viernes, enero 08, 2016

Cine / Entrevista a Peter Greenaway

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El director británico. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 8 de enero de 2016. (RanchoNEWS).- El director británico regresa con uno de sus mejores trabajos, Eisenstein en Guanajuato, en el que rescata la peripecia del famoso director ruso Sergei Eisenstein en México para rodar un película sobre la festividad de los muertos. La sensualidad, la pasión o las rigideces de una época profundamente homófoba aparecen en un filme en el que el cineasta quiere hablar sobre la dificultad del talento para salir adelante. Juan Sardá lo entrevista para El Cultural.

Peter Greenaway (Newport, 1942) es sin duda uno de los grandes del cine europeo. Para el maestro británico afincado en Holanda, el cine no es que haya muerto, es que prácticamente nunca ha estado vivo. Opina Greenaway que hay demasiadas películas que en realidad son novelas con imágenes y su empeño desde los años 70, cuando realizó sus primeros filmes experimentales recién licenciado en Bellas Artes, es encontrar ese nuevo lenguaje que sea totalmente propio de un arte que él mismo define como joven. Se hizo popular en los 80 gracias a una serie de películas como El contrato del dibujante (1982), El vientre del arquitecto (1987) y sobre todo la célebre El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante (1989). Desde entonces este esteta iconoclasta ha continuado dirigiendo siguiendo su propia lógica como en el tríptico Las maletas de Tulse Luper (2003). Ahora regresa con uno de sus mejores trabajos, Eisenstein en Guanajuato, en el que rescata la peripecia del famoso director ruso Sergei Eisenstein (El acorazado de Potemkin) al que da vida Elmer Back y a quien vemos, a sus 33 años, en un viaje que hizo a México para rodar una película sobre la fiesta de los muertos. Una experiencia de vital importancia para él, no por la película, que nunca pudo acabar, sino porque allí conoció el amor por primera vez con su guía mexicano, una que lo transformó por completo. La sensualidad, la pasión o las rigideces de una época profundamente homófoba aparecen en un filme en el que el cineasta quiere hablar sobre la dificultad del talento para salir adelante.

En Eisenstein en Guanajuato vemos lo que es casi un clásico: un artista que lucha por su integridad. ¿Por qué siempre lo tienen tan difícil los verdaderos artistas?

El verdadero talento es radical y ofrece algo completamente nuevo. Es como un viejo vino en una nueva botella, por hacer una metáfora. Y los seres humanos por lo general son conservadores. Picasso lo tuvo muy difícil para prosperar y hoy sus cuadros valen millones. Lo realmente nuevo sorprende y choca y para los coetáneos es difícil valorarlo en su justa medida. Afortunadamente, lo que vale de verdad, perdura, y tarde o temprano obtiene el reconocimiento que merece.

El Eisenstein que vemos en la película es como mínimo de carácter difícil. No se puede decir que ponga mucho de su parte.

Se comportaba como un petulante y era su peor enemigo. De todos modos, los verdaderos artistas son incómodos y hacen pensar. Su misión es encontrar la manera de hacer lo de siempre pero mejor y eso crea muchas enemistades. Y en cualquier caso, trato de retratarlo como una persona real y los seres humanos somos casi todos dudosos. En este caso, sobre todo hablamos de un genio, de un hombre que se inventó el cine, que lo apartó de la narrativa convencional, y encontró nuevos caminos. Eisenstein quizá es el director de cine más importante de la historia. Y no solo eso, era un hombre culto y políglota.

El director habla con ironía y desprecio de su experiencia en Hollywood. ¿Han cambiado mucho las colinas más famosas del cine?

Es posible que haya ido a peor. En Hollywood no hacen películas, hacen dinero. De los billones de títulos que habrán producido muy muy pocos valen la pena. El cine es un arte joven pero sofisticado y muy exigente, es un gran arte esperando un gran artista que sea capaz de hacer lo que Betthoven hizo por la música. Cuando buscas hacer entretenimiento y no arte es difícil que eso suceda.

¿A pesar de su fama usted sigue teniendo dificultades para poner en pie sus proyectos?

Sí, desde luego. Los productores son unos señores asustados que nunca se fían hasta que ven los resultados. La película fue bien recibida en Berlín y de repente todo eran parabienes pero hasta entonces fue una lucha. Creo que en general hay poca gente que entienda lo que es el verdadero cine.


Una imagen de Eisenstein en Guanajato

¿Le causaron problemas, por ejemplo, esas escenas sexuales tan gráficas?

Sí, sí, querían que las quitara. La sexualidad es muy relevante en nuestra vida. Hasta hace no mucho no hemos podido saber demasiado sobre Eisenstein porque las autoridades rusas ocultaban su correspondencia privada, no quieren que el mundo sepa que su director de cine más importante era gay. Me encantaría que en Rusia se pudiera ver la película pero me temo que a Putin no le ha gustado mucho. Sí se pasó en el Festival de Moscú pero no pude ir, una pena.

Es una película llena de imágenes y de sugerencias. ¿Debemos entender su cine como una gran metáfora?

Todo está cuidado hasta el mínimo detalle y todo tiene un sentido. En mis películas nada es casualidad. No son casualidad los homenajes a Abel Gance o a Fellini ni las referencias al realismo soviético. Es una película apolínea, basada en ese principio, hay una búsqueda del equilibrio y de la armonía. Y en esa bandera roja hay una obvia metáfora sobre los retos de la civilización en ese tiempo. Creo profundamente en la inteligencia de mis espectadores y que sabrán ver todo eso, mis películas no son solo películas.

No solo Eisenstein, se citan profusamente a grandes figuras como Cocteau, Freud, Einstein. Buñuel, Dalí, Bernard Shaw, Frida Kahlo... ¿Nos faltan referentes?

Estamos en la era de la información y todo el mundo cree que lo sabe todo porque lo puede encontrar en Google. Todos esos grandes hombres quisieron conocer a Eisenstein porque lo admiraban. Sin duda, echamos de menos a personas como ellos.

¿Cuál fue el acercamiento a México?

En los últimos 30 años he ido varias veces porque es un país que me fascina. Cuando se dice que Europa es el viejo mundo y América el nuevo me rebelo porque es exactamente lo contrario. El viejo mundo es América, la riqueza de la cultura precolombina es espectacular, ellos ya sabían de astronomía y de cálculo antes que nosotros. Es curioso y tiene su gracia que ahora los latinos vuelvan a Estados Unidos y se puedan hacer los dueños del país porque hubo una vez en que los destruyeron.

Ha hablado mucho de lo que no debe ser el cine, ¿y qué debe ser?

El cine debe informar de que el mundo es un lugar en el que se hacen cosas maravillosas. El cine debe ser un reflejo de la belleza del mundo.


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