miércoles, julio 10, 2013

Libros / España: Caitlin Moran aborda el feminismo desde la «cultura rock and roll»

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La columnista británica (Foto: Europa Press)

C iudad Juárez, Chihuahua. 6 de julio de 2013. (RanchoNEWS).- La periodista inglesa Caitlin Moran se define a sí misma como «una cultivadora de anécdotas». Para una mujer que ha destrozado el lavabo de Brett Anderson, cantante de Suede, antes de irse a la cama con él; que ha ido al lavabo de un club de striptease con Lady Gaga y ha confirmado que sí, es una mujer, pero un poco sucia; incluso que le ha preguntado a Paul McCartney qué cara le gustaría tener después de desfigurarse tras sufrir un accidente de coche, está claro que tiene anécdotas para dar y regalar. Una nota de Carlos Sala para La Razón:

Moran, periodista musical desde los 16 años y una celebridad en su país, se atreve a escribir sus memorias en Cómo ser mujer (Anagrama), un libro que quiere demostrar que el feminismo no es una asignatura de posgrado, sino una forma crítica de mirar el día a día y buscar la revolución . «Hablas a los jóvenes y la revolución parece algo serio y pesado, como un deber. En los años 60, la revolución era otra cosa, algo divertido, creativo, de la que todos formaban parte. Yo sólo busco que las mujeres se den cuenta de ello», aseguró ayer Moran.

Su vida ha sido «toda una aventura» y así lo escribe. Creció en una familia pobre, que vivía de subsidios, con siete hermanos pequeños. Su madre ni siquiera los matriculó en la escuela. «Mi educación fueron los dibujos animados. Mis profesores, Bugs Bunny y el pato Lucas. Supongo que el humor me viene de allí. Mi madre no se veía con fuerzas de encontrar los ocho pares de calcetines y zapatos correctos para sus hijos a las siete de la mañana para mandarnos a todos a la escuela», afirmó la escritora.

De pequeña se dio cuenta de que vivía en un patriarcado y que valía la pena luchar contra ello. Este sentimiento fue creciendo hasta que se hizo intolerable. Ya adulta, odiando con toda su alma los tacones, «si a los hombres no les piden que anden sobre cuchillos, por qué tengo que hacerlo yo», acorralaba en una esquina a cualquier mujer que le decía que no era feminista y le soltaba su discurso. «Acaso no tienes estudios y vives bajo las órdenes de tu marido; quieres renunciar al sufragio universal y devolver tu voto al parlamento; aceptas que a tu hija la puedan violar y no sea delito. Si no es así, eres tan feminista como yo. Ponía a las mujeres en situaciones difíciles hasta que mis amigos me dijeron que escribiera un libro y dejara en paz a la gente», señaló Moran.

Lo hizo y el resultado son unas memorias gamberras en que habla de feminismo, alcohol, bodas, familias numerosas, madres pasivas, cantantes de rock, primeros amores, últimos amores y, sobre todo, de aceptarse a uno mismo. «Es lo contrario a un libro de autoayuda. En éstos se trata a la mujer como si fuera un problema que arreglar. Yo no propongo arreglar nada, sólo demostrar que la mayoría de veces no hay problema», concluyó Moran.

Un libro que ha enamorado a 32 países

La película

El éxito del libro, con más de 500.000 ejemplares vendidos sólo en Gran Bretaña, ha hecho que se estrene una «sitcom» en la televisión inglesa y que se prepare una película. En febrero, Moran tiene previsto acabar el guión final e iniciar el rodaje. Si tuviese que elegir a la actriz que la interpretase, ella lo tiene claro. «Por supuesto, sería el Dustin Hoffman de Tootsie. ¿Podría un hombre de 72 años interpretar a una niña de 13? Sí, y ganaríamos un Oscar, seguro», comentó.

Diferentes lecturas 

Lo que más le ha sorprendido del éxito del libro son las diferentes lecturas que se han hecho dependiendo del país. Por ejemplo, en China, la portada sólo era una pierna escultural, con un enorme talón, levantada en alto. «Creo que no han leído el libro o creen que ser una mujer es ser una pierna», afirmó Moran. En Estados Unidos les interesaba el feminismo académico; en Italia e Irlanda, el tema del aborto; en Alemania borraron un capítulo sobre una gran boda porque allí nadie se casa así; y en Suecia, que creían saber todo sobre feminismo, no podían creer que una mujer con hijos hablase tan libremente de drogas.



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