C iudad Juárez, Chihuahua. 15 de mayo de 2015. (RanchoNEWS).- El desastroso estado de la educación en México es dibujado y desmembrado por el caricaturista Eduardo del Río Rius (Zamora, 1934) en su más reciente libro, La reforma dizque heducativa. Reporta desde la ciudad de México para La Jornada Alondra Flores.
En entrevista con La Jornada, se pregunta: «¿Por qué no podemos tener un mejor sistema educativo? ¿Sólo porque al gobierno no le interesa? o ¿ya estamos tan acostumbrados a vivir agachados que no es posible reaccionar?»
Una relectura de su libro El fracaso de la educación en México, publicado en 1987, hizo concluir a Rius que no había que actualizarlo, sino que era necesario uno nuevo para profundizar en los aspectos del desastre, además de plantear soluciones.
«No se necesitan mejores escuelas ni mejores sistemas educativos ni que haya más computadoras. Se necesita cambiar el modo de enseñar, el sistema pedagógico, propone con la razón contra la fe como primer punto a abatir. Más que memorizar, recurrir al pensamiento y que las aulas dejen de ser fábricas de conformistas.
«La educación sigue igual o peor. Entonces decidí en Oaxaca hacer un libro sobre la situación actual, no pensando en hace 30 años. Este librito, como todos los míos, es para principiantes. No para especialistas y pedagogos. Pero algo podrían aprenderle también, y comienza a reír del al otro lado de la bocina. Me decidí a hacer un libro más sobre la educación, pensando que estamos todavía a tiempo de cambiar este sistema. Lo veo difícil, mi conclusión a lo mejor es muy pesimista».
El cronista Carlos Monsiváis llegó a decir que en México había tres instituciones educativas: la Secretaría de Educación Pública (SEP), Televisa... y Rius. Así cita el historietista que ha publicado más de cien libros, en los que escribe sobre marxismo, religión, sexo, política o vegetarianismo. «He dedicado mi trabajo de toda la vida a tratar no de educar, sino de crear un poco de conciencia en las personas. Los resultados cada quien los puede definir».
Desde la portada del nuevo libro de Rius, publicado por Grijalbo, impera su humor crítico. Un copetudo con aire engreído pregunta: ¿ «Educativa» lleva acento? Mordaz, puntual y relajiento continúa en su exposición sobre las recientes «dizque» reformas y una brevísima historia de la educación en México. Los mayas y los aztecas se omiten, porque todo desapareció cuando los conquistadores españoles, curas incluidos, destruyeron la cultura indígena.
Los gobiernos, los secretarios de Educación, que son políticos y no expertos, los sindicatos y la tradición religiosa son algunos de los que ocupan el estrado. Y las televisoras sobresalen en la crítica. «Desgraciadamente tengo razón, la televisión se ha convertido en la auténtica secretaría de educación e instrucción. Es muy difícil pretender cambiar al sistema de las televisoras, porque están para el negocio nada más. Y también les conviene que la gente esté mal educada para que únicamente se dediquen a comprar todas las porquerías que anuncian».
Aunque el humor persiste, es notorio un nuevo estilo en Rius, de menos monos y más letras. La razón, afirma, es que los ojos fallan mucho. «Tengo 81 años y los ojos ya no me permiten dibujar. Siempre he dibujado mal. Pero ahora la vista de tanto usarla se ha llegado a gastar. Entonces recurro más a textos y a recortes de grabaditos. Es más difícil para mí echar relajo», continúa la conversación e intercala risas.
El análisis de las reformas administrativas y burocráticas es letal, pero aún más demoledoras las cifras del fracaso educativo en el país: 10 millones de analfabetos, 37 millones no han terminado la primaria, ocupamos el primer lugar en deserción escolar de adolescentes, en la prueba PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, de la OCDE) México quedó en el último lugar, entre 59 países, en las habilidades y competencia para la lectura, ciencias y matemáticas. Además, ocupamos el primer lugar en bullying (acoso escolar).
«De veras, es un problema que no le encuentro por dónde está el hilito que podemos empezar a jalar», dice contrariado.
«El libro tiene la modesta o molesta intención. Ojalá caiga en manos adecuadas y se aboquen a resolver este problema. Si no, estamos jodidos como país. Nunca vamos a avanzar porque la base de todo progreso está en la educación. Yo no le veo vuelta de hoja».
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