lunes, marzo 03, 2014

Textos / Javier Rebollo: «Resnais - El grito que no calla»

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El director francés. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 2 de marzo de 2014. (RanchoNEWS).- Reproducimos el texto de Javier Rebollo publicado por El Mundo con motivo del fallecimiento del director francés Alains Resnais:

David Trueba dice que cuando tu jugador de fútbol favorito es mayor que tú es que empiezas a hacerte viejo. Yo, que nací cuando los cineastas de la Nueva Ola filmaban, creo que cuando los viejos jóvenes turcos hayan muerto empezaré a ser viejo. Quedan pocos. Se ha muerto Resnais, que parecía un junco imbatible, pero para mí seguirá siendo el más joven de la Nueva Ola, el más diferente: vestía de colores, leía tebeos y novelas fantásticas, le gustaba el teatro, los cortometrajes y el documental. A sus compañeros de la otra orilla no. Resnais hizo más de 20 cortometrajes documentales, ganó un Oscar con uno y era famoso antes de hacerse famoso en el famoso Cannes de 1959. Son éstos documentales fundamentales para entender el género y sus límites, el siglo XX y su representación.

Se dice que en el cine existe una tradición Lumière y otra Méliès, lo real cotidiano frente a la ciencia ficción y la magia. Los de la Nueva Ola creían que para llegar a Méliès hacían falta muchos Lumière. Resnais no; era él un amante de lo fantástico y pensaba que había otra tradición, Feuillade, una tradición de Vampiros y Fantomas en los tejados de París. Una vía que en ningún lugar como en Francia ha sabido combinar lo fantástico de Méliès y el realismo de Lumière. Una vía que va de Feuillade a Vigo y de Franju a Resnais que, durante años, quiso adaptar las novelas fantásticas de Harry Dickson en un contexto realista. Resnais se rió de la realidad (que no de lo real) invitando a comer a su mesa al teatro y a la magia para celebrar la impureza ontológica del cine.

Resnais localizaba aún antes de escribir haciendo fotos con una vieja Leica que le regaló su amiga Varda. Partía de fotografías, de imágenes desprovistas de personajes que, a fuerza de mirarlas, le permitían acceder de lo banal a lo fantástico. Para Resnais, la porción de documental es menos un ejemplo de realismo manifiesto que una zona de contaminación. Da lo mismo que se hable de plásticos, de Gauguin o de la Biblioteca Nacional de París. ¿Cuánto el efecto de lo real puede resistir en una ficción extraordinaria? ¿Cuánto tarda lo extraordinario por emerger en documental? Poco.

Lo que Resnais buscó en sus documentales fue lo fantástico como explicación de la realidad, la efímera belleza del horror fugitivo. No es solo una cuestión temporal la de sus imágenes sino una cuestión metafísica.

Noche y niebla, su película sobre los campos nazis, es fundamental para explicar el siglo XX, el cine y los problemas de representación de lo irrepresentable. Resnais estaba convencido de que la toma de la realidad en bruto no garantizaba el acceso a lo real, por eso sus documentales fueron filmados con story board como películas de ficción, acompañados de un texto poético, con elaborada música y montados como un policiaco.

Hoy, las palabras finales de Noche y niebla están de actualidad: «Al contemplar estas ruinas, creemos sinceramente que en ellas yace enterrada para siempre la locura racial, nosotros que vemos desvanecerse esta imagen y hacemos como si alentáramos nuevas esperanzas, como si de verdad creyéramos que todo esto perteneciese sólo a una época y a un país, nosotros que pasamos por alto las cosas que nos rodean y que no oímos el grito que no calla».


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