSAL publicó: «Se trata de un espectáculo único: por la dificultad técnica y el costo de la producción».

Una más estuvo a cargo del Taller Coreográfico de la UNAM en 1994.

Ahora, el reto lo asume Delfos, con la obra estrenada el pasado 15 de marzo en Mazatlán.

«Se trata de una pieza llena de imágenes muy potentes, sugestivas y simbólicas, resultado de mucha investigación en materia de simbología, porque trabajamos desde el ritual, pero nos alejamos del guión de Nijinski», ha dicho la coreógrafa.

REGRESAR A LA REVISTA