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Participan de la iniciativa una imprenta recuperada y el Taller de Oficios de la Feria de La Salada. Unos arman los libros con materiales alternativos provenientes del reciclaje. Otros los «visten» con sus producciones textiles. (Foto: Archivo)
C iudad Juárez, Chihuahua. 6 de febrero de 2015. (RanchoNEWS).- Un gran icono del peronismo regresa bajo otro ropaje. 27 pulqui, avión a reacción que fue diseñado y construido en 1947 –el primero que se fabricó en Latinoamérica–, es una editorial de poesía que anda volando sobre nuestras cabezas con un catálogo en construcción. Ya empezó a lanzar sus primeras flechas en honor al significado de su nombre: Pasta base, de José María Abraham Luján, su primer libro; Piazza Navona, del platense Mario Arteca, y Hojaldre, de la rosarina Patricia Suárez. Esos flechazos continúan el camino trazado por el sello bahiense Vox, el colectivo editorial creado por Gustavo López, padrino de este nuevo proyecto en el que participan la imprenta recuperada Cooperativa de Trabajo Obrera Gráfica Campichuelo (Cogal) y el Taller de Oficios de la Feria de La Salada, un ámbito en el que las personas con escasas competencias laborales pueden aprender un trabajo. Unos arman los libros con materiales alternativos provenientes del reciclaje. Otros los «visten» con sus producciones textiles. Reporta para Página/12 Silvina Friera.
Matilde Oliveros, la responsable editorial de 27 pulqui, es una diseñadora gráfica que luego de veinte años de faena como diagramadora en un diario decidió retirarse para dedicarse a pensar cada una de las tapas de los libros, después de una lectura minuciosa de cada texto. Se cansó del vértigo periodístico y optó por zambullirse en las aguas de la creatividad sin la soga al cuello de ninguna urgencia. «La idea es publicar de 10 a 12 títulos por año, uno por mes, con una tirada de 500 ejemplares, no por ninguna restricción, sino por una comodidad para movernos inicialmente. Como estamos imprimiendo en digital, te da la oportunidad de reimprimir las cantidades que necesitemos», cuenta Oliveros, que eligió el nombre del sello por el célebre avión. «27 pulqui tiene que ver con lo hecho en el país, con los proyectos alocados que uno cree que son posibles», subraya la editora que hace su trabajo «sin cobrar, como aporte a la cooperativa», y destaca que el costo de cada libro es de 70 pesos.
Para el libro de Arteca (La Plata, 1960) imaginó una suerte de carterita de paño cuadrillé amarronada. «Me da la sensación de que Piazza Navona es una serie de reflexiones en un parque, entonces me pareció que el estuche o carterita podía proteger y guardar al libro. Y que ese libro calentito lo podés sacar en cualquier plaza y leerlo. Lo que hice fue como vestir al libro», recuerda Oliveros en la entrevista con Página/12. La carterita la construyó un puñado de personas que asisten al Taller de Oficio de La Salada. «Lo bueno fue que pudimos llevar a Mario a leer el libro a La Salada y fue un intercambio de mundos interesantes. Ellos nunca habían conocido a un escritor y les parecía curioso que su trabajo terminara vendiéndose en una librería de Palermo. El desafío es salir cada uno del gueto: los escritores de su gueto de Palermo, aunque Arteca sea de la Plata; y la gente de La Salada de su circuito, en el que están habituados a ser mal vistos o discriminados.»
El poeta platense, muy emocionado por el intercambio, escribió en su página de Facebook: «Ayer por la mañana estuve con la gente de Ediciones 27 Pulqui en el taller textil de la Feria Punta Mogotes, en La Salada, una experiencia y un momento increíbles, como hace años no me sucedía y que creía incapaz de volver a experimentar. En ese taller se confeccionó la funda de tela, bellísima, de Piazza Navona, un nuevo libro mío que tuve la oportunidad de tener en mis manos, y que próximamente estará en las librerías. El amor con que esos laburantes narraron cómo el trabajo los rescató, les dio sentido de pertenencia y orientación a sus vidas, no se paga con nada».
Los próximos títulos que publicará 27 pulqui son Canciones de amor, de Paula Jiménez; una antología de poetas alemanes seleccionada por Timo Berger; y Aquí vivía yo, escrito conjuntamente por la argentina Laura Petrecca (Buenos Aires, 1985) y el chileno Christian Anwandter (Santiago de Chile, 1981). No puede anunciar nada más porque los poetas, entusiasmados con estos primeros flechazos, le están mandando muchos libros. Oliveros, junto con varios colaboradores, los están leyendo. «Por el momento es una editorial de poesía, pero no creo que estemos cerrados a la prosa. 27 pulqui intenta que los libros no sean materiales aislados del resto de la realidad social. Intentamos que los libros estén integrados a la sociedad», plantea la editora.
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