jueves, agosto 14, 2014

Fotografía / México: Muestran viaje de Bernard Plossu

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La primera muestra que reúne las imágenes que captó el fotógrafo francés en México será inaugurada en el Museo de Arte Moderno. (Foto: Bernard Plossu)

C iudad Juárez, Chihuahua. 14  de agosto de 2014. (RanchoNEWS).- «Mi viaje iniciativo fue México, en efecto. Descubrí el país andando sus caminos con Guillermo Olguín, paseando en el viejo Packard de Bill Colleman hacia San Miguel Allende», recuerda Bernard Plossu, fotógrafo francés quien, atraído por el espíritu surrealista mexicano, llegó a la Ciudad de México en 1965 con una cámara Kodak Retina y una treintena de rollos de 35 milímetros. Una nota de Sonia Ávila para Excélsior:

El viaje era, en su origen, una estancia pasajera con sus abuelos maternos, pero el entonces joven de 20 años quedó encantado no sólo con los paisajes exóticos urbanos y rurales, sino con el contraste de escenarios, de culturas e historias de vida contenidas en un mismo espacio, las cuales capturó como mero registro de su «aventura».

A esta primera visita, le siguieron tres más en la década de los 70 y 80 que se tradujeron en más de tres centenares de imágenes en blanco y negro, de las cuales un promedio de 150 integran la exposición ¡Vámonos! Bernard Plossu en México, que se presentará en el Museo de Arte Moderno a partir del libro del mismo título publicado por Turner y Fundación Televisa en marzo pasado.

La mirada del artista de 69 años de edad se caracteriza, principalmente en su trabajo sobre México, por su perspectiva siempre de viajero; en una posición cuasi de turista, no en el sentido de la calidad de la composición estética, sino en la perspectiva respecto al entorno y al ciudadano de a pie.

Fue una mirada que se alejó del surrealismo ya capturado por pintores y fotógrafos extranjeros desde los años 20, y que más bien se acercó a la cotidianidad; así las instantáneas en blanco y negro hacen de anotaciones de una bitácora visual que el artista comenzó sin pensar en profesionalizarse en la imagen.

Entonces en las imágenes de Plossu poco se miran festejos como el Día de Muertos o paisajes de volcanes o vestigios arqueológicos, y más bien predominan las escenas de jóvenes en playa, de mujeres en la calle, de los trabajadores como voceadores o boleros, y mucho de sí mismo en sus exploraciones.

«Plossu es justamente la contrafigura, el fotógrafo de los instantes no decisivos. Las fotos trasmiten el placer de vivir y la emoción de mirar aunque la luz sea precaria, de trabajar con los ojos, de lograr una intimidad con el objetos fotografiado, un objeto que en ocasiones advierte de lejos y ante el que despliega una peculiar danza llena de curiosidad», describe Salvador Albiñana, compilador y curador de la exposición.

En su ensayo contenido en el libro que introduce la colección de Fundación Televisa, el historiador de la Universidad de Valencia explica que Plossu llega al país con interés en el cine, y en cierto modo influenciado por François Truffaut, Jean-Luc Godard y Luis Buñuel; pero el ejercicio de retratar sus recorridos por las playas, los pueblos o la ciudad lo convencieron para dedicarse a la imagen.

«Su primer viaje en 1965 fue decisivo para elegir la foto sobre el cine. Publicó el libro Le voyage mexican, publicado por Claude Non en 1979 con imágenes que hizo durante esta estancia», acota Albiñana quien precisa que Plossu en su primer viaje anduvo durante 15 meses de «trotamontes» entre la Ciudad de México, San Miguel de Allende, Acapulco, Huatulco, Chipas y otros sitios.

Además de la «sutileza» en la composición, las fotografías se caracterizan por una composición cubista, de una geometría cuasi exacta; además gozan de cierto grado de azar al momento de hacer la toma con la intención de capturar la esencia del espacio o el objeto. A ello responde que el especialista defina al Premio Nacional de Fotografía en Francia (1988) como un artista poco solemne con la imagen y más bien explorador.

Para la curaduría de la muestra, que se inaugura el 28 de agosto, se tomará como guión la publicación, que secciona las fotografías en cada una de las visitas. Así los núcleos serán la primera estancia entre 1965 y 1966; y las siguientes tres 1970, 1974 y 1981.

Mientras que en 1965 retrató los paisajes citadinos y turísticos, para 1970 se enfocó en los barrios marginados del Distrito Federal e hizo fotografías de un dramatismo «sutil»; en su tercera visita recorre Ensenada y Tijuana en fotografías que reflejan la condición fronteriza, y su último viaje respondió más a una cita amorosa con la fotógrafa que después sería su esposa.

«Todas las fotos de aquellos viajes llenos de amigos, de aventuras, de música, de hierba, de lecturas y de playas tienen algo en común. Una suerte de mirada interior maravillada ante el esplendor de la propia vida; el descubrimiento de la amistad, de la libertad, de la belleza.

«Las fotos ofrecen las distintas vidas de la calle en la Ciudad de México: grupos de jóvenes, momentos de un domingo en el mercado de La Lagunilla, los reclamos comerciales, los boleros, los músicos, los voceadores de prensa, alguna pareja de enamorados», describe.

Albiñana señala que si bien Plossu no puede deslindarse por completo de la estética rural, de las imágenes de escenas indígenas; sí consiguió que sus trabajos ofrecieran una perspectiva propia que en cierto modo son autobiográficas.

El artista aprovechó su primera estancia en el país para desarrollar un nuevo método de impresión en color que conoció en 1967, a través de Michel Mathelot; que en realidad fue la única técnica que usó para la fotografía a color. Fue el método Fresson, un proceso artesanal sobre papel carbón, realizado sin transferencias.


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