miércoles, enero 07, 2015

Textos / Rubén Moreno Valenzuela: «Joe Cocker: Bye, bye, Blues Bird»

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El cantante en Woodstock. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 31 de diciembre de 2014. (RanchoNEWS).- El duelo es inevitable. El primer LP (búsquese en wikipedia el significado, para mis amigos de jóvenes generaciones) que compré fue el de Mad Dogs and Englishman, la banda que formó Leon Russell para aprovechar el magnestimo de este originalísimo cantante británico (1944, Sheffield-
2014, Crawford, Colorado).O


La primera vez que lo escuché en el radio creí que era Ray Charles quien cantaba.

No era un músico creativo, en el sentido artístico de la palabra. Era un artesano de las buenas canciones, que tenía el buen gusto de seleccionarlas y que las interpretaba con el corazón en la garganta; hasta parecía que podía fallecer en una nota.

Artífice, como él, también era el trío que conformaba Tree Dog Night, siempre a la caza de una buena melodía, pero ellos se esmeraban en el manejo de sus voces, mientras que Joe Cocker privilegiaba el sentimiento pleno, franco y si gustan hasta tosco.

Le llaman blues.

Quemó su voz muy rápido.

Su carrera sucumbió por su alcoholismo.

Dos anécdotas.

La vez que un grupo de amigos organizaron un concierto de Joe Cocker en Ciudad Juárez, a finales de la década de los años 70 del siglo pasado, en el estadio 20 de Noviembre (si mal no recuerdo). Habían vendido todos los boletos, tenían todo organizado, pero el alcoholismo de Joe motivó la cancelación.

Otra, de décadas después. La última entrevista para un medio impreso argentino.

«¿Cuál es la diferencia entre el actual Joe Cocker y el último que se presentó», le preguntan.

«Ahora estoy sobrio», contesta.

Cuando regresó a la fama –ésta con la cual se le esteorotipa– de cantante de eficaces baladas cinematográficas, me parecía como un viejo boxeador que regresa a imponer su experiencia en el cuadrilátero de una industria (el rock) que contribuyó a formar (tenía 25 años cuando participó en el festival de Woodstock).

En aquel tiempo me sorprendía que siguiera con vida.

He escuchado su música en estos días y no sólo ha sido un ejercicio de nostalgia, sino que al revisarla –de manera crítica– me sigue emocionando más por ella misma y no tanto por lo recuerdos que suscita.

Las prisas del periodismo no me han permitido escribir un mejor texto para él, tal vez después.

Termino diciendo que me enteré de su muerte por una amiga:

–Rubén, ¿ya sabes que murió Joe Cocker? –me dijo por teléfono con la delicadeza de quien comunica el fallecimiento de un amigo.

«Bye, bye, Blues Bird», pensé.

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