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Chac-mool, 2004, óleo de Noé Katz. Imagen incluida en el libro del artista que incluye textos de Luis Rius Caso y Crsitina Híjar. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 9 de julio de 2013. (RanchoNEWS).- Tener arrestos para cambiar es «un riesgo que se debe tomar, pues de otra manera uno se queda haciendo lo mismo toda la vida, lo cual se me hace ridículo», expresa el pintor y escultor Noé Katz (DF, 1953), sobre cuya obra versa Con la libertad en el corazón, libro trilingüe (español/inglés/francés) que recopila 21 años de su producción denominada «realismo fantástico». Una nota de Merry MacMasters para La Jornada:
Para Katz, el volumen –que contiene textos de Luis Rius Caso, Cristina Híjar y una entrevista que le hizo Mariliana Montaner– viene a marcar un antes y un después en su trabajo, ya que ha empezado «una nueva obra. Tengo planeado hacer cosas ya no tan figurativas, mi trabajo tampoco es muy narrativo, y tiene una dosis de fantasía. Voy a volverme un poco más abstracto, geométrico, pero que guarde el perfil figurativo».
Ejemplifica con una escultura que es un rostro de perfil: «A esta cara se le adhieren franjas, cosas abstractas y se va a ver muy interesante porque ya está la obviedad del perfil. Ya no tengo por qué pintar el ojito, la boquita, además, me ha dejado de interesar. Ahora es usar el objeto para transmitir una idea que no está muy digerida, entonces, salir de esa obviedad es lo que quiero.»
Lograr el misterio de la obra
Más que la forma, el color ha jugado un papel fuerte y directo en la obra de Noé Katz: «El color crea una forma y cuando se maneja de una manera natural es muy penetrante. Ya vienen los colores así, no hay que hacer tanta mezcla porque pierde pureza. Pero, lo que más busco es lograr el misterio de la obra y de tu espíritu porque la obra es tu autorretrato. Es un retrato siempre de tu estado de ánimo, tu interior, que muchas veces ni te das cuenta. Lo intuyes con el paso del tiempo y creces interiormente.
«Te vas conociendo y te aceptas. Hasta que no te aceptas no puedes saber que es un autorretrato de ti mismo en tu obra, que estás allí. Es como un espejo, no lo ves al principio porque tratas de interpretar algo de la naturaleza, pero no sabes bien. Hasta más adelante, cuando empiezas a verte, ya se convierte en mucho más espiritual. Se comienza a ver ese misterio, en el sentido de que no le das al espectador digerido exactamente qué es».
Katz cursó estudios en la Escuela de Diseño y Artesanías, cuando se encontraba en La Ciudadela, luego recibió una beca para estudiar en la Academia de Bellas Artes en Florencia, Italia.
Respecto de sus maestros, menciona a Fernand Léger, Diego Rivera –«iba mucho a ver sus murales»– y Richard Lindner. Agrega: «Mis influencias en mucho fueron de aquí, de los colores, de ir a los mercados, de ver todo ese colorido de frutas, también las vivencias de México. Siento que aquí la espiritualidad se eleva hacia el color, pero la ciudad se ha vuelto muy gris, que también me interesa, y todo el pulpo de concreto con los segundos pisos.
«Es una cosa como una araña, de una ciudad muy lúgubre, no sé si misteriosa. Se vuelve muy kafkiana, eso también me interesa, porque no soy producto de la provincia, entonces, tengo que esforzarme para ahorita sacar esta temática que ya es muy notoria en mis vivencias en la ciudad de México. Lo intuyo mucho porque ya te sientes como encerrado en una urbe gigantesca, como viviendo en una caja. En un laberinto de muchas avenidas, calles, segundos pisos, es como muy del cine de Fritz Lang. Pero, a la vez, hay mucha pobreza. El monstruo ha crecido pero muchas personas viven muy mal. Todo eso me ha influenciado. Un artista tiene que influenciarse y tratar de transmitirlo hasta donde pueda».
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