martes, septiembre 24, 2013

Música / Ciudad Juárez: «Gerry López en La Cucaracha», reseña de un íntimo concierto

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El saxofón de Gerry. (Foto: RMV / RanchoNEWS)

Ciudad Juárez, Chihuahua. 22 de septiembre de 2013. (Rubén Moreno Valenzuela / RanchoNEWS).- Esta reseña comienza en Nueva York. Hace muchos años. El día en que el joven estudiante Erik Unsworth aprendió a andar en las calles y en los andenes del metro con el instrumento que sería su pasión vital: el contrabajo.

Erik recordaría esos tiempos en esta tibia noche de principios de otoño en El Paso, Texas; donde ahora es maestro de música en UTEP.

Lo recordaría este domingo en el momento, cerca de ocho p.m., en que estaciona su camioneta en las cercanías del puente internacional (Paso del Norte, también conocido como Puente Santa Fe), paga el peaje y cruza a pie sobre el extinto Río Bravo con su contrabajo y desemboca –con su Jazz, all that Jazz– en la Avenida Juárez-Ciudad Juárez-Chihuahua-México.

Entra en el primer edificio de la avenida, en la ya legendaria cantina «La Cucaracha» de Roberto López.

Ahí lo espera Gerry López, joven saxofonista juarense, cuyo talento le ha retribuido fama internacional, con quien dará un recital en compañía del baterista Carlos Mireles y del pianista Miguel Rodríguez.

Entonces la noche se llena de jazz.

Mainstrean jazz.

Gerry López los invoca y llegan: Dizzy Gillespie, Duke Ellington y Charlie Parker.

Sobretodo Parker. Bep-bop-bep-bop-bep-bop. El maestro de la velocidad de Gerry, quien también se place en prolongadas notas que denotan su muy depurada técnica.

Ingresa en la noche además el recuerdo de Paul Desmond y Gerry Mulligan, cuando este otro Gerry interpreta suavemente las baladas «My foolish heart» y «The nearness of you», en la cual Erik Unsworth le da calidad de violonchello a su instrumento en su solo.

De izq. a der.: Gerry López, Erik Unsworth y Carlos Mireles en «La Cucaracha». (Foto: RMV / RanchoNEWS)

Ahora sólo queda el eco de las notas de color oro, como el saxofón de Gerry, que vibran en el recinto. Los aplausos. La gratitud del joven juarense a la Asociación de Amigos que ha sido creada para apoyarle en su estancia en París, donde estudia becado en el conservatorio; su gratitud también al pequeño grupo de asistentes que ha tenido la fortuna de presenciar este recital, íntimo y memorable, con el que se despide de su ciudad.

Y Erik regresará por el puente con su contrabajo, una vez cumplida su función de cónsul del jazz en esta frontera.

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