jueves, febrero 06, 2014

Arqueología / Israel: Hallada la prueba más antigua del uso humano del fuego en esta región

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Acceso a la cueva de Qesem, yacimiento cercano a Tel Aviv.. (Foto: El País)

C iudad Juárez, Chihuahua. 6 de ENERO de 2014. (RanchoNEWS).- El hombre prehistórico ya empleaba el fuego de forma corriente tanto para cocinar como para calentarse hace 300.000 años. La evidencia de esta práctica, propia de los humanos modernos, ha sido hallada en Israel, en la cueva de Qesem, por un grupo de expertos de la Universidad de Tel Aviv y del Instituto Weizmann, un descubrimiento publicado en el número de enero de la revista Journal of Archaeological Science. Se trata de la prueba más antigua que se conoce de este avance en el desarrollo de la especie, que da a entender que, antes de lo esperado, ya existían humanos prehistóricos «sedentarios, con una estructura social muy avanzada y gran capacidad intelectual», en palabras de Ruth Shahack-Gross, una de las investigadoras que han redactado el artículo. Hasta hoy se entendía que nuestros antepasados, en este punto de la historia, aún comían alimentos crudos, informa Carmen Rengel desde Jerusalén para El País:

El trabajo que ahora ve la luz es el resultado de unas excavaciones iniciadas en el año 2000. Los científicos han descubierto en el centro de la cueva un gran depósito de ceniza de madera mezclada con trozos de tierra quemada y de huesos, memoria sólida de una especie de barbacoa paleolítica. Tras un intenso análisis de laboratorio se ha descubierto que estos materiales se calentaron en repetidas ocasiones, a altas temperaturas, en este hoyo de unos dos metros de diámetro. Muy cerca de ese «gran hogar» se ha encontrado una gran cantidad de herramientas de piedra que fueron utilizadas «claramente» por los primeros humanos para cortar carne, identificada por los primeros análisis como de ciervo y de caballo. Unos metros más lejos del fuego se han localizado también otros utensilios de sílex, empleados para diversas actividades domésticas, que ahondan en la idea de una vida de grupo organizada.

La apariencia física de la cueva de Qesem –a unos 12 kilómetros al este de Tel Aviv, en el centro de Israel– también apunta además a que sus pobladores tenían pleno conocimiento del espacio en el que se movían y se encargaron de organizarlo para vivir mejor, ya que su interior está dividido en varias áreas, con un sentido muy similar al de las viviendas actuales, explica el artículo. El fuego tendría un papel central, por lo que además de usarse para cocinar se entiende que era el punto de reunión de sus habitantes, otra señal de progreso de hace 300.000 años.

Las herramientas y los restos de un antiguo fuego indican que el lugar fue utilizado por los primeros seres humanos como una especie de campamento base, de los que apenas hay pruebas en todo el mundo. Por eso «estos hallazgos nos ayudan a fijar un punto de inflexión importante en el desarrollo de la cultura humana, cuando el hombre comenzó a utilizar con regularidad el fuego tanto para la carne como para punto de encuentro social», añade la doctora Shahack-Gross. Los vecinos de la cueva, abunda, eran capaces de planificar a largo plazo, recolectando leña con el fin de mantener el fuego encendido, y sabían del valor de trabajar en comunidad.

Hasta ahora, se entendía que los cambios sustanciales en el comportamiento humano por el uso regular del fuego databan de unos 400.000 años atrás, pero no había prueban tangibles de ello. La Universidad de Colorado, recuerdan sus colegas de Tel Aviv, publicó el pasado año un estudio al respecto, al que ellos han dado base. El empleo del fuego se calcula muy anterior, aunque fuese de forma no controlada ni estable. Anteriores descubrimientos realizados en la cueva de Wonderwerk (Sudáfrica) sugirieren que se conoce desde al menos hace un millón de años. Las investigaciones tradicionales –apuntan los otros dos líderes de las excavaciones, los profesores Avi Gopher y Ran Barkai–, han demostrado que los homo sapiens modernos evolucionaron precisamente en África hace unos 200.000 años, por lo que los habitantes del poblado israelí pertenecían a una especie humana anterior.


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