miércoles, abril 22, 2015

Fotografía / México: Pablo Ortiz Monasterio retrata poderío nuclear

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El fotógrafo capturó el sorprendente «abanico cromático» de la añeja Ciudad Académica, en el bosque de Siberia, Rusia.(Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 22 de abril de 2015. (RanchoNEWS).- De edificios no mayores a tres pisos de altura, 40 kilómetros de túneles y con máquinas de 30 metros de largo por 20 de alto, se edificó en 1958 la Ciudad Académica en el bosque de Siberia, Rusia, casi invisible para la ciudadanía aun cuando se convirtió en el mayor centro de investigación nuclear. Reporta desde la ciudad de México para Excélsior Sonia Ávila.

Su interior, contrario a lo que se imaginaría, es un abanico cromático que embelesa la mirada, y si bien no tiene una razón estética sino práctica, su composición tonal podría remitir al suprematismo soviético de la década de los 20 entre líneas geométricas de los barandales, formas abstractas de las máquinas y los colores primarios.

Composición interna que por primera vez queda registrada por una cámara fotográfica ajena a la de los más de 60 mil científicos que ahí se congregan. Fue la de Pablo Ortiz Monasterio (Cd. de México, 1952) quien en el verano de 2013 descubrió un entorno nuclear que hasta el momento parecía sólo producto de la ficción del cine.

Dedicó diez días a fotografiar las máquinas, los científicos, los túneles, las escaleras, las telarañas de cables y de tubos que constituyen al laboratorio nuclear fundado por el físico Gersh Budker. Por día, cuenta, hizo alrededor de mil imágenes de las cuales hizo una depuración para reunir 50 en el libro AkademGorodok (RM/Conaculta).

El proyecto, casi fortuito, surgió de la invitación de los organizadores del G20 que en 2013 se realizó en Rusia, quienes llevaron a un fotógrafo de cada nación del Grupo para producir un proyecto en el país sede, y la primera idea de Ortiz Monasterio era hacer imágenes de la carrera espacial, y luego de la comunidad de chamanes originaria de Siberia.

«Me interesaba poco visitar las ciudades rusas con estilo europeo, quería algo más exótico que mis ojos no hubieran visto, entonces me interesaba ir más al sur o a Siberia. El día que llegué me llevaron a un auditorio majestuoso, y tras hacer unas fotos me comentaron que si conocía el laboratorio, y apenas di unos pasos ahí me sorprendió la cromática y las enormes máquinas», detalla.

Si bien primero se enganchó por la estética del espacio casi subterráneo, el autor de 14 libros de fotografía descubrió un sitio que igual refiere al pasado como al presente de Rusia y el mundo vinculado a la física nuclear el cual remite desde la bomba nuclear hasta la posibilidad de generar energía alternativa al calentamiento global.

El laboratorio, pues, nació tras la Segunda Guerra Mundial y del interés de los soviéticos por desarrollar la ciencia para producir armamento y energía no dañina al medio ambiente. En el mayor momento de producción, la Ciudad Académica albergó 65 mil científicos con sus familias, y hoy cuenta con cuarenta institutos-laboratorios.

Casi a ciegas, sin entender el idioma y con escasa información sobre el laboratorio que hasta la década de los 90 era secreto, el fotógrafo planteó una suerte de documental que por un lado diera cuenta de la belleza física de las máquinas y su entorno, y por otro lado hablara de la importancia de la investigación física actual.

«Me di cuenta de que estaba frente a una historia desconocida, y yo tengo la sensación de ver el escenario como velado por el idioma y porque la gente me veía con recelo ahí dentro, pero sabía que mi cámara lo estaba registrando. Entonces me pareció interesante que en México pueda la gente ver y saber lo que del otro lado del planeta sucede en un laboratorio de física nuclear.

«Aquí la foto cumple la función de ser una extensión del ser humano. La función de mostrar una realidad muy importante, muy notable para el mundo, y había estado escondida; es la cuando la foto reduce distancias, hace pequeño el mundo para poderlo conocer», apunta.

El libro, añade, hace también un homenaje a los científicos que fundaron el centro pionero en ciencias nucleares y a quienes lo mantienen activo, y en suma da cuenta del proceso de trabajo a través de instantáneas a color del interior de las máquinas y de los investigadores en trabajo. Por lo que Ortiz Monasterio rechaza que la publicación sea un catálogo de maquinaria rusa, sino una lectura humanizada de uno de los temas más críticos: fuerza nuclear.

«Quisimos hacer un libro que sin haber leído el texto final de José Manuel Prieto, se puede tener la sensación de alta tecnología, de cierto riesgo y una fuerza mayor de la gente porque no es un laboratorio blanco como lo presenta Hollywood, sino que de repente parece un taller mecánico».

¿Dónde y cuándo?

AkademGorodok

Se presenta hoy, a las 12:00 hrs.
Auditorio Carlos Graef de la Facultad de Ciencias de la UNAM
Circuito exterior s/n, Ciudad Universitaria.


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