lunes, junio 08, 2015

Artes Plásticas / España: Exponen retrospectiva de Jeff Koons en el Museo Guggenheim de Bilbao

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Jeff Koons esta mañana en Bilbao. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 8 de junio de 2015. (RanchoNEWS).- Cuenta que Horses, el emblemático disco de Patti Smith, hizo que se mudara a Nueva York con la creencia de que todo ocurría allí. Una vez en la ciudad estadounidense comenzó Hinchables, una serie de vinilos adquiridos en la calle 14 de Manhattan que se inflan y, colocados sobre una superficie de espejos Jeff Koons nos traslada al Surrealismo de Dalí y los ready made de Duchamp. Durante toda su trayectoria ha hablado de los mismos temas pero siempre de una manera diferente. Para él, «una obra termina en los ojos del público», comenta liderando el auditorio del Museo Guggenheim abarrotado de medios nacionales e internacionales. Con esta premisa, la pinacoteca, con la colaboración de la Fundación BBVA, acoge la mayor retrospectiva hasta la fecha de uno de los artistas contemporáneos internacionales más importantes. Y él sonríe. Saioa Camarzana reporta para El Cultural.

Esta relación de la ciudad con el artista comenzó hace 17 años cuando la pinacoteca compró Puppy, un perro de 38.000 flores que crecen de manera anárquica dándonos la bienvenida en la puerta y que se ha convertido en icono de la ciudad. «No se podía colocar cualquier pieza porque el edificio se lo comería pero esa obra dialoga con él», comenta Lucía Aguirre, comisaria de la exposición. «Mis obras nunca se han expuesto de manera tan elegante como en Bilbao», apunta contento y sonriente Jeff Koons. Y es que las dimensiones de las salas del Guggenheim y su amplitud albergan las obras del artista con el espacio necesario para poder transitarlas con calma.

El controvertido artista cuenta que le inspira todo lo que ve y explica cómo «como individuo hay que seguir los intereses de cada uno para que te lleven a un espacio metafísico conectado a lo universal. Eso es lo único que podemos hacer». Aunque una de sus grandes fuentes de inspiración, afirma, fue Salvador Dalí.  «De pequeño siempre estuve rodeado de arte y Dalí era uno de ellos», comienza. Una vez, de hecho, consiguió pasar un día con él y con el surrealista aprendió a confiar en sí mismo para después poder salir al mundo.  «Me citó y allí estaba, vestido de manera impecable. Se decía que te hacía sentir como si ese momento fuera el más importante de tu vida y es verdad», recuerda sonriente.

La confianza en sí mismo, amplía, es la base de su trabajo. Claro que fracasos ha cosechado pero han sido «monetarios». La bancarrota, prosigue, es un fracaso económico pero no profesional. «Si tuviera que trabajar poniendo gasolina para poder seguir creando mis piezas, lo haría». Todo su discurso lo recubre con un halo filosófico y cercano al espectador porque considera que la comunicación con el público es la manera de acercar su obra a la gente. «No creo en el branding sino en la idea que envuelve al arte y en la comunicación con la gente», anota mirando a los ojos al público que tiene delante. De ahí que el artista se haya tomado un café con los medios de comunicación al tiempo que firmaba y dibujaba ejemplares del catálogo de la gran retrospectiva que se le dedica.

«El arte reúne a la gente a dialogar»

La exposición comienza con Hinchables para dar paso, en la misma sala a Antes de lo nuevo y Lo nuevo. En la primera se muestran utensilios domésticos manipulados para ponerlos sobre un soporte de tubos. Era una época dorada del capitalismo y el momento en el que algunos de los museos más importantes empezaban a adquirir estos electrodomésticos. En cambio, Lo nuevo se trata de aspiradoras que el artista compró y encapsuló, sin ser usadas, en unas vitrinas de metacrilato que recuerdan a Dan Flavin.


Vista de la exposición de Jeff Koons

La siguiente sala se centra en Equilibrio, la primera exposición individual que tuvo el artista en el año 1985, en la que aborda la temática del equilibrio personal y social. Esto se ve de dos maneras. Por un lado con los tanques de agua en los que flotan balones de baloncesto mediante el que refleja un equilibrio muy frágil pues al mínimo movimiento u honda, este se rompería haciendo que los balones dejaran de estar en ese perfecto estado en el agua. Por el otro, con los pósters de la marca Nike de la época intenta reflejar el equilibrio social. «En ese momento los carteles estaban protagonizados por gente de color. A los jóvenes se les hacía ver que el deporte era su única manera de escalar en la esfera social. Mientras que a los blancos se les mostraba que su dote estaba en la arquitectura, en el arte, etc», explica la comisaria frente a una de las imágenes.

A su lado está Lujo y degradación donde refleja de qué manera varía las publicidad de productos de alcohol en barrios adinerados y humildes perpetua los roles sociales. A obras como Hennessy, el modo civilizado de hacer valer la ley (1986), les dotó de una falsa apariencia de lujo construyéndolos en acero inoxidable. El > (1986) ejemplifica la cultura norteamericana con el tren que recuerda a la conquista del Oeste. En el Juego de cristal Baccarat relaciona el lujo europeo con la clase media alta. La constante de esta sección es que a partir del uso de los mismos materiales hace que la cultura del alcohol sea tratada de manera igualitaria independientemente de la clase social.

Made in Heaven, una de sus exposiciones más controvertidas muestra impresiones hechas a raíz de fotografías que se sacó él mismo con su novia de entonces. Un encargo del Whitney Museum bajo el título de Image World que no fue bien acogida ni por la crítica ni por el público. En ella se muestran como los Adán y Eva modernos. «Algunas de las piezas fueron destruidas por la custodia del niño», explica. Aunque, en realidad, afirma que cada una de sus piezas lleva una larga investigación y todo está tan pensando que nada ha tenido que ser eliminado.

Frente a su gran perro rosa que emula a una mascota de globos gigante, cuenta que  «la pieza te explica lo que está pasando, hay que moverse hacia delante aunque la obra tiene un interior oscuro», zanja mientras la gente persigue su mirada. Todo parte y se cimienta en la confianza en uno mismo y «la relación con el espectador, solo tienes que ser tú».

El lapso del tiempo, lo efímero y la honestidad

Es conocida su obra icónica (Popeye, Michael Jackson) y relacionada con la cultura americana y europea pero explica que su Hulk transmite la relación este-oeste y en Banalidad recorre parte de la iconografía india. «Hay muchos iconos, me gusta la metáfora como energía creativa», dice. Pero, sorprende al comentar que estas figuras populares no son importantes para él como para quien lo ve.  «Cuando los ven se reafirman a sí mismos». Además, no considera que haya debilidades en su obra.  «La única debilidad sería no usar la libertad que tenemos y aceptarnos. Es un ejercicio de libertad de gesto y movimiento». Y a pesar de ser uno de los artistas vivos mejor vendidos, y más caros por supuesto, explica que el dinero no va con él. «Mi placer es pertenecer a una comunidad, el valor monetario es abstracto».

Son 40 años de trayectoria los que se recorren en la exposición. Y a pesar de todo este tiempo, del trabajo, de la investigación y todo lo que conllevan sus obras, mirando al reloj porque ha quedado con su mujer para ir al Museo de Bellas Artes de Bilbao para testar los colores de una obra sobre la que está trabajando, se despide diciendo que él está al servicio de su arte. Y, apuntando que si piensa en los últimos años le da la sensación de que han pasado más despacio de lo que había previsto, confirma que está trabajando en una serie de obras maestras de Velázquez, Goya, Murillo, etc en la que Picasso será el gran eje.

¿Novedad? «Para mí la novedad no es hacer algo impactante. La novedad es la honestidad, el arte es abrir parámetros», recalca el artista que primero crea la idea y luego las relaciones entre ellas. Un contexto intuitivo que se verbaliza con el paso del tiempo.



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