jueves, junio 05, 2014

Fotografía / España: Blanco, negro, cemento y cristal

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Portillo, colegio Retamar, Madrid, 1967  (Foto: César Ortiz-Echagüe)

C iudad Juárez, Chihuahua. 5 de junio de 2014. (RanchoNEWS).- «La cámara fotográfica es un mínimo espacio arquitectónico que confirma la oscuridad, un objeto pasivo que aguarda mientras el objetivo enfoca una determinada imagen... Quizás la arquitectura sea sólo eso, un contenedor de miradas». Estas palabras que pronunciaba en 2011 el arquitecto sevillano José Luis Trillo de Leyva se muestran en una de las paredes de la exposición Fotografía y arquitectura moderna en España que ahora acoge el Museo ICO, una muestra que trata de exponer la retroalimentación que ambas disciplinas experimentaron durante cuatro décadas. Una nota de María Qunitana para El Mundo:

«Sin la fotografía la arquitectura no podría haberse difundido y a su vez los fotógrafos encontraron en ella un maravilloso objeto de atención, incluso su contexto contemporáneo ha venido a conformar la figura profesional del fotógrafo de arquitectura» expone Iñaki Bergera, arquitecto y comisario de esta exposición enmarcada en la XVII edición del Festival PHotoEspaña.

Las 250 instantáneas de Català-Roca, Pando, Kindel y Lluis Lladó, entre otros, se muestran al público para dar a conocer la difusión que alcanzó la arquitectura española durante el Movimiento Moderno gracias a libros y revistas especializadas que se hacían eco de lo que ocurría entre acero, cristal y hormigón.

Instantáneas de estructuras como la Escuela Nacional de Hostelería, una estación de servicio de Oliva (Valencia), o el interior del cine Barceló de Madrid en 1930, tratan de revelar cómo la fotografía mostró el 'carácter revolucionario' de las tendencias modernas arquitectónicas. «Por ejemplo en el caso de Kindel y de sus fotografías a los poblados de colonización encontramos un terreno ambiguo entre la condición poética, plástica y lírica de esas arquitecturas y su relación con el paisaje y al mismo tiempo el lirismo y la poesía de la instantánea. Al final no sabes muy bien si el interés de estas fotos está en la propia foto o en la arquitectura que representa», señala Bergera.

Organizada cronológicamente e ilustrada por frases de fotógrafos y arquitectos que describen el alma de la muestra, la estancia hace un alto en el camino en su recorrido al cambiar la fotografía en blanco y negro por 20 postales, sin ser éstas un elemento más de la exposición como tal, sino queriendo formar un discurso en la mente del que mira: «Esas instantáneas salen de la cámara del arquitecto y se plasman en los medios especializados. Las vemos de repente en un uso distinto, comercial, 'kitsch', perteneciendo al mundo del turismo con esos azules intensísimos... Paradójicamente son esos mismos edificios icónicos. Somos capaces de comparar y ver que la foto en sí misma depende de los ojos con los que se mire».

Tal y como expuso la arquitecta Beatriz Colomina en 1998, «antes del advenimiento de la fotografía y anteriormente de la litografía, el público de la arquitectura era el usuario. Con la fotografía la revista ilustrada y el turismo , la recepción de la arquitectura empezó a tener lugar a través de una forma social adicional: el consumo". La mediatización de la arquitectura reflejaba las tendencias arquitectónicas de cada década. La muestra Fotografía y arquitectura moderna en España refleja la evolución que sufrían las instantáneas desde que se tomaban hasta que se introducían en estas publicaciones. Fotocopias de originales, acuarelas, trazos a bolígrafo sobre la propia imagen... La intrahistoria de las fotografías expuestas, algunas anónimas, se refleja en lo que Bergera denomina como «las cicatrices» de su tránsito.

«El proyecto quiere abstraer, decantar, eliminar el contexto en el que las fotos fueron hechas y trasladarlas a la propia disciplina de la fotografía porque nunca la fotografía de arquitectura había encontrado una atención específica. Una de las muchísimas cosas que pone sobre la mesa es en qué medida estas instantáneas son artísticas, en qué medida estos fotógrafos son artistas o no cuando las instantáneas eran mero instrumento para la difusión de la arquitectura», expone el comisario de la muestra. Las miradas que se introducían por el objetivo provenían en ocasiones de los profesionales de la fotografía industrial pero muchos otras pertenecían a arquitectos, que por su propia condición creativa construían escenas con sus propios puntos de vista.

«José Antonio Coderch, a pesar de que colaboraba con Català-Roca para retratar sus edificios, tenía una labor fotográfica personal. Otro caso paradigmático es el de Alejandro de la Sota, que no recurría a fotógrafos sino que era él el que retrataba sus propias obras. También hay que hacer referencia a los viajes de los arquitectos, que iban acompañados por sus cuadernos de dibujo en el siglo XIX, y ya más adelante el arquitecto moderno va acompañado por una cámara Leica».



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