sábado, junio 20, 2015

Obituario / James Salter

.
Era uno de los escritores estadounidenses más poderosos y completos de las últimas décadas. Las dos palabras que mejor resumen su hacer son luminosidad y sensualidad. (Foto: Pascal Perich)

C iudad Juárez, Chihuahua. 20 de junio de 2015. (RanchoNEWS).- James Salter (Nueva York, 1925-2015), uno de los narradores norteamericanos más poderosos y completos de las últimas décadas acaba de fallecer en su casa de Bridgehampton (Long Island), apenas diez días después de haber cumplido noventa años. Las dos palabras que mejor resumen su hacer son luminosidad y sensualidad. Salter representa el triunfo de la literatura en el sentido más auténtico, áspero e implacable de la palabra. Sus páginas son el resultado de una vida vivida sin filtros retóricos ni componendas artísticas. Reporta Eduardo Lago para El País.

En los círculos literarios de Nueva York, su ciudad natal, todo el mundo sabía perfectamente quién era, sólo que, sin dejar de admirarlo, durante años, agentes, editores y demás fuerzas que deciden qué es lo que ha de llegar al gran público se desentendieron de él. Escribía poco, con extraordinario rigor y claridad, muy lentamente, transmitiendo una indescriptible sensación de vitalidad y asombro ante el milagro elemental de la existencia. Novelas como Juego y distracción (1967), Años luz (1975), o la colección de cuentos Última noche (2005), llevan a cabo una disección de los aspectos más profundos e inquietantes del deseo y la sensualidad sin parangón en la literatura de nuestro tiempo.

Tras un silencio novelístico de 35 años, Salter publicó Todo cuanto es (2013), obra en la que el autor lograba el punto de mayor depuración de su larga trayectoria literaria. A los 87 años de edad, Salter alcanzaba también una celebridad que nunca se había propuesto conseguir.

Fue amigo de Saúl Bellow y le admiró pero, como dijo en una entrevista a este diario: «No hay que estar a la sombra de nadie». Fue miembro de la generación de autores como Richard Yates, considerado maestro por Richard Ford.

Salter ingresó a los 17 años en West Point. Estuvo doce años de servicio como piloto de guerra en la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Tuvo más de cien acciones de combate en Corea. Sus dos primeras novelas se basan en sus experiencias como aviador. Una de ellas, Pilotos de caza (1956), fue llevada al cine y protagonizada por Robert Mitchum. Charlotte Rampling, en Three, su única película como director, y Robert Redford también tuvieron papeles en guiones escritos por él, aunque Salter nunca haya dado importancia a este aspecto de su trabajo.

George Plimpton, el legendario editor de Paris Review le pagó 3.000 dólares de adelanto por una novela que había tenido numerosos rechazos, Juego y distracción (1967). En 1975 publicó Años luz, es la crónica del lento naufragio de un matrimonio, considerada hasta hace poco su obra maestra. En los últimos años cada vez más autores lo citaban como referencia.

Los galardones que recibió fueron por sus relatos cortos: ganó el PEN Book Award por la colección Dusk y otros relatos (1988) y recibió dos homenajes por las historias breves escritas a lo largo de su carrera: el premio Rea y el premio PEN/Malamud. Lejos de obsesionarse con ser prolífico, Salter trabajaba despacio y con cuidado, y a lo largo de su vida solo publicó seis novelas y dos colecciones de relatos. En 2013, Salter publicó Todo lo que hay, su primera novela desde 1979.

«No creo que muchas de mis ideas hayan cambiado mucho, pero sí mi manera de escribir. He dejado deliberadamente la filosofía atrás, he escrito más directo, sin metáforas. Con la edad la poesía desaparece, se pierde la capacidad para la sorpresa y el asombro. Pero la energía la tengo», dijo entonces Salter.

El escritor nacido en Manhattan (Nueva York) en 1925, que cumplió 90 años hace apenas diez días, aseguraba en esa entrevista que sigue pensando lo mismo que escribió en 1975 en su novela Años luz: que la vida deja en la antesala al conocimiento y se rinde a la pasión, la energía y la mentira. Reconocía, también, el peso que tuvieron en su carrera el erotismo y la sensualidad que marcaron su novela de 1967. «El sexo es para mí algo de una importancia inmensa, pero del tipo de importancia que brota de manera natural, que no genera preguntas», afirmó.

Casado dos veces y con cinco hijos, Salter descubrió que quería ser escritor durante su tiempo en el Ejército estadounidense, que abandonó en 1957, años después de graduarse en la academia militar West Point y ser piloto durante la guerra de Corea. En 2014, Salter fue candidato al Premio Príncipe de Asturias de las Letras, que finalmente fue a parar al irlandés John Banville.


REGRESAR A LA REVISTA