miércoles, julio 31, 2013

Literatura / Entrevista a Miguel Sabido

.
El guionista mexicano. (Foto: Carreño)

C iudad Juárez, Chihuahua. 30 de julio de 2013. (RanchoNEWS).- Miguel Sabido es un hombre de teatro que, dice, ha vivido a gritos y a carcajadas. Su más profunda pasión ha sido el rescate de las pastorelas, un género que hace medio siglo estaba en peligro de extinción y que hoy sigue vigente, en buena medida, gracias a su incansable labor. Alida Piñón lo entrevista para El Universal:

También ha sido un hombre de la televisión, por lo que tuvo que pagar el precio de ser señalado como el «Judas de la cultura»; a cambio ganó el reconocimiento internacional y enseñó al mundo que la televisión podía ser utilizada para fines educativos y sociales.

El dramaturgo, guionista, director de escena, poeta e investigador ha acumulado más de 50 premios nacionales e internacionales. Obras como Falsa crónica de Juana la Loca –que recientemente se transmitió en Filipinas– y Las tentaciones de María Egipcia se volvieron iconos del teatro mexicano.

En el marco de sus 75 años de edad, el Instituto Nacional de Bellas Artes le rendirá un homenaje en el Centro Cultural del Bosque, hoy a las 19 hrs.

¿Recibir un homenaje lo ha orillado a mirar en retrospectiva su trayectoria?

Se cumplen 50 años de mis pastorelas y mis 75 años de vida, el Citru (Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información Teatral «Rodolfo Usigli») tuvo la gentileza de recordarlo he hizo un CD con el que se recuerda el trabajo que hice en teatro. Mi obra ha sido torrencial, porque he hecho cine, teatro, televisión, investigación. De todo lo que he hecho hay dos cosas que me han obsesionado: México y cómo puedo ayudar a que la humanidad dé un salto en su evolución, por eso hice televisión y me enfoqué en el famoso entertainment education.

El homenaje ha sido muy conmovedor porque desde que se dio a conocer, se han ido sumando otras instancias que desean celebrar mis 75 años y ha sido muy emocionante para mí; por ejemplo, el INBA a través de su Coordinación de Literatura hará una lectura de algunos de mis textos que no son muy conocidos pero que para mí son muy entrañables porque hablan sobre cómo, siendo un adolescente, conocí a personas como Carlos Pellicer, Pita Amor, Rodolfo Usigli –que es mi tío–-, Inés Arredondo, Alfonso Reyes, Octavio Paz, en fin, todas las personas que fueron el olimpo de la cultura. Y también se hará algo en la próxima edición de la Feria Internacional del Palacio de Minería.

¿Su padre fue la figura central de lo que sería su carrera?

He sido un hombre muy privilegiado. Mi padre fue un indígena que aprendió a hablar español a los 13 años y me llevó a bailar a Chalma cuando tenía seis años y ahí descubrí el mundo de las fiestas mexicanas, después fuimos a las pastorelas, bailé en La Villa, entre muchas otras cosas. Me conmueve tanto el mundo indígena, es la esencia de México; y los criollos durante cinco siglos hemos trazado un muro de salitre frente a los indígenas. En Yucatán a los niños les obsequian un objeto que definirá lo que harán de grandes y a mí me dieron un lápiz, luego utilicé máquina de escribir y me gustan mucho, porque el sonido del teclado de una computadora es muy suave, mientras que el de una máquina de escribir parece que te arrojas, es fisiológico, el sonido es muy fuerte, el acto de escribir en una máquina es una delicia.

¿Y el lápiz?

No sé, yo sabía leer desde muy chiquito, mi papá me ponía a leer a los clásicos, pero no sabía escribir, así que cuando escribo a mano me salto letras, por eso prefiero la máquina.

¿Qué es aquello de lo que más se siente satisfecho?

Es una falta enorme de modestia, pero me siento profundamente satisfecho de haber contribuido a rescatar las pastorelas que hace 50 años eran ya un género en extinción. A veces me he sentido muy humillado porque voy con las autoridades para decirles que hagamos festivales, que rescatemos textos, pero la mayoría me ven como si estuviera loco o me dicen que luego me llaman, así que, literalmente, me la he pasado limosneando 50 años para que se hagan pastorelas. El desprecio por el mundo indígena viene desde las Leyes de Indias y no puede ser. México no es una raza mestiza, hay 7 millones de seres humanos que no tienen una gota de sangre europea, así que somos un país pluricultural y nos enriquecimos con el español.

Las pastorelas son la continuación de 3 mil años de cultura mexicana y los indígenas han guardado la tradición, pero nadie los ayuda a realizar sus fiestas; todos estamos muy orgullosos del jarabe tapatío, de las pastorelas, pero ¿quién les ayuda a hacerlas?, la mayoría de la gente los desprecia y piensa que son cosas de indios.

Por ejemplo, en el libro Rescatando pastorelas escogí cinco cuadernos antiguos de pastorelas y los adapté para la escena moderna para que cualquier director las haga.

Lo que hice fueron grandes pastorelas con 300 bailarines, cantantes y actores, con trajes pintados a mano, porque quiero que nos sintamos orgullosos de que nuestro teatro es maravilloso.

¿Y de las telenovelas?

La telenovela es tan denostada... Cuando en 1967 empecé a hacerlas, pensé que no eran malas, sino que nosotros no sabíamos hacerlas, así que me inventé una metodología para utilizarlas socialmente, por ejemplo una (Caminemos) permitió que medio millón de adultos se inscribieran en el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos; otra (Ven conmigo) logró que bajara el índice de explosión demográfica de 3.7 al 2.4; fue tal el éxito que Indira Gandhi me llamó para que la asesorara, así que fui a la India e hice dos telenovelas sobre planificación familiar y hace seis meses me llamaron porque quieren hacerme un reconocimiento, pues consideran que esas telenovelas fueron básicas para contener la explosión demográfica.

Las históricas también fueron un hito de la televisión mexicana

Fueron muy importantes y Emilio Azcárraga Milmo me dejó hacer una gran cantidad de cosas, por esto fui satanizadísimo, decían: «¡Uy, cómo Sabido trabaja en Televisa!». Ahora todo mundo trabaja ahí, Carlos Monsiváis salía, Elena Poniatowska aparece en el Canal 2 y nadie le dice nada. No importó que yo hiciera telenovela histórica y de contenido social, que hiciera los encuentros de comunicación... siempre me señalaron como el «Judas, traidor de la cultura». Ya todo eso se olvidó, hace 14 años que no trabajo ahí.

¿Esa época fue difícil o la pudo sobrellevar?

La pasé muy mal, pero he sido una persona que ha defendido la pluriculturalidad, he estado en contra de las guerras, de las injusticias. No tengo dinero, vivo de recuerdos.

Sé que estoy en los últimos capítulos de mi telenovela, pero sé que tendré un final muy feliz porque he disfrutado todo lo que he hecho, nunca le hice mal a nadie. Sí, fui muy satanizado pero pude hacer cosas como la reconstrucción del teatro evangelizador en náhuatl y si Emilio Azcárraga no me hubiera patrocinado con sus cámaras, México no hubiera tenido las pastorelas o las reconstrucciones que hice con Miguel León Portilla. Viví a gritos y a carcajadas, decía San Gregorio que a la gente de teatro no se nos podía enterrar en sagrado porque no teníamos alma que salvar y tenía razón. La gente de teatro se salta las convenciones y vive intensamente.

¿Y laboralmente con qué cuenta en ese final feliz?

Carlos Monsiváis, que fue un amigo entrañable, por ejemplo, dejó su biblioteca y he pensado en hacer eso, pero yo soy muy digital, así que he decidido dejar tres sitios de Internet: Fiestas de México, tres mil años de representación sagrada, La teoría tonal en la comunicación humana y Entertainment Education; estoy trabajando mucho en esto porque tendrá todo lo que he hecho en plataformas que ya son del siglo XXI. Uno de los sitios lo vamos a inaugurar en la Feria del Libro Internacional del Palacio de Minería; después se seguirá alimentando con nuevos textos de pastorelas.



REGRESAR A LA REVISTA