miércoles, junio 25, 2014

Literatura / Entrevista a Luis Alberto de Cuenca

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El poeta. (Foto: Paco Campos)

C iudad Juárez, Chihuahua. 26 de junio de 2014. (RanchoNEWS).- Hubo días en los que Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950) tensaba en su poesía el tsunami de un culturalismo desatado. Bajo esa estupefacción de la palabra escribió algunos de sus primeros libros: Los retratos (1971), Elsinore (1972)... para ir derivando después a una escritura que se iba despojando y anunciaba otros remansos. El principio de su nueva escritura apareció en los años 80 con La caja de plata. Y desde ese momento, De Cuenca, ex secretario de Estado de Cultura, inició una poesía de línea clara donde se ha convertido en jefe de expedición. Una entrevista de Antonio Lucas para El Mundo:

Culto, inteligente, irónico... Esos rasgos dan cuerpo y fondo también a su poesía, que ahora tiene una muesca nueva en Cuaderno de vacaciones, publicado en la colección «Palabra de honor» de la editorial Visor. Un conjunto de poemas escrito en varios veranos donde está, esenciada, la mirada singular y el pensamiento de un hombre que cree, principalmente, en la cultura como motor de explosión de la vida.

Cuaderno de vacaciones es un conjunto de poemas escritos en el verano y, quizá por eso, los poemas tienen un punto más lúdico, más demorado, donde la vida fluye de otro modo.

Es verdad. Pero también lo es que esos poemas que escribo en verano se han ido fabricando mental y espiritualmente a través de los 12 meses anteriores. Para un poeta la mirada poética es obligatoria a lo largo de todo el año. 

Estos poemas gozan de un espíritu y una dicción que no esquiva también la reflexión. Es un libro celebratorio, ¿pero también tiene un punto nihilista?

Sin duda. Y es que veo perfectamente compatibles la celebración y la desesperanza. De hecho, esos dos conceptos han ido vertebrando mi poesía desde que empecé a escribir. 

¿De qué modo habita hoy en ti la poesía?

De una forma invasiva y compasiva a la vez. Se me impone al tiempo que me consuela y empatiza conmigo. Es madre y madrastra al mismo tiempo.

En su escritura, sin perder el rigor, hay una sostenida voluntad de quitarle solemnidad al poema. ¿Es así?

Sin duda. No hay cosa que me aburra más que un poema solemne, que adopte ese supuesto tono poético que se supone debe tener un poema como es debido. Los poetas profesionales son unos cursis y/o unos engreídos insoportables.

El libro tiene un tono vital. A veces parece que vea el folio no como un problema metafísico, sino como un campo de juego.

Nada hay tan sagrado y, a la vez, tan humano como el juego. De toda la creación, únicamente el homo sapiens es capaz de jugar en el sentido pleno del término juego. Gracias a Dios, no se me ha pasado nunca por la cabeza abordar un problema metafísico en mi poesía.

A la vez acaba de publicar otro libro singular como novedad, Lección magistral. 15 enseñanzas para la vida, ¿qué hay dentro?

Una charla de un par de horas a unos chicos y chicas universitarios en la que desarrollé mis puntos de vista sobre la educación y la cultura, tan desabastecidas últimamente.

¿Lo llamaría libro de autoayuda?

No. Sin embargo, me encantaría que pudiese ayudar a alguien. Todos los libros son, en el fondo, de autoayuda, sobre todo los que no llevan esa etiqueta. Shakespeare y Homero, por ejemplo, me han ayudado una barbaridad siempre que he recurrido a ellos. 

¿Qué enseñanzas son esenciales en usted para afrontar la vida? 

Las que derivan de la filosofía escéptica. Los Esbozos pirrónicos de Sexto Empírico son mi libro de cabecera. Aunque tampoco otras filosofías helenísticas como el epicureísmo y el estoicismo son moco de pavo.


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