viernes, febrero 20, 2015

Cine / Entrevista a Jason Hall

.
El guionista. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 20 de febrero de 2015. (RanchoNEWS).-De las seis nominaciones que acumula para los Oscar, incluyendo Mejor Película, el guion de Jason Hall compite a la estatuilla a Mejor Guion Adaptado. Carlos Reviriego de El Cultural ha hablado con el guionista de El francotirador sobre la naturaleza del héroe, de la guerra en Irak, del cine de Clint Eastwood y otras cuestiones.

No era una historia fácil de contar. Se trata del trayecto psicológico de Christopher Scott Kyle en la guerra de Irak, el laureado militar de los SEAL glorificado y detestado en su país a partes iguales por convertirse en el francotirador más letal de los Estados Unidos: se le acreditan hasta 255 muertes y los insurgentes iraquíes ofrecían una recompensa por su cabeza. A partir del guion de Jason Hall, basado en las propias memorias de Kyle, Clint Eastwood ha encontrado los mimbres de una epopeya bélica que adquiere un considerable peso en su filmografía, en clara conexión con peliculas como El sargento de hierro, Sin perdón y Banderas de nuestros padres.

El francotirador (American Sniper), que llega hoy a nuestras salas precedida del gran éxito cosechado y la controversia generada en Estados Unidos, es mucho más que otra crónica americana negociando con el síndrome de estrés postraumático de los veteranos de guerra. Eastwood filma el relato con su legendaria ambigüedad, disfrazando el lobo (su rabia y su mordiente) con piel de cordero, arrojando varias cuestiones incómodas sobre la condición depredadora de su país bajo el envoltorio de un sentido tributo al héroe americano. La sombra de clásicos como El Sargento York (1941, Howard Hawks) planea sobre el último filme del último de los grandes maestros del cine americano.

El enorme éxito del filme ha venido acompañado de una gran controversia en torno a sus verdaderas intenciones, su verdadero mensaje. ¿Cree que la película se ha entendido como debía entenderse?

Es muy complicado de responder. Lo que sí puedo decir es que me ha llenado de emoción comprobar cómo mucha gente que hasta hoy día no se atrevía a hablar del tema, porque era tabú, ahora lo hace con normalidad, pues la película en cierto modo ha reavivado el debate sobre la experiencia de la intervención americana en Irak. Especialmente he hablado con muchas mujeres de veteranos del ejército que se han visto retratadas en la película y que por fin pueden hablar de su experiencia y su dolor, de los sacrificios por los que han pasado y se daban para hechos. Eso ha sido algo importante para mí.

Tengo entendido que comenzó a escribir el guion junto con el propio Chris Kyle, ¿puede explicarme cómo fue el proceso?

Fue un proceso muy interesante. Conocí su historia por primera vez en 2010 y tampoco le presté mucha atención, pero cuando le conocí me encontré con un hombre atormentado, que tenía la guerra interiorizada en su sistema, pues llevaba participando en ella prácticamente diez años. Podías sentir que era un hombre muy atormentado. Eso fue justo antes de que empezara a escribir su libro, y podías notar que hablaba de todo como si aún estuviera luchando, en el campo de batalla, notabas su odio hacia el enemigo, hacia las personas que habían matado a sus amigos en el frente. Cargaba con una enorme sed de venganza. Es una voz que no solemos oír si no has estado en la guerra, porque en cierto modo estos hombres deben estar en calma para hacer lo que tienen que hacer. Matar a tanta gente es un acto antinatural para el ser humano, y para ellos se convirtió en la rutina diaria allí en Irak. Lo interesante fue comprobar cómo en los siguientes dos años y medio, antes de que le asesinaran, Chris estaba cambiando mucho, lentamente adaptándose a su vida en casa, con su familia. Era un tipo con un gran corazón, tímido, con un gran sentido del humor, ciertamente tenía un carisma muy cálido, y todas estas facetas de su personalidad fueron manifestándose con más claridad. Trabajé con él en el primer borrador del guion, y al día siguiente de terminarlo y entregarlo a producción, el sábado 2 de febrero de 2013, recibí una llamada informándome de su asesinato.

¿En qué medida su traumática desaparición transformó el concepto, las ambiciones de la película? El hecho de que sus compañeros le llamen  «Leyenda» a lo largo del filme adquiere un nuevo significado...

Lo cierto es que en el primer borrador le llamaban «Warrior» (Guerrero) y era mucho más parecido al libro autobiográfico de Kyle, American Sniper, porque compartí un tiempo limitado con él mientras escribía el guion. Hablábamos por teléfono y nos envíabamos mensajes, de manera que su libro y mis investigaciones eran básicamente las fuentes de información para la película. Es muy difícil entrar en la mente de alguien que ha pasado por lo que pasó Kyle, es algo muy desafiante para cualquier guoinista. Así que el primer borrador de la película era básicamente una película bélica, preocupada en todo caso por dar forma a la personalidad de los combatientes y a su distanciamento progresivo de la sociedad civil. Lo que ocurrió tras su muerte es que unas semanas después su viuda me llamó para decirme que si vamos a hacer la película tiene que ser un retrato fidedigno, sobre todo para que en un futuro sus hijos sepan quién fue su padre. Lo cierto es que yo aún tenía un montón de preguntas sobre Chris y ella se abrió y empezó a contarme quién era el hombre con quién se casó, cómo se conocieron y toda su historia, que incorporé al guion, claro.

En gran medida, American Sniper se convirtió en otra cosa, ¿no? Ya no se trataba solo de adaptar el libro o de hacer una película bélica, sino de comprender al personaje...

Desde luego. Ahora se trataba de mantener viva la memoria de una leyenda, pero también de un hombre complejo, determinado por las extraordinarias circunstancias de su vida. Su viuda Taya (intepretada por Sienna Miller) fue clave en el proceso. Me contó de qué modo cambió la personalidad de su marido cuando empezó la guerra, cómo tantas muertes en sus manos le transformaron, y cómo al regresar a casa ya no era la misma persona con la que se había casado. Mucha gente no se da cuenta de que cuando escribió el libro solo volcó una parte de la historia, su participación en la guerra, y los editores no tuvieron ningún problema al respecto. Pero ella me describió el proceso por el que pasaron tras la publicación, las enormes dificultades que tuvo Kyle para sentirse de nuevo en casa, en su país, cómodo con su familia... Tenga en cuenta que llevaba diez años haciendo una sola cosa, disparar a soldados y civiles iraquiés, y que una gran parte de la sociedad consideraba inaceptable ese trabajo cuando regresó, y por supuesto a él también su papel en la guerra empezó a generarle crisis de carácter ético. Era un hombre con la identidad absolutamente fracturada. Luchó solo contra esto y después de abusar del alcohol, de ayuda psiquiátrica, consiguió readaptarse a la vida en casa. La película narra esta transición un poco rápido, pero lo cierto es que Taya no sintió que ese proceso de adaptación se había completado hasta dos meses antes de su asesinato. Eso es lo que muestra el final de la película. Entró en la cocina, le miró a los ojos y sintió que ya por fin su marido estaba en casa. Hacía dos años y medio que había regresado del infierno, pero en ese momento sintió por primera vez que estaba en casa espiritual y emocionalmente. Por fin había regresado el hombre con quien se casó, el verdadero padre que sus hijos.

El hecho de que fuera asesinado por uno de los suyos, levanta la cuestión de si el verdadero enemigo está fuera, a miles de kilómetros, o está realmente dentro, en casa. Me pregunto si trabajó con estas ideas.

Sí, desde luego. Es una idea que recorre toda la película con la figura del francotirador antagonista, Mustafa, que era una persona real, un verdadero enemigo de las tropas americanas. Pero cuando miras a través del visor no ves realmente el rostro de esta persona. Así que extrapolamos la idea de que a quien estaba realmente cazando Kyle era en gran medida a sí mismo. Al otro lado está su espejo, su döppelganger. De muchas maneras se mata a sí mismo. De perro pastor pasa a cazador, y en cierto modo se convierte en un lobo. Y en ese proceso pone a su compañía en peligro para tomarse la venganza. Pero ciertamente la ironía de su muerte, de la forma en que ocurrió, es muy evidente. No había que subrayarlo.

La película plantea muchos temas que son propios de la filmografía de Clint Eastwood: patriotismo, violencia, el mito y el héroe, la realidad y la leyenda... ¿Cómo acaba el guion en sus manos?

El primer director en el que se pensó fue Steven Spielberg. Estuvo un par de meses dándole vueltas pero decidió finalmente no hacer la película. Dos meses después me comunicaron que Eastwood tenía mucho interés en hacerlo. Pensé que era natural porque la película funciona como un western en muchos sentidos. Cuando entró en el proyecto, cortamos bastante el guion debido sobre todo al presupuesto que teníamos. Hizo algunos cambios... Hay una cualidad musical en la forma de sus películas, en el ritmo que impone, y aprendí a trabajar en ese ritmo en algunas partes de la película que quizá se tomaban demasiado tiempo para explicar algo. Sus películas se mueven con ligereza y transparencia, como un río, y aprendí a ser más cinemático en ese sentido. La cualidad mítica con la que él hace uso de las imágenes es muy significativa. Parece algo sencillo cuando lo ves, porque el mensaje parece muy claro para el público, pero realmente es muy difícil de ejecutar, requiere un carácter especial, una intuición y una gran firmeza. Sentí que sus decisiones engrandecían el relato.

Hay una ambigüedad de tono en la película, sobre todo por el final. Por un lado, El francotirador es un tributo, una epopeya en torno al héroe Chris Kyle. Y por otro lado, también plantea algunas cuestiones incómodas sobre la intervención de Estados Unidos en Irak...

La intención era presentar una alegoría. A través de Kyle estamos contando una historia más universal con la que el espectador pueda identificarse. Algunas personas han criticado que no profundicemos más en los verdaderos propósitos de la guerra. Nuestra intención original era hacer un estudio en torno a los arquetipos del guerrero, del soldado, desde su punto de vista. La gente puede identificarse con un individuo antes que con una idea. Disfrutamos del arte porque nos hace preguntas, y nos provoca ciertos pensamientos. Y creo que eso se consigue con más fuerza mediante el trayecto personal de un individuo que con la presentación de ideas y mensajes. Al mostrar el punto de vista de Kyle a lo largo de toda la película, estamos embarcándote en su aventura, permitiendo que te identifiques con él; pero al dar un pequeño paso atrás podemos reflexionar sobre cómo estamos enviando a todos estos hombres a la guerra y les traemos de vuelta con enormes daños psicológicos. Podemos reflexionar sobre nuestra responsabilidad como ciudadanos, en concreto como americanos.

¿Qué responsabilidad cree que debe sentir el espectador?

En gran medida, Estados Unidos es Chris Kyle. Estados Unidos ha estado jugando a Overwatch durante mucho tiempo. Hay toda una generación de personas heridas mentalmente por ello. Es una herida que afecta a todo el mundo occidental y de la que somos responsables. En una democracia, dejamos que ciertas personas ocupen los cargos de decisión, y las decisiones que toman por nosotros tienen consecuencias. Esta especie de héroe que es Kyle es alguien que ha hecho un trabajo necesario bajo las estructuras militares, un sacrificio que responde a las decisiones que hemos tomado como pueblo democrático. Por lo tanto, quería presentar el sacrificio de un soldado para que podamos identificarnos con esa idea y sentirnos responsables de lo que le ocurrió a él y a tantos soldados y sus familias. Quiero que la gente vea la futilidad de la guerra, pero sobre todo, que vea el lado humano de la guerra. Sabemos que la guerra es un infierno, y yo quería mostrar que también es humana. Uno de los grandes soldados del ejército americano sacrificó todo lo que era importante en su vida bajo el convencimiento de que nos protegía. Nosotros le educamos para protegernos, nosotros le entrenamos para ser una máquina de matar, nosotros le enviamos allí, al infierno iraquí, nosotros le arrancamos de su familia y, en cierto modo, nosotros mismos le matamos.


REGRESAR A LA REVISTA