martes, agosto 20, 2013

Libros / México: La exposición «La piel del libro - Encuadernaciones históricas en la Biblioteca Lafragua»

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Libro de la exhibición. (Foto: El Universal)

Ciudad Juárez, Chihuahua. 16 de agosto de 2013. (RanchoNEWS).- La encuadernación de libros es un oficio joven en México comparado con países europeos o asiáticos y aunque ha vivido diferentes momentos desde el siglo XVI a la fecha, la investigadora mexicana Martha Romero no duda en señalar que hoy en día, gracias a la labor de los maestros encuadernadores que enseñan el oficio a través de talleres, cursos, exposiciones y concursos, la encuadernación está teniendo un resurgimiento, reporta Yanet Aguilar Sosa para El Universal.

Sin embargo, es también un oficio viejo que se introdujo a México con la llegada de los españoles (y otros europeos) en el siglo XVI, y que se afianzó con la instalación de la Primera Imprenta de América, en 1539.

«Como cualquier otro oficio, su enseñanza y práctica en la Nueva España estuvo determinado por diversos factores: la disposición de materiales y herramientas en el mercado, quién podía enseñar el oficio, la organización y legislación para ser ejecutados y, la necesidad del servicio o el producto», afirma la investigadora del Instituto de Investigaciones Bibliográficas (IIB) de la UNAM.

Es un arte rico, como el que resguarda la Biblioteca José María Lafragua de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, que a principios de esta semana inauguró la exposición La piel del libro. Encuadernaciones históricas en la Biblioteca Lafragua, curada por la doctora Martha Romero e integrada por 86 encuadernaciones que muestran distintos momentos históricos, desde el siglo XVI hasta nuestros días.

Las encuadernaciones de uso diario y cotidiano que conserva esa biblioteca dan cuenta de los factores económicos y la función que la sociedad le ha dado al libro en las distintas épocas y en un entorno regional. Para la exposición, los libros fueron elegidos por su encuadernación y la época en la que fueron hechas, independientemente de su título, autor, tema e incluso belleza.

Mercedes Salomón Salazar, jefa de Conservación de la Biblioteca Lafragua, asegura: «Obviamente, lo que rige la selección es el año de impresión, pues la exposición tiende a mostrar las características de las encuadernaciones y los cambios que tuvieron en los diferentes siglos, desde el siglo XVI al XXI».

Romero, doctora en Historia de la encuadernación por la University of the Arts London, Camberwell College, en Inglaterra –una de las cinco personas en el mundo con estudios doctorales en la historia de la encuadernación– dice que ésta es uno de los elementos en el libro más vulnerables a ser sustituido: «Si se rompe o se maltrata, se cambia».

Estudios recientes confirman que la encuadernación es fuente de información y su conservación permite comprender mejor el impreso que resguarda. «La evidencia material (materiales y técnicas) aportan información de uso y función del libro, del mercado y comercio del objeto, de las prácticas de la lectura, de la sociedad en la que fue creada. Además, es posible rastrear el camino por el que ha transitado el objeto, pues cada país, cada región, en cada época, se desarrollaron técnicas particulares que permiten determinar el origen y periodo de ejecución de la encuadernación que no siempre es contemporánea al impreso», señala Romero.

«La epidermis»

«Del siglo XVI al XVIII, los materiales utilizados para encuadernar mayoritariamente son pieles y pergaminos. En el siglo XIX se introduce el uso de la tela para las encuadernaciones industriales y en el siglo XX y hasta nuestros días se usa papel, cartón y tela. A partir del siglo XIX, materiales como la piel se ven en encuadernaciones o más lujosas o en las que se busca dar una apariencia así. El pergamino entra en desuso a partir del XIX, lo que no significa que no se usará de vez en cuando», dice Romero.

La investigadora, que junto con la doctora Marina Garone organiza el Seminario Interdisciplinario de Bibliología en la UNAM, asegura que las encuadernaciones del siglo XVI son estructuras muy complejas, sobre todo en los libros encuadernados en tapas duras de madera o cartón; mientras que los encuadernados en pergamino flojo son más sencillos, lo que no quiere decir que las estructuras sean de menor calidad, simplemente el tipo de encuadernación no requiere de los elementos y sistemas de unión entre el cuerpo y la tapa que sí necesita la encuadernación de tapa dura.

«Con la mecanización se simplificaron aún más los procesos de encuadernación: al inicio, el cuerpo era cosido a mano y la cartera se hacía mecánicamente y luego se unían ambos elementos manualmente. Después todo fue mecánico, como sucede hoy en día. La encuadernación manual siempre ha acompañado a la encuadernación mecánica, conviven desde la introducción de la encuadernación mecanizada y luego industrializada», afirma la profesora de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía «Manuel del Castillo Negrete».

Sobre la exposición

Dependiendo de la época de producción, hay encuadernaciones en piel o pergamino con decoraciones gofradas y doradas, en tela o metales. En La piel del libro se exhiben dos ejemplares con herrajes, uno antiguo y uno del siglo XX; y un bello misal hecho con pequeñísimas incrustaciones y cantos dorados.

«Entre la exposición hay libros que además cuentan con marca de fuego y uno en especial tiene un sello a tinta en el canto de frente. Otro ejemplar posee un supra-libris con un escudo heráldico, seguramente relacionado con su antiguo poseedor. Muchos de los libros antiguos poseen anotaciones manuscritas diversas en sus portadas: algunas nos dan noticia de sus poseedores (sea de un convento o de un particular) mientras que otras nos dejan saber que fueron sujeto de expurgo o censura», afirma la investigadora Martha Romero.

Mercedes Salomón dice: «se mostrarán las encuadernaciones, ninguna de las obras se exhibe abierta ni se expondrá ninguna portada ni grabado; todas están en función a la encuadernación sin atender su temática o al autor».

Martha Romero, la curadora de la bella exposición, concluye: «De alguna manera la encuadernación nace para mantener unido el cuerpo y protegerlo. En términos prácticos, un libro encuadernado es más fácil de manejar, transportar, consultar. Por tradición, cuando se habla de encuadernación nos referimos al material de recubrimiento, en ese sentido, es la epidermis».

La piel del libro. Encuadernaciones históricas en la Biblioteca Lafragua, estará abierta hasta el 10 de octubre, de lunes a viernes de 9:30 a 17 horas, en la Biblioteca Histórica José María Lafragua, que se ubica en Av. Juan de Palafox y Mendoza 407. Centro Histórico de Puebla. La entrada es libre.

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