sábado, abril 04, 2015

Textos / Margarita Salazar Mendoza: Análisis literario de «Hollywood era el cielo, biografía novelada de Lupe Vélez» de Celia del Palacio

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La actriz mexicana. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 20 de marzo de 2015. (RanchoNEWS).- Estamos aquí para hablar de la obra escrita por Celia del Palacio, Hollywood era el cielo, biografía novelada de Lupe Vélez. Este libro fue publicado en mayo del 2014.

La autora es licenciada en letras y maestra en sociología por la Universidad de Guadalajara, así como doctora en historia por la UNAM. Es coordinadora del Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación de la Universidad Veracruzana. Es autora además de otras obras: un libro de relatos titulado Adictas a la insurgencia (2010) y tres novelas de corte histórico, No me alcanzará la vida (2008), Leona (2010) y Mujeres de la tormenta (2012).

La presentación de este libro se hará en dos partes, una relativa a sus particularidades literarias, que haré yo, y otra relacionada con el contenido, a cargo de Ricardo León García.

Estructura

Como todos ustedes saben, la estructura es la red de relaciones de dependencia mutua que se establece entre todos los elementos componentes de un conjunto. Así, la estructura narrativa resulta de la transformación de una historia en un discurso, mediante la selección que se ha hecho del modo, el tiempo y el espacio.

Para empezar, la novela está divida en dos partes, asimétricas; la primera contiene 27 capítulos y la segunda sólo uno, por supuesto, esto tiene su razón de ser. Cada sección de la primera parte está precedida por un epígrafe, y cada una de estas piezas contiene, después de la cita, una fecha y un lugar. Así pues, la acción narrativa está claramente ubicada en el tiempo y en el espacio.

Tiempo

La anacronía es la característica temporal de la historia. Hay una discordancia entre el orden natural, cronológico, de los acontecimientos que constituyen el tiempo de la historia y el orden en que son contados. Comienza in media res, es decir, el relato inicia en un punto avanzado del tiempo de la historia, lo que puede ser solamente un poco, en medio o muy adelante; en este caso, justo tres días antes de que esa historia llegue a su fin. Luego los personajes, lugares y los acontecimientos son descritos y presentados a través de retrospecciones. Así, se da un salto hacia el pasado en el capítulo dos; en el tercero hay una prolepsis, un brinco hacia adelante, para ubicarnos en la continuación de la historia donde quedó en el capítulo uno; luego, en el tres, se regresa en la historia para continuar con lo suspendido en el dos, y así sucesivamente, analepsis y prolepsis intercaladas hasta el capítulo diez; y de ahí al 13 se mantiene el orden natural de que hablaba Aristóteles. Luego, una nueva prolepsis nos adelante hasta el 14 de diciembre, fecha de la muerte de Lupe Vélez; y otra vez, del 15 al 20 el tiempo transcurre de acuerdo al orden cronológico. Para terminar con adelantos en el 21, el 24 y el 27, al mismo 14 de diciembre. Con lo cual se nota el siguiente artificio: Todos los capítulos que retroceden en la historia mantienen un orden que va desde el nacimiento de la protagonista hasta unirse al capítulo uno, una escena que transcurren entre el 12 de diciembre de 1944, con la celebración del día del santo de la protagonista, y el día 14 del mismo mes y año, cuando la protagonista muere y en la Ciudad de México, la familia de Lupe Vélez se entera de su muerte, segunda parte de la novela.

Espacio

Como se indicó en la explicación de su estructura, cada capítulo par, a partir del dos, explicita el lugar de los hechos. Aunque empieza en la casa de la protagonista, ubicada en Hollywood, California, a partir del capítulo dos nos pasea con bastante orden por los lugares que pisó Vélez: el barrio de San Sebastián de San Luis Potosí, donde nació (p. 15), la Ciudad de México, donde vivió hasta los 14 años (p. 53); para luego pasar por Ciudad Juárez y El Paso para llegar a San Antonio, Texas, lugar en el que nació su hija Juanita y donde estudió en un colegio particular; su regreso a la Ciudad de México, con el pretexto de las vacaciones (y digo pretexto porque deben ustedes leer la novela) para encontrarse con la muerte de Sebastián Caraveo, prometido de Mercedes, lo que la obliga a buscar un empleo. Ahí en la ciudad de México, Lupe Vélez se mueve por otros espacios, como «el restaurante Sanborns de la elegante Casa de los Azulejos» (p. 84), el teatro Regis (p. 87) y el Teatro Principal (p. 85), donde inicia su carrera de tiple; luego su contrato en el Teatro Lírico, para llegar hasta Cuba (p. 102).

Posteriormente, todo lo que fue capaz de hacer para viajar a Hollywood. Una vez en Los Ángeles empieza de nuevo el arduo camino hacia el triunfo.

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Aspecto de la presentación de la obra en Ciudad Juárez en el Instituto de Ciencias Sociales y Administración (ICSA) de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ). De izq. a der.: Margarita Salazar, la autora y Ricardo León. (Foto: Blas García)

Narrador

Un narrador omnisciente y heterodiegético nos cuenta la historia. Este tipo de narrador es ubicuo y omnisapiente, pues goza de un punto de vista sobre la historia, sin limitaciones, por ejemplo, cuando dice: «Eso fue el colmo, sonaron todas las alarmas dentro de la cabeza de Lupe. Nadie iba a decirle que ella no podía hacer algo y menos ahora, cuando se sentía preparada para enfrentar el reto.» (p. 86) La voz narrativa sabe lo que sucede en la cabeza de la protagonista, sabe lo que siente.

Personajes

Aunque tanto la novela como el cuento pertenecen al mismo género, pues comparten las características que les permiten ser clasificados como narrativos, la primera se diferencia del segundo, en la complejidad; precisamente por ello hay una mayor extensión dedicada a los personajes. En este caso, la protagonista a la que ustedes se enfrentarán

no quería renunciar al reconocimiento que había logrado en esos últimos meses. Adoraba que le aplaudieran, no había nada comparable a los elogios que recibía tanto dentro como fuera del teatro, esa sensación de poder que le daba la admiración del público, en particular de los hombres. Incluso adoraba la envidia de las arpías, se regodeaba en ella. (p. 109)

los elogios le resultaban imprescindibles, y las miradas; eso era lo que había deseado desde la primera vez que se había hecho un traje largo con las sábanas y se había maquillado con harina [...], que la admiraran, que la desearan. Lo único que le daba certeza de existir era la mirada de los otros puesta en ella. ¡Renunciar a ello era morirse, no existir más! (p. 109)

Presenciarán

una serie de agravios que Lupe había hecho a diversas personas; sus constantes pleitos con otra tiples, los escándalos llevados hasta la prensa cuando no conseguía lo que quería, sus negativas a plegarse a cualquier tipo de disciplina. Si alguna certeza se tenía con Lupe, era que las cosas se tenían que hacer como ella quisiera.» (p. 116)

Pero también compartirán con ella momentos, como cuando:

Se miró en el espejo: descubrió a una muchacha hermosa, pero demacrada y con ojeras, en realidad estaba cansada; […] Lupe se sentía sola y culpable de vivir esa vida un tanto frívola de fiestas y regalos de los influyentes. (p. 115)

O cuando una noche de teatro su padre se presenta en su camerino:

La sorpresa, la alegría, la rabia, el dolor del abandono, todo se agolpó en su pecho; las lágrimas volvieron a sus ojos y una especie de opresión le impedía respirar. […] Quería abrazarlo, cubrirlo de besos, reclamar su tan prolongada ausencia. (p. 119)

Relaciones transtextuales

Todos los textos mantienen una serie de relaciones estrechas, o implícitas, con otros textos. Relaciones explicadas por Gerard Genette y que seguramente ustedes ya estudiaron.

Entre los elementos paratextuales encontramos, por supuesto, el título, los subtítulos, los epígrafes, la Filmografía de Lupe Vélez, y, obviamente, la dedicatoria, los agradecimientos, así como la fotografía que adorna la portada del libro.

Genette menciona entre ese grupo de relaciones, una en particular, la intertextualidad; ésta es de tres tipos: puede presentarse de una manera mínima, a la que él llama alusión; una muy clara que en el mundo académico se conoce bien, la cita; y una tercera, que no es muy bien vista últimamente, el plagio.

En su modalidad de alusión encontramos múltiples ejemplos: la mención de los pintores italianos Lorenzo di Bicci y Tito Corbella (p. 11); o la alusión constante, como podemos imaginarnos, a películas de la época, La Zandunga (p. 245), Lo que el viento se llevó (p. 249), o El Llanero Solitario (p. 253); a personajes: Pancho Villa, Porfirio Díaz, Venustiano Carranza (p. 86) y muchos más.

Respecto a la cita, sobra decir que todos los epígrafes contenidos son eso, citas textuales, enunciados contenidos en otras obras literarias, tales como en La tempestad de William Shakespeare, o como la tomada del «Romance» de Edgar Allan Poe; o éste, que me permito leer porque me parece muy hermoso:

De pronto salimos del sueño,
sólo vinimos a soñar;
no es cierto, no es cierto
que vinimos a vivir sobre la tierra.

Epígrafe contenido en el capítulo 21 y que procede del poema del siglo XVI y traducido del náhuatl, cuyo autor es Tochihuitzin Coyolchiuhqui, quien fue hijo de Itzcóatl y contemporáneo de Netzahualcóyotl.

Partes del discurso

Por supuesto, también sería posible analizar la novela desde la retórica y encontrar las grandes partes del discurso, o sea, el tema y sus argumentos, la inventio; la dispositio, explicada ya en parte al principio; y la elocutio, o forma de expresión, tanto en el uso de la lengua como en las figuras empleadas.

Me limitaré a comentar que una de las figuras recurrentes es la descripción, como ésta: «La Guadalupana, rodeada de rosas blancas y de veladoras […] Los dos grandes óleos a los lados de la imagen sagrada […] La mujer rezando de Lorenzo di Bicci […] , el retrato de Lupe pintado por Tito Corbella». O la Beulah Kinder, una mujer de más de cincuenta años, viuda, de maneras maternales, discreta y amorosa, honrada a toda prueba, de sabias y honestas palabras, que la convirtieron en la secretaria particular, el ama de llaves, su madre sustituta, en el ‘equilibrio’ de Lupe Vélez. Pero, sobre todo, de la protagonista, a quien terminamos por conocer casi como si la tuviéramos enfrente.

Una de las figuras más hermosas de la novela es ésta: cuando Lupe hace su debut en el Teatro Principal y se pone a hacer lo que más le gusta, bailar, «tenía que seguir moviéndose para que María Conesa no pudiera alcanzarla ni las balas de la revolución ni la soledad ni la muerte de su hermano ni la ausencia de su padre ni los agiotistas ni los caseros ni la culpa ni el miedo» (p. 98).

Conclusión

Ahora los invito a que escuchen a Ricardo y después a que se hagan de su ejemplar. No sólo conocerán a Lupe Vélez, también tendrán un amplio panorama del mundo del espectáculo por esos días. Se enterarán de que, «aunque eran tiempos en que no podía beberse alcohol en los lugares públicos, en las casas era otra historia, [pues] todo el mundo tenía sus surtidores de contrabando». (143);
y sabrán del deseo último de Lupe Vélez, regresar a su país (p. 301).

(1) tiple. (De or. inc.).
1. m. Voz humana más aguda, propia especialmente de mujeres y niños.
2. m. Guitarra pequeña de voces muy agudas.
3. m. Especie de oboe soprano, más pequeño que la tenora, empleado en la cobla de las sardanas.
4. m. Mar. Vela de falucho con todos los rizos tomados.
5. m. Mar. Palo de una sola pieza.
6. com. Persona cuya voz es la de tiple.
7. com. Persona que toca el tiple.

(2) Edgar Allan Poe, «Romance» en Poems. 1831, pp. 31 – 36.

Celia del Palacio, Hollywood era el cielo, biografía novelada de Lupe Vélez.
México, Suma, 2014, 339 pp.

Este texto fue leído en la presentación de la obra en Ciudad Juárez que se llevó a cabo en el Instituto de Ciencias Sociales y Administración (ICSA) de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ); con la asistencia de la autora, siendo moderador Blas García, y con la participación de Ricardo León García.





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