martes, abril 26, 2016

Textos / 40 años de «Taxi Driver»: Carta abierta a Travis Bickle

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Robert De Niro en Taxi Driver. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 25 de abril de 2016. (RanchoNEWS).- Se cumplen 40 años de Taxi Driver, ahora una película de culto y con ese motivo reproducimos el texto de Ismael Marinero publicado en El Mundo

-¿Estás hablando conmigo?

- Sí, Travis, estoy hablando contigo. Han pasado cuatro décadas y esa lluvia que iba a limpiar la ciudad, ese aguacero que iba a llevárselo todo consigo, aún no ha llegado y nunca lo hará. Tu pesadilla sigue viva, repitiéndose noche tras noche, enquistada en un insufrible programa de televisión, en las palabras de políticos a la caza de votos, en las malas calles de cualquiera de nuestros barrios. El sindicato de las mujeres frías y distantes, como escribías en tu diario, continúa en activo. Aunque, y espero que esto no te moleste, amigo Travis, el problema con las mujeres quizá fuera tuyo. No seré yo quien te lo eche en cara, no vayas a sacar a pasear todo tu arsenal de justiciero psicópata.


Entre Paul Schrader, Martin Scorsese y Robert De Niro se las arreglaron para darte una identidad y hacerte recorrer, incansable, la calle 42 arriba y abajo, noche y día. Fuiste testigo de vidas enteras a través del retrovisor de tu taxi. Las salas de cine X que tanto frecuentabas ya no existen, hoy tu soledad sería más profunda, más hiriente si cabe, enganchado a las webcams porno. Siento decirte que esa América enferma en la que naciste, marcada por la guerra de Vietnam y el Watergate, esa infernal alienación iluminada por los neones de la ciudad, no ha desaparecido. Por cada muerto en las guerras de entonces, ahora hay cientos, por cada escándalo de corrupción, ahora sufrimos miles. O esa sensación tenemos. Y si necesitas más datos, un tipo de flequillo imposible llamado Donald Trump podría ser el próximo inquilino de la Casa Blanca. Aunque quizá tú serías su votante tipo y entonces tendríamos un problema.

Desde el estreno de Taxi Driver hemos intentado entenderte. Sin mucho éxito, por cierto. Porque, ¿quién no se enamoraría de Cybill Shepherd? ¿Quién no querría proteger a Jodie Foster? Y sí, todos estamos algo asqueados, por el motivo que sea, y todos nos sentimos solos, en mayor o menor medida. «La soledad me ha seguido toda mi vida, a todos lados. En los bares, en los coches, por las aceras, en las tiendas, por todos lados. No hay manera de escapar de ella». Pocos podrían expresarlo mejor que tú. Pero ¿cuál fue el desequilibrio químico que te convirtió en un despiadado asesino? ¿Qué desencadenó tu furia homicida? ¿Fue cuando Betsy te rechazó por teléfono y la cámara se movió hacia el pasillo contiguo, negándose a captar tu rostro? ¿O fue cuando el propio Scorsese, en el asiento de atrás de tu taxi, te contó lo que pensaba hacer con un magnum 44 y su mujer infiel? Nunca lo sabremos.

«Es un profeta y un camello, mitad verdad, mitad ficción. La más pura contradicción», decía la canción de Kris Kristofferson. Betsy te caló enseguida, ¿eh Travis? Tu yo protector y tu yo (auto)destructivo, tu mitad compasiva y el asesino dentro de ti. Ahora, cuando el 21 de abril todos se reúnan para honrar tu recuerdo en pantalla grande en el Festival de Tribeca, Schrader, Scorsese, De Niro, Shepherd y Foster hablarán de ti y de tu influencia. A lo mejor citan el cine de Tarantino, o ese doble tuyo que protagoniza Nightcrawler, otra disección de la insatisfacción y la psicosis contemporánea. O mencionarán tus orígenes, hablarán sobre Centauros del desierto, el cine de Robert Bresson y el plano del alka-sheltzer prestado por Godard.

Poco importa lo que digan ahora sobre ti, ellos ya están de vuelta de todo. De Niro convertido en una pálida sombra de sí mismo, Schrader intentando sacar adelante proyectos imposibles, Shepherd sobreviviendo con papeles secundarios en cine y televisión, Foster con una irregular carrera a sus espaldas como actriz y cineasta... Faltará Harvey Keitel, que sigue alternando cine independiente y cine alimenticio. ¿Y qué me dices de Scorsese? Él parece seguir a lo suyo, con su ritmo febril y su fascinación intacta por el lado más salvaje de la vida. Todos se acuerdan de ti y te mandan recuerdos.

Lo fácil sería calificarte de loco, tarado, demente, perturbado... pero la verdad es que ese tipo al que encañonabas en el espejo está por todas partes. Querías ser una persona como el resto de la gente. Y lo eres. Tanto, que asusta. «Estamos todos jodidos», decía el personaje de Peter Boyle cuando le contabas tus penas. Y ahí están, a nuestro lado en la parada del autobús o en la cola del supermercado, el Travis Bickle que paga sus inseguridades con quienes le rodean, el Travis Bickle que confunde a los refugiados sirios con yihadistas o el Travis Bickle que se da de bruces con la realidad cada vez que sale a la calle.

 «Igual que la Tierra se mueve con respecto al sol, Travis Bickle se mueve con respecto a la violencia». Así te definía Schrader en su libreto, y ese es tu diagnóstico y tu perdición. Y aunque hace 40 años todos te vieran como un héroe, en un inesperado giro final después de la matanza, tú sabes que no lo eres y nunca lo serás. Que seguirás sintiendo esa náusea desde el interior de tu taxi ante todo lo que eres incapaz de comprender. Que apretarás el gatillo las veces que hagan falta, incluso sin pistola y con los dedos ensangrentados, para que la pesadilla acabe de una vez. Lo siento, Travis, no hay redención posible. La vida es así y tiene que continuar.

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