jueves, octubre 03, 2013

Festival Internacional Chihuahua / «De la inmortalidad del Mariachi», reseña de la obra «Soy mariachi» de la SCJ

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Paloma del Río en un momento de la escenificación. (Foto: Gabriel Cardona)

C iudad Juárez, Chihuahua. 2 de octubre de 2013. (RMV / RanchoNEWS).- Soy Mariachi, una obra creada por el dramaturgo tapatío José Lira y producida por la Secretaría de Cultura de Jalisco, se presentó ante un complacido público que casi llenó el Teatro Víctor Hugo Rascón Banda, en lo que fue el último evento del IX Festival Internacional Chihuahua en esta frontera.

La comedia musical remite a la llamada Época de Oro del cine mexicano.

El montaje es sostenido por un argumento que pudiera ser casi un lugar común (el hombre que desatiende a su compañera por perseguir una meta –rescatar para su usufructo los derechos de autor de una campirana canción que compuso su abuelo–, que se da cuenta que más importa el amor y la familia), cuyos diálogos fueron adoptados a localidad («más caro que el María Chuchena de Ciudad Juárez», «magnate de Anapra»).

Tiene un buen trabajo actoral en conjunto, donde además de la labor de Carlos Esqueda en el papel del patiño (quien también es el director) y de Tere María, Juan Manuel Azcona y Eduardo Villalpando; destaca la pareja protagonista integrada por Paloma del Río y Juan Miguel Portillo, competentes cantantes también.

La obra, realizada a partir de una investigación de Jesús Jáuregui, celebra la declaración del mariachi como bien inmaterial dentro de la lista de Patrimonio Cultural de la UNESCO; y tiene como fin didáctico instruir acerca del mariachi y su historia.

Así se informa que la región endémica de esta música la constituyen los estados de Jalisco, Michoacán, Colima y Nayarit; que el nombre del conjunto proviene de la tarima donde se bailaba el fandango, que los instrumentos tradicionales eran el violín, la guitarra y la vihuela; que Cirilo Marmolejo fue de los primeros en mudarse a la Ciudad de México, donde el mariachi se vistió de charro y se modernizó.

La puesta en escena corrió con deficiencias técnicas, principalmente el sonido (por obvias cuestiones de premura) y una iluminación muy poco imaginativa.

Aunque el montaje descansó plenamente en la música del mariachi moderno (con incursiones del grupo Venado azul, un mariachi huichol; y un mariachi michoacano tradicional con un excelente arpista) con un repertorio para una fiesta: «Ando volando bajo», « El Rey», «Cielo rojo», «Ay Jalisco, no te rajes», «Amorcito corazón», «La Negra», «Guadalajara», etc., etc., etc., etc.; sin olvidar el trabajo del ballet folclórico de Everardo González.

Sólo faltaron Los Tres García, me digo en broma cuando concluye el espectáculo de casi dos horas; y también me viene a la memoria la película Mars Attacks! (1996) de Tim Burton, en cuya escena final, cuando los marcianos han sido derrotados y el planeta quedó arruinado, en los escombros del Capitolio de Washington, llaman al único conjunto musical que ha sobrevivido para que interprete el himno nacional de Estados Unidos; sí, en efecto, es un mariachi.


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