lunes, marzo 02, 2015

Arquitectura / Inglaterra: Una utopía para ciclistas en Londres

.
Recreación de los carriles bici del proyecto SkyCycle de Fosters + Partners. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 28 de febrero de 2015. (RanchoNEWS).- Hace tiempo que Foster + Partners dejó de ser lo que tradicionalmente se entiende por un estudio de arquitectura. Salta a la vista paseando con Huw Thomas, uno de los socios, por sus dependencias levantadas en la orilla sur del Támesis, la metrópoli de un imperio que se expande ya por los seis continentes. El arquitecto va señalando a su paso algunos de los proyectos que ahora les ocupan. Por ejemplo: una maqueta de una gigantesca impresora en 3-D para construir bases en la luna utilizando el polvo de la propia superficie lunar. “Claro, imagine si tiene que llevar ahí arriba todos los materiales para construir”, explica Thomas, flemático, haciendo gala de una lógica aplastante. Además de aeropuertos, torres y bodegas, aquí se diseña el futuro. Escribe para El País Pablo Guimón.

A esa categoría pertenece SkyCycle, uno de sus últimos proyectos, realizado con los estudios Exterior Architecture y Space Syntax, dos de sus cómplices habituales. En pocas palabras, SkyCycle es un sistema de carriles bici suspendidos por encima de la red de 219 kilómetros de vías de tren que surcan la superficie de Londres. Pero esa es una descripción epidérmica, y aquí no se trabaja la epidermis. Lo que vende SkyCycle es una revolución en el urbanismo de las ciudades y, en particular, una solución a los enormes retos que afronta Londres en el futuro.

El pasado 31 de enero Londres llegó a los 8,615 millones de habitantes, superando por primera vez el pico de población que alcanzó en 1939. Al éxodo tras los bombardeos alemanes de la Segunda Guerra Mundial le siguió un replanteamiento de la ciudad en la posguerra que eliminó los suburbios, llevó a sus habitantes a nuevas ciudades en el suroeste y planteo un urbanismo poco denso en la capital.

La población volvió a crecer en los noventa y en la última década suma 250 personas al día, de modo que se espera que supere los 10 millones en 2030. Los retos, como puede comprobar cualquiera que hoy pretenda alquilar una casa en Londres o que coja el metro en hora punta, son descomunales. Para esa fecha se calcula que la demanda de transporte público habrá subido un 50% y se necesitaría construir 50.000 casas nuevas cada año para atender a la demanda futura. La gente se va cada vez más a las afueras para poder pagarse un piso, pero los trabajos siguen en el centro. El esquema actual de movilidad es difícilmente sostenible.

El Ayuntamiento tiene planes pero, según el estudio de arquitectura más importante del mundo, no son lo suficientemente valientes. «Tarde o temprano los gobernantes tendrán que plantearse seriamente dar respuesta a este reto», opina Thomas. La respuesta, para Foster + Partners, es la bicicleta.  «Gane quien gane las próximas elecciones, deberá tener como prioridad la salud de la gente», explica Thomas. «Los beneficios medioambientales y de salud de la bicicleta están claros».

En la última década su uso de la bici en Londres ha crecido un 70%. Este alcanza solo a un 2% de los desplazamientos -un porcentaje a la cola de las capitales europeas- y supone un 20% de las muertes y accidentes graves en las calles.

Pero, ¿dónde se meten las bicis, si en las calles no hay espacio y la polución es irrespirable? A esa pregunta trata de responder SkyCycle. «Los peatones necesitan más sitio, los coches también… hay mucha presión sobre el espacio», explica Sam Martin, de Exterior Architecture.  «Puedes hacer túneles, pero son muy caros y tienen un acceso limitado solo a las estaciones. Empezamos a fijarnos en lo integradas que estaban las vías de tren en superficie. Y nos dimos cuenta de que la mitad de la población vive y trabaja a diez minutos en bici de esa red. Tienes un nivel de penetración en la población que nunca tendrás con túneles».

Las vías de tren conectan Londres con el exterior. Pero, además de conexiones, son barreras en la ciudad. «Son como ríos sin puentes», ilustra Thomas. A los carriles del SkyCycle, por los que circularían 12.000 ciclistas a la hora, se accedería desde 200 puntos, ya sean pasarelas, ascensores, telesillas u otra tipología.

Las vías, diseñadas para los trenes de vapor, tuvieron en cuenta la orografía del terreno y aprovecharon las zonas llanas. Por eso la circulación por el SkyCycle sería relativamente fácil. Más aún si se tiene en cuenta que sería un pedaleo ininterrumpido. “La energía se gasta sobre todo al parar y al arrancar”, explica Thomas. “Si no hay semáforos ni atascos, se puede cubrir mucha más distancia sin cansarse y sin sudar”.

Otro argumento es la regeneración de los terrenos aledaños a las vías, tradicionalmente despreciados. «Si miras por la ventana de un tren urbano ves espacio no aprovechado: hangares, solares, ruinas industriales… nadie quiere vivir cerca de las vías», explica Martin. «Ahora esos terrenos volverían a ser atractivos, al estar cerca del SkyCycle. Incluso los propietarios de esos solares revalorizados podrían financiar parte del coste del proyecto a cambio de tener un punto de acceso en su parcela».

El coste se calcula en la friolera de 10.000 millones de libras.  «Pero es mucho menos, proporcionalmente, que construir túneles o carriles adicionales en superficie», argumentan. «Y estamos estudiando todas las posibilidades que ofrece para el desarrollo de negocios privados a lo largo de la red. Son 480 kilómetros, porque la vía tiene dos lados, de oportunidades nuevas de negocio».

Foster + Partners son expertos en la construcción de grandes aeropuertos que básicamente son «sistemas supersofisticados de logística de equipajes y paquetería». «¿Qué pasa si trasladamos esos sistemas al SkyCycle?», se pregunta Thomas. «Imagine un almacén de Amazon en un extremo, tubos en la red para distribuir la mercancía y, después, mensajeros en bici que la lleven a las casas. En la actualidad las furgonetas de reparto medio vacías colapsan el tráfico».

También están el factor estético - «crear un hito arquitectónico en la ciudad para el futuro», según Thomas- y el potencial para el turismo. Ahora el turista se mueve por Londres emergiendo del subsuelo como un topo, incapaz de captar una perspectiva general de la ciudad.  «Imagine bicis de alquiler con ipads que marquen itinerarios para ver la ciudad desde el cielo», propone Thomas.

La idea ya ha sido presentada al alcalde Boris Johnson, que organizó una reunión con la empresa que gestiona los ferrocarriles de Londres. Allí se decidió desarrollar el proyecto de un tramo, entre Stratford y Liverpool Street, para estudiar costes y viabilidad. El problema, de entrada, es el precio. Pero la decisión final trasciende al equipo de Johnson, que abandonará la alcaldía el año que viene.  «El SkyCycle podría extenderse a muchas otras ciudades», explican sus autores, y quien construya la primera  «podrá exportar el conocimiento y la tecnología». Se trata, concluye Thomas, de  «mucho más que pedalear en el cielo».


REGRESAR A LA REVISTA