lunes, septiembre 08, 2014

Cine / Entrevista a Dustin Hoffman

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El actor, en el 60 Festival de Cine de San Sebastián. (Foto: APF)

C iudad Juárez, Chihuahua. 8 de septiembre de 2014. (RanchoNEWS).- «Tengo que decir que Toronto tiene el mejor público y los peores críticos del mundo», dice mientras la sonrisa anuncia la resolución inminente de una broma preparada. «Recuerdo que Warren Beaty y yo presentamos aquí mismo Ishtar. Seguro que no se acuerda porque era muy joven. Según salíamos del cine le comenté a Warren: 'Creo que hemos hecho la mejor película de nuestra vida'...». Y en los puntos suspensivos deja lo más parecido a una carcajada. En efecto, no hay lista de las peores producciones de la historia del cine que no incluya el que fue uno de los más sonados fracasos de Dustin Hoffman (Los Ángeles, 1937). Ahora, pasado el tiempo (aquello ocurrió en 1987), el actor vuelve a mostrar todo de lo que es capaz (o parte de ello) en Boychoir. La película del canadiense François Girard le muestra en la figura de un exigente y casi sádico profesor de música, además de mentor de una joven estrella. A sus órdenes o, mejor, bajo su protección, un chaval de gesto resuelto y voz angelical (o demoniaca, según se mire) que atiende al nombre de Garrett Wareing. Una entrevista de Luis Martínez para El Mundo:

¿Le molesta verse relegado a un papel secundario?

Le devuelvo la pregunta. ¿Qué es eso de actor secundario? Generalmente la vida de un actor es bastante predecible. Hasta cierta edad te limitas a hacer eso que se llama personajes de carácter. Con suerte, y tras pasarte muchos años en eso, acabas por disponer de algún papel principal. Para las mujeres suele ser más difícil desafortunadamente acceder a un papel protagonista. Además su carrera suele acabar antes. Luego, con el paso de los años, y otra vez con suerte, vuelves a hacer papeles secundarios. Se llama ciclo de la vida.

Hoffman se maneja en las entrevistas con autoridad, que no con distancia. Repregunta, devuelve con una broma las cuestiones obvias y se esfuerza en todo momento en no parecer un actor que promociona una película. Su tema preferido: su profesión. «Lo que me gusta de lo que hago es que nunca llegas a un punto que digas: 'Ya he acabado, me ha quedado bien'. Todo es susceptible de mejorar», dice, se toma un segundo y sigue: «Y quizá este convencimiento hace que me guste tanto trabajar con digital. Es muy estresante y molesta la presión de la única toma. Dice el director 'silencio' y en ese momento tienes que dar lo mejor de ti. De alguna forma, toda mi carrera ha consistido en aprender a estar relajado. De Niro era muy bueno en eso; en estar tranquilo. Con el digital es un proceso en marcha y no tienes la presión de un instante determinado».

Cuenta, por acabar de desarrollar la idea, que no se ve diferente a un escritor que escribe y reescribe hasta que da con lo que busca. «Picasso nunca daba por terminada una obra e incluso cuando ya estaba colgado el cuadro en la exposión, todavía iba con un pincel a hacer cambios. Pues, más o menos, así me veo ante la cámara».

Hace apenas dos años, Toronto vio también otra película del protagonista de El graduado: El cuarteto. Igual que en ésta, la música era un argumento prioritario y, a diferencia de ésta, él era el que mandaba. Es decir, se trataba de su primer trabajo como director. «No sé si seré capaz de dirigir otra vez. Por supuesto que lo estoy intentado, pero cada vez está todo más difícil. Conseguir un mínimo de dinero para un rodaje digno de 25 días se está convirtiendo en una empresa imposible».

 Como director, ¿se parece al director con el que siempre habría querido trabajar?

Lo intento. Yo soy un actor que hace muchas preguntas. Henry Moore decía que su trabajo consistía en sacar de la piedra todo aquello que no era un elefante. Tu trabajo consiste en sacar de él lo que no es bueno. Se trata más de eliminar, de volver a ello, que de hacerlo bien de primeras. No me gusta planear nada. Actuar no consiste en planear sino en preparar muy bien el trabajo hasta la extenuación y llegar al rodaje listo. No me gusta cuando veo a un director repetirse en voz baja a sí mismo las líneas del guión. Entonces sabes que hay un problema. Eso quiere decir que tú no cuentas y que sólo se puede rodar de un modo determinado. Un director así no quiere ser sorprendido.

Dice, para redondear la idea, que la mayor parte de los directores son «desgraciadamente» hombres. «Sí, muchos de ellos pertenecen a la categoría de que su trabajo es único y no precisan colaboración de ningún tipo. En eso las mujeres son mucho mejores. A ellas no les importa compartir ideas. Ellas siempre son más comprensivas con el trabajo común y son las que dicen eso de: 'Cariño, sé que fue tu idea'». Y aquí, ya sí, suelta una carcajada.

Recientemente, el público americano le ha podido ver en uno de sus escasos trabajos (en comparación con el grueso de una filmografía que arranca a finales de los 70) en la serie producida por la HBO Luck. «Bueno, yo empecé en la tele. Si antes decíamos que el trabajo de un actor es cíclico, éste es otro ejemplo que lo demuestra».

¿Es de los que opina que el mejor cine se hace ahora en la tele?

El problema es que los guionistas en el cine, que son los creadores de todo esto, se han convertido en los últimos años en ciudadanos de tercera clase. Cada vez cuentan menos. La televisión actual, sin embargo, ha creado la figura del 'showrunner'. El creador y escritor de la idea controla la producción. Por eso no es extraño que jóvenes talentos recién graduados en Harvard, Princeton o en cualquier otra universidad que se preguntan cómo pueden proteger lo que escriben, sus ideas, acaben por ir a la televisión y no al cine.

Pausa dramática.

«Vivimos el mejor momento de la televisión y, de los 50 años que llevo trabajando en esto, el peor para el cine», concluye.

Y dicho lo cual, el silencio. El que habla, cuidado, es Dustin Hoffman. Y ¿qué busca en su vida Dustin Hoffman? «Me guío por una regla. Es mejor hacer lo que quieres hacer que tener éxito y no tener ninguna pasión por lo que haces. El éxito sólo no vale. Peleo por hacer siempre la mejor toma posible. Eres tú el que estás expuesto; eres tú el que va a ser criticado. Por eso creo que el trabajo de un actor es siempre entre toma y toma, cuando te preparas. No en la misma toma». Pues eso, ¿quién se acuerda ya de Ishtar?



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