martes, agosto 13, 2013

Arte Público / México: Los nuevos muralistas mexicanos

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Mural de Sego. (Foto: Federico Gama)

Ciudad Juárez, Chihuahua. 11 de agosto de 2013. (RanchoNEWS).- En junio pasado Saner concluía un mural en Cuernavaca y empacaba sus latas de aerosol para pintar las paredes del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO), junto a once de los más reconocidos artistas urbanos locales e internacionales, escribe Cynthia Arvide para El Universal.

Al mismo tiempo, Sego llegaba a una ciudad en Suecia donde realizaría un mural dentro del festival de arte Open Art. Seher One y Smithe regresaban de Alemania, donde colaboraron en un mural en un centro dedicado a la difusión del arte. En Tijuana, El Norteño, Ferna y Rod Villa trabajaban en un proyecto de mural de 400 metros cuadrados.

Curadores, galeristas y promotores de arte los llaman los nuevos Siqueiros, Orozco y Rivera. La corriente del muralismo que surgió a principios del siglo XX ha revivido –más bien transmutado– con una generación de jóvenes artistas mexicanos que está tomando las paredes y las calles como lienzos a gran escala donde convergen elementos de ilustración, diseño, post-graffiti y pintura.

El escritor José Vasconcelos, secretario de Educación Pública en los años 20, comisionó a los pintores más destacados para que usaran los muros de los edificios públicos como lienzo. Las obras tenían como objetivo educar a la población y consolidar la identidad nacional. Casi un siglo después volvemos a ver trazos y color en el espacio público, ahora como un movimiento de arte callejero.

En la última década se ha producido un auge del muralismo contemporáneo, entendido como una rama del arte en la calle (street art, en inglés) o arte urbano. Enormes paredes en ciudades del mundo se han poblado de personajes, de formas y de color, bajo firmas que comenzaron en el anonimato, pero hoy tienen millones de seguidores y se cotizan en miles de dólares.

En México se produce arte urbano, pero se tardó más que otros países en salir de los circuitos underground. Un grupo de artistas ha sobresalido y ya los buscan curadores, periodistas, galeristas e incluso publicistas. Sin duda, hay nombres que se escuchan más que otros: Saner, Sego, Seher, Smithe, Dhear, Minoz & Meiz, Neuzz, El Norteño. No son todos ni los únicos, pero son reconocidos como representantes del arte urbano mexicano.

Ellos crecieron con el legado de los muralistas clásicos pero también con un legado visual del cómic, los videojuegos y con la influencia, gracias a Internet, de lo que hacían los street artists de otros paises como Os Gemeos, Roa, Escif, Blu, Aryz o Shepard Fairey.

En 2011, Javier Iglesias Algora, director de la revista de arte española Belio Magazine, curó una exposición en el Centro de Cultura Contemporánea L’Escorxador, en Alicante, con el nombre «Arte urbano mexicano». Expuso la obra de Dhear, Saner, Seher y Sego. Sobre la exposición, se puede leer en su blog: «Creemos que ellos son cuatro de los artistas urbanos de México con mayor proyección internacional dentro del mundo del arte». Al preguntarle sobre la escena mexicana, el curador comentó: «Desde hace tiempo había fijado mi atención en la escena mexicana. Creo que es donde veía una mayor fuerza y conexión entre distintos artistas. Su obra tiene raíces en la cultura y el color de México, donde además hay una antigua tradición muralista, pero también reciben la influencia del mercado del arte americano, desde la escena de galerías de Los Ángeles y Nueva York, hasta el Art Basel de Miami».

Semillero de artistas

Una bodega abandonada de la familia Shimizu se convirtió en una de las mayores colecciones de arte urbano del país concentradas en un inmueble. Roberto Shimizu Jr. se apropió del espacio en la colonia Doctores, del DF, para crear el Foro Cultural MUJAM (anexo del Museo del Juguete Antiguo).

En las paredes del foro convive la obra de decenas de grandes artistas internacionales de street art con talentos locales. «Ofrecí el espacio desde las redes sociales para todo tipo de artistas y disciplinas. Llegaron muchas bandas de música, artistas de performance, de teatro, y un buen de grafiteros. Entre ellos, un día llegó Saner», cuenta Roberto.

«Llegó con su escalera, sus latas. Desde el momento que lo vi pintar, dije 'este güey está cabrón'. La calidad, la velocidad con la que pinta, el manejo del aerosol. Ese primer mural que hizo en el foro es emblemático», dice Roberto.

El Shimi, como le llaman muchos de los artistas, ha tenido un papel fundamental en la escena de arte urbano en México. Él ha organizado la mayoría de los encuentros entre artistas locales e internacionales. Se dedica a buscar espacios para nuevos talentos y es una de las mentes detrás del primer festival de arte urbano en la Ciudad de México, All City Canvas, que fue en 2012.

«Fui artífice de muchos de ellos», dice Roberto. «Ahora se consideran los representantes del street art mexicano, aunque su ascenso fue muy rápido. Ya tienen fama, dinero y hasta groupies. Creo que algunos perdieron el piso».

Los elegidos

Sólo dos mexicanos compartieron el cartel del All City Canvas con siete superestrellas del arte urbano mundial: Saner y Sego. Saner pintó un costado del Hotel Reforma Avenue, sobre la calle de Donato Guerra, en el Centro. Sego intervino la fachada del exclusivo Hotel W, en la colonia Polanco.

Edgar Flores, Saner (que en inglés quiere decir más sano mentalmente), estudió diseño gráfico y trabajó en una agencia de publicidad antes de dedicarse por completo a las artes plásticas. Su estilo incorpora elementos del folclor mexicano –en particular las máscaras y calaveras– en un contexto contemporáneo, con tintes de humor, misticismo y crítica social.

Además de intervenir docenas de espacios en varias ciudades de México, Europa y Estados Unidos, la editorial de Belio Magazine le dedicó un tomo de su colección Die Young, dedicada a artistas jóvenes e innovadores de la escena de arte urbano. El trabajo de Sego también aparece en algunos libros especializados, como Street Sketchbook y Graffiti Planet.

Las criaturas que pinta Carlos Segovia bajo el seudónimo de Sego se distinguen por un efecto de sombreado, creado con la técnica del achurado, que de acuerdo con especialistas es muy raro ver en piezas de arte urbano. El artista se inspira en la fauna y naturaleza del Istmo de Oaxaca, donde vivió durante la infancia. Bajo un segundo seudónimo, Ovbal, Carlos pinta otro tipo de formas, abstractas y basadas en ondas de sonido.

El All City Canvas no fue la primera vez que estos artistas coincidieron en un proyecto. En 2010 colaboraron en el mural «Tejedores de sueños» en el Museo de las Culturas Populares, en el DF, para los festejos por el aniversario de la Independencia y Revolución Mexicana. En 2011 los invitaron a pintar una de las paredes de Wynwood, en Miami, un proyecto creado por el magnate de la construcción Tony Goldman para revitalizar un barrio industrial con intervenciones de los mejores artistas urbanos.

En el video que documenta el proceso en Wynwood, Sego dice: «Este proyecto es muy importante porque nuestro trabajo ahora no es sólo para nosotros». Luego, Saner agrega: «Cuando empecé a hacer graffiti, lo hacía por diversión, lo hacía para mí. Y con el tiempo fui entendiendo que transmites un mensaje y la gente lo ve todo el tiempo. ¿Qué mensaje quieres dar? Ése es el poder del arte, del arte público».

En entrevista por teléfono, Sego habla también sobre la responsabilidad de un artista urbano y sobre representar a México cuando va a pintar fuera del país: «Al principio, como adolescente, yo pintaba afuera para que me vieran, era ególatra. Con el tiempo me di cuenta de que lo que hacía tiene una repercusión y un impacto en la gente. Trato de dejar una conciencia de que México es otras cosas, no sólo la violencia».

Desde la frontera

En Tijuana, el artista que firma como El Norteño está convencido del poder que tiene el arte urbano para generar un cambio positivo en la sociedad. Alonso Delgadillo, El Norteño, es en realidad tapatío de nacimiento. De niño le gustaba admirar en los libros de texto los murales de Orozco y Rivera.

Se graduó de Diseño gráfico en Tijuana y después se fue a Buenos Aires para estudiar la maestría. En la capital argentina empezó a pintar «monitos», como él les llama, y a firmar como El Norteño. Ha pintado hasta ahora más de quinientos. Son personajes sonrientes, con sombrero o con bigote: una caricatura del latinoamericano.

«Son adultos que parecen niños», dice Alonso. «Cuando pinto en la calle la gente pasa y me platica sus historias. Todo lo que me dicen es lo que está en el mural, no hago bocetos previos». Para El Norteño es importante el contenido, además de tener un estilo propio. Eso es lo que desea enseñar a sus alumnos en la Universidad Autónoma de Baja California, donde es profesor.

«Mi proyecto se trata de que la gente pueda llevarse algo bueno con lo que hago: una idea, una reacción. En la calle todos ven mi trabajo: el que tiene lana, el que no tiene, el indigente».

Localismo radical

«Al igual que muchas personas en Los Ángeles, siempre he pensado que los murales son cursis. Ver los tuyos me hizo reconsiderar todo el género», le dijo la crítica de arte californiana Chris Kraus en una entrevista a Fernando Corona, otro artista de Baja California que explora el tema de la realidad local y plasma miradas, rostros y personajes de Mexicali.

Kraus asistió a una muestra colectiva en el centro cultural Mexicali Rose y le interesó tanto el proyecto que lo analizó en un ensayo. El contacto con ese grupo de artistas, incluido Fernando, luego derivó en una exposición llamada Localismo Radical en la galería Artists Space, en Nueva York.

«Hay una escena bien lograda de arte urbano en la frontera», dice Fernando, mientras prepara un nuevo lienzo al pintar de blanco una pared grafiteada en el centro de la Ciudad de México. «Lo que yo hago es meter personajes locales porque lo global lo que hace es que unifica un montón de cosas, y a mí lo que más me atrae son las cosas peculiares».

Después de la muestra en Nueva York, invitaron a Fernando a la feria de arte Art Berlin Contemporary, en Alemania. «Allá me pagaron bien, además del hotel, avión y gastos. En cambio, tuve que mover cielo, mar y tierra para venir al DF. Todo está como en ciernes aquí. En cambio, en otras ciudades como París o Londres ya están capitalizando esto: hacen tours, invierten, invitan a artistas. Lo ven como patrimonio de la ciudad. En Mexicali, hice uno con Rodrigo (Villa) en una de las calles principales. Salió en la portada de una revista. Un día pasamos y el Gobierno lo había borrado».

Los happy people

El dueño de la galería Fifty24mx, Arturo Mizrahi, quisiera que las autoridades apoyaran más al arte urbano: «Que el gobierno no solo diga 'sí, les damos espacios públicos, píntenlos y a ver cómo consiguen la pintura, cómo suben a los artistas, y a ver qué marca global viene y pone su logo'. Eso es válido, y qué bueno que se puede lograr a través de ese tipo de tratos, pero sería fantástico si el gobierno pudiera destinar un presupuesto y comisionar murales».

Arturo responde mis preguntas en su oficina, sentado bajo un cuadro de Saner que vale cuatro mil 500 dólares. Hay que saber que él y su socia Liliana Carpinteyro son los creadores de una importante plataforma de exhibición, venta y creación de proyectos relacionados con la corriente de arte que ellos prefieren llamar underground fine arts o young contemporary art.

En 2006, Arturo y Liliana abrieron su casa/oficina como un espacio de intervenciones de artistas llamado «Elaboratorio». Entre los primeros que pintaron esas paredes estuvieron Smithe, Dhear, Sego y News. Poco a poco llegaron más artistas emergentes a tocar a la puerta de esa casa en el D.F. Desde su agencia creativa Los Happy People, empezaron a proponer intervenciones de arte a marcas.

En 2007 inició el proyecto de arte urbano en el Mercado Michoacán en la colonia Condesa. «La idea era intervenir con un artista internacional y un artista local. Adidas traía a la artista francesa Fafi para la inauguración de su tienda, le gustó el proyecto y se hizo una colaboración con News y Mookiena. Fue un parteagüas de la escena de street art local, por el interés y la prensa que generó», dice Arturo.

El mercado de la colonia Condesa ha cambiado de colores y de estilos desde entonces. Lo más reciente estuvo a cargo de Apolo Cacho, un artista joven de la Ciudad de México que se mueve entre el realismo y lo fantástico. Es una de las intervenciones con motivo del lanzamiento del cuarto videojuego God of War. Saner, Seher y Minoz también participaron en ese proyecto.

«Los nuevos artistas que hemos descubierto son Apolo Cacho y Curiot», dice Arturo. Empiezan a escucharse nuevos nombres. Roberto Shimizu me cuenta entusiasmado de sus futuros proyectos y de cómo quiere empujar a una nueva generación de street artists mexicanos. Compruebo que la naturaleza efímera del arte urbano persiste, más allá de la calle. Una nueva generación de artistas ya quiere superar a los llamados nuevos muralistas mexicanos.


CYNTHIA ARVIDE es periodista independiente especializada en arte y cultura. Desde hace un par de años se ha obsesionado con descubrir todo acerca de la escena de arte en la calle.


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