sábado, abril 25, 2015

Cine / España: DocumentaMadrid celebra su XII edición.

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Una imagen de Virunga, documental producido por Leonardo DiCaprio, que figura en la sección oficial de DocumentaMadrid, fuera de concurso. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 24 de abril de 2015. (RanchoNEWS).-Mikel Olaciregui (Pasaia, 1956) llevaba más de 20 años vinculado al Festival de Cine de San Sebastián cuando, en 2012, acudió a Madrid con el encargo de dirigir la Cineteca de Matadero, una sala dedicada al cine documental. Acababa de dejar la dirección del certamen donostiarra, un puesto que ejercía desde 2000. «Entendí que se me había pasado ya el arroz, por decirlo de alguna manera», explica. «Necesitaba un cambio». Reporta Iñigo López Palacios  desde Madrid para El País.

Meses antes se paseaba como espectador por la novena edición de DocumentaMadrid, el festival internacional dedicado en exclusiva al cine documental, que ahora dirige. «Entonces era un festival disperso, vistoso, que potenciaba más la cantidad que la calidad. Nos pidieron que lo redimensionáramos, porque sobre todo nos encontramos con una realidad: la inversión que había hecho hasta entonces el Ayuntamiento de Madrid no se podía hacer. Ordenamos un poco y lo hicimos más pequeño. Eso, tal y como lo vemos nosotros, le da más consistencia. Tiene más lógica y nos fuimos al modelo en el que ahora estamos».

En 2015 DocumentaMadrid, que comienza el jueves 30 de abril y se clausura el 10 de mayo, tiene un presupuesto de 200.000 euros y es un complemento anual a la actividad diaria de la Cineteca. La estructura es tan sencilla que Olaciregui la desgrana en 10 segundos. «Una competición de largos y otra de cortos; dos retrospectivas y un panorama del documental español reciente».

Serán en total 80 filmes, aunque el núcleo duro es la sección internacional, en la que participan 14 películas. Son documentales en su mayoría ásperos, que tratan temas densos y espinosos desde una perspectiva autoral.  «Nos han llegado 1.069, y hemos elegido los que nos han parecido los mejores. No puedes escoger tú los temas. Hay tres películas cuyo telón de fondo es la guerra. Pero cada una tiene un prisma, una mirada, una forma de entenderla. De los veteranos estadounidenses de Irak a Tell The Spring Not To Come This Year, que habla de una compañía del Ejército afgano». En algunos casos parecen incluso intentos de lavar la propia conciencia. Estrellas de Hollywood como Leo DiCaprio o Natalie Portman producen —es decir, pagan— trabajos claramente sociales. «Algo de eso hay. Esta mañana un productor me decía: ‘Hacemos documentales por vocación”».

Si la protagonista de la saga de Thor está detrás de The Seventh Fire, que habla de las bandas de nativos estadounidenses, la estrella de Titanic es el financiador de Virunga, un premiado trabajo en el que narra la desigual pelea de los guardabosques de un parque nacional de la República Democrática del Congo para defender el hábitat de los últimos gorilas de montaña del mundo.  «Son artistas que, aparte de grandes generadores de taquilla, tienen sensibilidad con determinadas causas. Portman va ahora a estrenar una película dirigida por ella y hecha en hebreo, por ejemplo. Tienen inquietudes, y trabajos que les dan mucho dinero, que invierten en causas con las que están comprometidos».

Aunque Virunga sigue figurando en la sección oficial, ha quedado excluido de las películas a concurso en el último minuto. Ayer la organización de DocumentaMadrid descubrió que había sido exhibido en un único pase en un pequeño festival español. Y solo optan al premio de 10.000 euros aquellos que no hayan sido proyectados previamente en España. «Son cosas que pasan. Nos enteramos y nos ha faltado tiempo para sacarla de la competición. Da pena, porque es una película muy espectacular, pero tampoco pasa nada, lo importante es que la película se vea, el premio es secundario».

La cifra de 10.000 euros parece considerable —hay también un segundo premio de 5.000 euros—, pero el director del certamen le quita importancia. «Hay que tener en cuenta el nivel de las películas. Está por ejemplo la continuación de The Act Of Killing, que ganó el Oscar en 2014. Es un dinero muy pequeñito para ese tipo de obras». El atractivo del festival no es, asegura, el premio en metálico. «El festival tiene una trayectoria. Son ya 12 ediciones, tiene un prestigio, está bien situado. Y creo que también la centrificación a la que lo hemos sometido ha sido bien recibida por la industria. Las películas se sienten seguras, bien tratadas, en una competición de alto nivel».

Hay excepciones a esa crudeza temática. Olaciregui mantiene la neutralidad que se le exige a alguien en su posición a la hora de apuntar sus favoritos entre los filmes a concurso, pero no puede evitar que se le escape una pequeña debilidad por una de las rarezas presentadas, Chante Ton Bac D’abord, un musical francés que será el que abra el certamen el jueves. «Es valiente, porque es una nueva forma de afrontarlo. Ves a chavales discutiendo, en un trance difícil, y que entonces canten canciones que han compuesto ellos mismos tiene una valentía formal por la que hay que apostar».

Esa búsqueda de nuevos lenguajes demuestra que el documental ha crecido como género en los últimos años. «Se está haciendo más y es más cine. Hace 10 años los documentales eran algo como los de La 2. Mira, en San Sebastián la primera vez que se puso un documental a competición fue siendo yo director. Era En construcción, de José Luis Guerín. Fíjate, en 65 años de festival solo hace 15 de esto. Esta concepción más autoral del documental como algo más que un reportaje de relleno es relativamente reciente, salvo excepciones, claro». Olaciregui tiene claro qué documentales le interesan: «Los que hacen cine sobre la realidad, tratan temas con mayor profundidad que las noticias que se ven en televisión y las desarrollan con una cierta pretensión artística, ética y estética».

Uno de los ciclos paralelos de esta edición está dedicado precisamente al contraste entre realidad y ficción. Una doble mirada se celebrará en la filmoteca española y exhibirá filmes de ficción y documentales que hablan de lo mismo. «Ha sido uno de los grandes divertimentos a la hora de preparar el festival. Por ejemplo, Amytiville, un clásico de terror de los setenta sobre una casa encantada, cuenta con un documental en el que aparecen personas que aseguran que estuvieron en aquel lugar y había presencias».

La sección nacional tiene también 14 películas, las mismas que la internacional, con una producción mucho menor. Eso haría sospechar que la internacional se queda estrecha o la nacional ancha. «Son dos tipos de elecciones distintas. De fuera buscamos lo mejor del año. De España buscamos una producción muy reciente. Películas terminadas hace un máximo de seis meses. Algunos son estrenos absolutos en Madrid que se estrenan en paralelo con el Festival de Málaga que se celebra esta semana. Y se ve gran vitalidad en cuanto a recursos narrativos y formales del documental español. Hay un gran desfase entre las películas que se producen y las que llegan a estrenarse y a tener un número de espectadores aceptable».

Dentro de esa sección apenas hay documentales rodados en Madrid, aunque muchas de las productoras son madrileñas. —«Hay mucha presencia periférica, es cierto»—. La excepción es Robles, duelo al sol, en la que el nieto de John Dos Passos viaja a Madrid para esclarecer la investigación que inició su abuelo durante la Guerra Civil sobre la desaparición de su amigo José Robles, traductor al español de Manhattan Transfer. En la internacional figura como única presencia española Desde que el mundo es mundo, el retrato de un agricultor y su familia luchando en tiempos de crisis, una coproducción con Austria dirigida por Günter Schwaiger, austríaco residente en Madrid. Pero el director del certamen sí que cree que hay señas de identidad dentro del documental de la comunidad. «El de Madrid suele tratar de los problemas de la gran urbe, la soledad y el aislamiento, que es menos habitual en el resto de España».


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