martes, marzo 22, 2016

Libros / México: «Contra el tiempo» de Ana María Shua

.
El gran tema, explica a La Jornada Ana María Shua (Buenos Aires, 1951), son las relaciones familiares, eje de mi literatura. Me parece especialmente fascinante por la ambigüedad y la ambivalencia, porque es ahí donde está depositada nuestra máxima capacidad de amor y también de odio, angustia, culpa o terror. (Foto: María Luisa Severiano) C iudad Juárez, Chihuahua. 22 de marzo de 2016. (RanchoNEWS).- Los cuentos de la autora argentina Ana María Shua (Buenos Aires, 1951) son semillas que germinan en los sueños o pesadillas de sus lectores, y para muestra basta leer la antología Contra el tiempo, que preparó Samanta Schweblin para la colección Vivir del cuento, de la editorial Páginas de Espuma. Mónica Mateos-Vega reporta para La Jornada.

Ese libro completa la cartografía literaria de la autora, más conocida en México por sus microrrelatos, pero que navega por la poesía, el cuento para niños y la novela.

En algunos países el cuento se considera un género menor, explica a La Jornada.  «Por ejemplo, en España piensan que es apenas una escala de piano para después dedicarse de lleno a la sinfonía que es la novela.

«Sin embargo, en América Latina el cuento tiene un nicho, forma parte de nuestra tradición; no es ni más ni menos que la novela. Nuestros grandes maestros han sido cuentistas en primer lugar, quizás porque se dedicaban a otra cosa y tenían unas vidas frenéticas, por lo que escribían en las grietas, en los intersticios de su vida real».

Aunque no existen fórmulas para escribir cuento, «hay que luchar porque cada obra tenga al menos algún elemento de originalidad, algo que con los años se vuelve más difícil. Cuando joven era más cruel con los autores mayores, me preguntaba por qué seguían escribiendo si lo que hacían era repetirse o un autoplagio. Ahora soy más generosa y digo, ‘bueno, es un escritor, hace lo que puede’», bromea.

El absurdo y la ironía

Los relatos de Ana María Shua, detalla la presentación del libro, «se mueven entre lo cotidiano y lo fantástico, guiando a sus personajes por situaciones extremas donde en ocasiones no falta tampoco el humor sutil. El absurdo y la ironía más cruel».

El gran tema, puntualiza,  «son las relaciones familiares, eje de mi literatura. Me parece especialmente fascinante por la ambigüedad y la ambivalencia, porque es ahí donde está depositada nuestra máxima capacidad de amor y también de odio, angustia, culpa o terror».

Recuerda que le costó mucho trabajo comenzar a hacer cuento: «Inicié muy jovencita a escribir poesía, en 1967; cuando tenía 16 años publiqué mi primer poemario. Quería ser narradora, pero pasé varios años en la prosa poética hasta que descubrí cómo narrar. Tenía una exigencia autocrítica demasiado alta, quería que mi primer cuento fuera, por lo menos, un gran aporte a la literatura universal, algo así como Chéjov o Poe, pero escribía un párrafo o dos y me quedaba paralizada. No sabía cómo seguir adelante.

«Lo que me salvó fue bajar esas expectativas. En aquellos años quise también ser periodista, había muy pocas, y todas las personas que me recomendaban que fuera a ver para que me dieran trabajo me mandaban a las revista femeninas, donde estaban las mujeres. En una de esas publicaciones me pidieron escribir cuentitos románticos para sus fotonovelas. Así empecé a aflojar la mano, bajando la exigencia.

«Aprendí técnica del cuento, cómo crear un personaje y algo que es obvio y no sabía: que todo se volvía más interesante y más rico si tomaba elementos de la realidad y los integraba al relato, pues pensaba que un escritor debía inventarlo absolutamente todo. Aquellos cuentitos románticos los firmé como Diana de Montemayor».

Escribe la novela Hija

Después, Ana María también escribió cuentos para niños, seis de ellos publicados en México, como La hermosa vampirizada.

«De doce años para arriba no los considero lectores niños, sino adultos jóvenes, y hay que escribirles de otra manera. Tengo varios textos limítrofes, para chicos y para adultos, que publico sin cambios. Pero para pequeñitos hay que dirigir los relatos a un receptor que tiene menos experiencia, menos vocabulario y no ha terminado de construir su pensamiento lógico, por supuesto sin que esto sea una limitante, pues también sucede que cada vez que uno intenta establecer cómo debe ser un cuento para niños aparece un genio que le da vuelta a todo.

«Por ejemplo, decimos que no se puede ser experimental y aparece un Lewis Carroll, o que a los chicos no les gusta leer mucho y llega Harry Potter, que vino a demostrar que los niños leen aunque no se les obligue.»

Después del libro de microrrelatos Fenómenos de circo (2011), Shua se enfrascó en la escritura de su novela Hija, que publicará este año.

Contra el tiempo, que incluye textos de los años 80 a 2009, y un inédito, será presentado hoy a las 19 horas en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia (Nuevo León 91, colonia Hipódromo Condesa. Participan Alberto Chimal, Mónica Maristain y la autora.



REGRESAR A LA REVISTA