domingo, marzo 13, 2016

Teatro / Colombia: Es obscena la celebridad, opina Peter Stein

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El director alemán participó ayer en el Festival de Teatro de Bogotá. (Foto: Efe)

C iudad Juárez, Chihuahua. 13 de marzo de 2016. (RanchoNEWS).- «¿Celebridad yo? Ja. No me haga reír. Tengo 50 años haciendo teatro. Nunca voy a ver mis obras. Soy un viejo aburrido. Si debo padecer 17 horas en un vuelo trasatlántico (a Colombia), ¿qué tipo de celebridad voy a ser? Yo no tengo el aura, no soy famoso. No salgo en la televisión y sin ella no hay celebridad; la celebridad es obscena. »

El dueño de estas afirmaciones tajantes es una leyenda de la escena mundial que se resiste a serlo: Peter Stein, el director de teatro alemán que ayer, en el marco de la edición número 15 del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá (FITB), tuvo un encuentro con actores colombianos en preparación, que se dieron cita para escucharlo en el Auditorio Fabio Lozano de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Reporta Víctor Manuel Torres desde Bogotá para Excélsior.

Conversatorio con actores en ciernes

En medio de una charla que duró una hora con 50 minutos y que fue moderada por el actor colombiano Nicolás Montero, Peter Stein —quien el próximo primero de octubre cumplirá 80 años— desperdigó algunos conceptos sobre su oficio. Su tono, siempre lúcido y sarcástico, congeló la atención de las decenas de jóvenes estudiantes de teatro que se reunieron para verlo y escucharlo.

Stein, a quien se ha calificado como «el más innovador de los directores de teatro», porque trabaja con respeto absoluto y minucioso al texto, confía ciegamente en los directores preparados, que saben idiomas, que viajan mucho, que tienen conocimientos de arqueología, historia, arquitectura y que, inevitablemente, leen periódicos. Él es uno de ellos. El mejor ejemplo.

No por nada está enterado de las cosas que pasan en Colombia. «Lamentablemente —dice— domina en los medios la información sobre el narcotráfico, sobre las mafias, pero lo que hace falta es información real de lo que sucede fuera de esos ámbitos. Me interesa lo que pasa en América Latina, pero me interesa más saber cómo llegó a ser así. Si uno no tiene conocimiento acerca de la historia no puede reflexionar sobre el futuro».

Stein, quien renovó la escena alemana a partir de 1968 —partiendo de la revolución de pensamiento que emprendieron muchos jóvenes de entonces—, asegura que debió estudiar al menos una década antes de entrar al mundo escénico.  «Muchos directores de mi época se creían inteligentes, pero en realidad eran unos idiotas: no conocían una palabra de griego».

Cree, pues, en la férrea disciplina para prepararse, pero rechaza ser «gente de teatro».  «No lo soy, yo no tengo ‘eso’. Lo único que legitima mi presencia en el teatro es que yo puedo transformar el pensamiento en un tipo de movimiento físico. Uno puede transformar el lenguaje en gestos. Yo tengo algo innato: la posibilidad de mimetizar. Y el grado máximo de esa mimetización es el teatro».

El director germano, famoso por haber montado obras de duración maratónica (Los demonios, de Dostoievsky, 12 horas en escena, por ejemplo), es un defensor acérrimo del texto. Incluso lo han tildado de ser el revolucionario real del teatro, porque él trabaja detalladamente con el texto. «Es paradoja, claro. Con los mensajes tan cortos y múltiples de hoy en día (haciendo referencia a las redes sociales), es cada vez más difícil concentrarnos. Pero el texto nos da todo. Puede producir la musicalidad de la palabra hablada. Por ello perder el texto sería una lástima».

Acerca del montaje que trae al FITB, Boris Godunov, considerada la obra maestra de Pushkin y cuyo estreno se realizó en 1874, Stein asegura que, no obstante que la obra es muy política, no «tiene nada que ver» con el actual presidente de Rusia, Vladimir Putin.  «Políticamente, Pushkin era muy activo. Él miró el presente, su presente, a través de hechos de otra época. Para ello eligió una era oscura (el siglo XVI, entre la muerte del zar Iván IV el Terrible y el advenimiento de la dinastía Romanov). En esta obra aborda el hecho no de ganar el poder, sino de mantenerlo, que en política es lo esencial. Gudonov es un hombre que llega al poder eliminando a otras personas y, a pesar de las circunstancias, aún no está listo para perder ese poder. Y lucha en consecuencia. ‘Sólo se quiere a un político muerto’, dice en uno de los parlamentos».

Boris Godunov

- Ópera en cuatro actos y un prólogo.

- Música y libreto en ruso de Modest Músorgski.

- Se basa en el drama homónimo de Aleksandr Pushkin, considerada su obra maestra.

- Estrenada el 27 de enero de 1874, teatro Mariinski de San Petersburgo.

- La obra narra algunos pasajes de la historia del zar Borís Godunov y la lucha entre el pueblo ruso y el polaco.


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