jueves, junio 04, 2015

Libros / México: William Shakespeare en su mejor español

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El crítico y editor español Andreu Jaume reúne en cinco tomos las mejores traducciones de la obra completa del bardo inglés. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 4 de junio de 2015. (RanchoNEWS).- Publican por primera vez en México la versión mejor traducida y de corte panhispánico de la obra completa de William Shakespeare (1564-1616). Estuvo al cuidado del editor español Andreu Jaume, quien comentó a Excélsior que para este esfuerzo reunió las mejores traducciones, entre ellas la del poeta Tomás Segovia. Reporta desde la ciudad de México para Excélsior Juan Carlos Sánchez.

Esta edición también recuperó el poema A la memoria del autor mi querido Señor William Shakespeare, y a lo que nos ha dejado, escrito por el poeta inglés, Ben Jonson, su adversario literario y amigo, quien lo describió como «un monumento sin tumba», recuperado de la primera publicación de su teatro completo, en 1623, sólo siete años después de su muerte.

 «Ese poema es muy importante porque es la primera valoración del canon shakespereano, pero también porque contiene una serie de insinuaciones con respecto a las lecturas del autor inglés respecto a su manera de entender el teatro y a su formación.»

Esta edición, que incluye por primera vez en lengua española todo el teatro y la poesía del escritor inglés, llega a México y se divide en cinco tomos, entre comedias, tragedias, dramas históricos, romances y poesía. Además, adelanta que acaba de publicar un volumen completo con la obra del dramaturgo y poeta inglés Christopher Marlowe.

Lo primero que aclara Andreu Jaume es la certeza de que Shakespeare sí existió y sí escribió todo lo que se le atribuye. «Shakespeare existió y sí escribió todas sus obras y, aunque no tenemos muchos datos acerca de su vida, sí hay más que de sus contemporáneos».

Lo que sucede, aclara, es que esos datos no gustaron a los biógrafos del siglo XVIII, pues no tuvo una instrucción universitaria, por lo que personajes como el conde de Oxford, Marlowe y la reina Isabel quisieron atribuir gran parte de su obra a otros autores, como Francis Bacon.

Shakespeare no fue un universitario, como Marlowe o John Lyly, explica Jaume, «pero sabemos, por la lectura de sus obras, que fue un lector voraz, un lector desordenado, caótico y tremendamente exigente».

Al punto que desde su juventud leyó los ensayos de Montaigne, el Quijote –en la traducción de Thomas Shelton de 1612– y muchísima literatura latina, desde Ovidio a Séneca y probablemente Lucrecio, así como un amplio cuerpo de poesía isabelina anterior a su generación.

 «Yo me lo imagino como un hombre extraordinariamente intuitivo, un lector que asimiló influencias y transformó ese conocimiento en algo nuevo. Pero fue justo esa falta de un método científico y académico lo que le permitió crear esa obra tan excepcional, extraña y única».

En la introducción general de esta serie, Jaume menciona que cuando el autor de Romeo y Julieta llegó a Londres para mostrar su trabajo literario, enfrentó la influencia del dramaturgo y poeta Christopher Marlowe (1564-1593),  «un autor fascinante, con un dominio de la tragedia que Shakespeare todavía no tenía en ese momento y que le costó lograr».

Cuando Marlowe muere, Shakespeare tenía 29 años y a partir de ese momento pudo desarrollar su propia teoría de la tragedia y del drama, recordando siempre la influencia de Marlowe, una obsesión que quedó plasmada en muchos momentos de su obra.

Lo cierto es que, como escribe Jaume, Shakespeare pasó buena parte de su vida en las afueras de la ciudad de Londres, en los descampados donde se levantaban los teatros de la época, el Red Lion, el más antiguo, el Theatre de James Burbage, el Curtain o el Fortune.

Falstaff y El Rey Lear

Para Andreu Jaume, hay personajes en la obra de Shakespeare que se han quedado en él para siempre.  «Me quedo con los personajes femeninos que aparecen en todas sus comedias, como Rosalinda en Como les guste, porque ahí se forma la experiencia del amor, que es otra de sus aportaciones más brillantes».

También se queda con sir John Falstaff, el gran personaje de Enrique IV, ese gran crápula y corruptor, con Hamlet y El rey Lear  «que es su tragedia más compleja y extraordinaria», pero también Cordelia y el Conde de Kent de El rey Lear, apunta.

 «Y en el caso de los romances me quedaría con Prospero y Miranda, los personajes principales de La Tempestad, una obra con la que Shakespeare quiso despedirse e intentó crear un mito nuevo a partir de todo lo que había investigado hasta entonces».

¿Qué traductores le gustaría destacar de las obras compiladas en esta nueva edición en español?, se le pregunta a Jaume. «Lo más complejo fue la lectura de todas las traducciones disponibles y la elección de las mejores. Una de estas es el Hamlet de Tomás Segovia, el Romeo y Julieta del catalán Josep Maria Jaumà, las del argentino Andrés Ehrenhaus.»

Además, se destaca la traducción realizada de El tórtolo y el fénix, hecha por el propio Andreu Jaume, así como la introducción general para los cinco volúmenes y la introducción temática para cada volumen.

La obra se publica por Debolsillo, Penguin Random House, y se divide en cinco tomos temáticos: comedias, tragedias, dramas históricos, romances y poesía, el cual se compila por primera vez en español.

Querido rival

A la memoria del autor mi querido señor William Shakespeare y a lo que nos ha dejado

Ben Jonson

«Para no levantar envidias en tu nombre,

será bastante, Shakespeare, cuando honre

tu libro y fama, si confieso que tus obras

no pueden de hombre o musa agotar sus loas.

Es verdad conocida, pero no quisiera

Que fuera mi alabanza por tal senda,

Transida a veces de ignorancia leve

Y, aunque sonora, apenas te merece.

Y el amor ciego la verdad oculta,

avanza a tientas y con prisa abruma.

O la astuta malicia en falso alaba

Y piensa en la ruina cuando ensalza.

Así elogian rufianes y putas infames

A una matrona: lo que más puede dañarle.

Pero tú estás a prueba de ellos, en verdad

más allá de su mal fario o de su ruindad.

Empiezo sin más: ¡Alma de nuestra era!

¡Aplauso, encanto, prodigio de nuestra escena!

Mi Shakespeare, arriba. No pienso hospedarte

Con Chaucer o Spenser, o a Beaumont apartarle

Para que le haga un sitio a tu figura

Eres un monumento sin su tumba.

Y vives aún mientras viva tu libro,

Maravillas leemos y loas proferimos.»


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