viernes, julio 22, 2016

Caricatura / Entrevista a Dave Mckean

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Retrato del artista de cómic Dave Mckean retocado por él mismo. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 22 de julio de 2016. (RanchoNEWS).- Creó más de 70 portadas sobre el rey de los sueños sin jamás dibujar a sus protagonistas. Convirtió a Batman en una pesadilla que aterrorizaría a Lynch. Dividió su alma en tres —un músico, un escritor, un pintor— para contar historias mundanas con un estilo extraordinario. Y ahora se atreve a recrear el alma y el universo interior de uno de los pintores clave de la primera guerra mundial: Paul Nash. Ángel Luis Sucasas Fernández lo entrevista para el blog Ka-Boom publicado en El País.

Dave McKean (Maidenhead, Inglaterra, 1963) es un workaholic de las viñetas, un auténtico renovador de la forma y el fondo del noveno arte. Cineasta, artista, guionista y pianista de jazz y pronto diseñador de una experiencia en realidad virtual, este británico tan clave para la renovación del cómic en los ochenta como lo fueron Miller, Gaiman o Moore no se toma un respiro tres décadas después de fascinar con su Orquídea negra o los inolvidables collages de las portadas de Sandman.


Una página del biopic onírico de Paul Nash ilustrado y guionizado por Dave McKean.

Ka-boom charló con él en el encuentro #FordVignaleFirsts organizado por Ford en la Casa Decor de Madrid y se encontró con que el autor de las viñetas tortuosas de Arkham asylum, el cómic más perturbador de Batman, es en realidad un sereno, bonachón y sonriente veterano del cómic que no desencajaría como profe en un aula de historia.

Esto fue lo que nos contó.

 ¿Por qué Paul Nash?

Empezó como un encargo. El Museo Imperial de Guerra británico ha decidido encargar un montón de obras sobre la primera guerra mundial. De 2014 a 2018 está comisionando unas 25 al año. Teatro, películas, poesía, moda... Obras extraordinarias de artistas extraordinarios. No tenían ninguna novela gráfica y me contactaron para ver si podría ofrecerles un pitch [el resumen narrativo de una obra para venderla, sea un cómic, película, novela o videojuego] de lo que fuera sobre la Primera Guerra Mundial y sobre la vida en general: el efecto de un suceso tan traumático sobre la mente de un individuo.

¿Y cómo expresar esa tortura interior de manera visual?

Hay que describir la transformación. La persona que se va y la que vuelve. Cómo la guerra lo ha cambiado. Llevo haciendo esto toda mi vida y creo que difícilmente te vas a encontrar un suceso más traumático que una guerra mundial. Especialmente la primera, porque nadie había visto nada igual. Fue la primera gran guerra mecanizada. Así que ahora era cuestión de encontrar el quién. ¿Quién era esa persona de la que iba a describir el efecto de la guerra sobre su psique?

Por supuesto, muchos soldados no quisieron hablar sobre ello. Encerraron esos recuerdos en su mente y tiraron la llave. Pero lo que ocurre con una persona creativa es que, incluso aunque no hablen directamente de ello, el trauma se verá en su trabajo. No pueden evitarlo. Y creo que de todos los pintores afectados por la Primera Guerra Mundial, Paul Nash fue el que logró las imágenes más icónicas, simbólicas y atemporales sobre la brutalidad, la furia y la estupidez de la guerra.

Incluso teniendo en cuenta de que no era un gran pintor. No sabía pintar personas. Así que pintó paisajes. Pero esos paisajes eran psicológicos. Los árboles parecen miembros mutilados, la tierra, carne gangrenada y el sol sangre. Para el resto de soldados y víctimas de la guerra, las explosiones estaban a su alrededor. Para Nash, dentro de su mente.


Una doble página del biopic de Nash de Dave Mckean.

Parece también la elección perfecta para su estilo. Pero me pregunto si le fue difícil proyectarse en Nash, porque toda la vida ha sido usted Dave McKean. Y Dave McKean es muy Dave McKean.

[Ríe]. Sí, tuve que ser otro por seis meses. Desde el principio decidí documentarme. Hay una excelente biografía sobre Nash. Escribió también una autobiografía, aunque no llegó a terminarla. Pero lo que hay muchas cartas escritas a su mujer y a su mejor amigo. Y era un escritor maravilloso.

Inmediatamente supe que no quería simplemente contar una historia de tono documental. Quería estar dentro. Sus pinturas son paisajes de ensueño y me di cuenta de que podía contar lo que quería contar extrayendo sucesos de su vida y sus escritos y sueños de su obra. Así que cree una secuencia de sueños que me permitiera ilustrar su mente.

No estoy haciendo solo una biografía oficial sobre Nash. No estoy tampoco ofreciendo solo mi visión de las cosas, porque entonces la obra perdería el sentido. Más bien estos sueños son el territorio intermedio en el que Nash y yo nos encontramos y nos damos la mano y conversamos.



Portada de Cages, novela gráfica de tintes autobiográficos ilustrada y escrita por Dave McKean.

Hablando de paisajes mentales y sueños, ¿cree que en Cages mostró al Mckean más autobiográfico?

Sí. Hubo mucho de eso. Fue la primera grieta para dejar de mirar hacia fuera, hacia todos los artistas, pintores, escritores y músicos que admiraba. Siempre he sido una esponja cultural desde la escuela; me fascina absorberlo todo. Pero por primera vez cerré las puertas y me pregunté: «¿Qué pienso yo?» «¿Qué pienso sobre el mundo?» Sigo queriendo a este trabajo especialmente. Expresa al yo que fui en esos años. Pero también expresa todo lo que quería hacer en cómics, que no veía necesariamente en las librerías. Quería ver a gente real, que hablaran con naturalidad, para poder sumergirme en sus mentes. Cuáles eran sus esperanzas, sus miedos y sus sueños, nada más.

Cages es un trabajo sobre lo mundano. Pero también tiene su lado onírico, surrealista. Aquí en España solemos batallar entre lo fantástico y lo realista, pensándose que lo primero no está a la altura de lo segundo. Sin embargo, los sueños y la imaginación forman parte de nosotros, incluso si no hay superhéroes. Si no los tienes en cuenta, ¿no estarías siendo infiel o lo real?

Me parece una forma muy razonable de plantearlo. Diría algo más. Se trata de no verlos como dimensiones excluyentes. Para mí, por lo menos, las historias y las obras de arte que solo se refieren a sí mismas, que son escapistas, que no miran al mundo real, son un... No quiero juzgar. A mí no me interesan en absoluto, aunque entiendo por qué la gente las necesita. Pero esa falta de conexión con lo real, cuando fascina a una enorme masa de gente y tiene un impacto muy grande sobre una cultura, creo que se convierte en algo muy preocupante.

Creo que ahora vivimos en una época de una ignorancia voluntaria en grandes sectores de la población. Piensa en Estados Unidos por ejemplo, que parece feliz en votar a alguien como Donald Trump. No puedo evitar el paralelismo entre esa actitud de falta de respeto por el que es diferente a ti y a tus valores y ese tipo de relatos insulares que se perpetuan a sí mismos sin conexión alguna con lo real.

Por otra parte, tienes la visión cientifista del mundo que intenta ceñirse solo ha hechos consumados, comprobados y replicables. Creo que el lugar sano en el que posicionarse está entre estos extremos. Por ejemplo, cuando empecé en el mundo de los cómics, en los 80, hubo mucha resistencia a cómo enfocamos a los superhéroes en nuestra generación. La reacción fue, para algunos, que estábamos maltratando la nostalgia infantil de adultos que no querían crecer. No querían que los superhéroes cambiaran. Querían aferrarse a ellos, a su fantasía infantil. Para mí, por motivos egoístas, eso es terrible. Porque si tuviera que hacer ahora durante meses, no digamos años, las mismas historias de superhéroes una y otra vez, me volvería loco.

Amo las historias en las que se pueden contar relatos sobre la vida real y mostrar cómo funciona nuestra mente. Nuestra mente es algo resbaladizo. De alguna manera, recrea todo el universo que nos rodea de una manera única. Hay cosas que son mesurables y objetivas en nuestra percepción de lo real. Pero hay otras que nos son genuinas, de cada individuo. Y estas dos percepciones chocan entre sí, se fusionan y deforman, creando ese revoltijo que es nuestra visión del mundo.

Cuando tú y yo recordemos esta conversación, recordaremos fragmentos casi idénticos. Pero crearemos otros completamente distintos. Ya lo estamos haciendo ahora. Nuestras propias ficciones.

Y me imagino que esta idea es lo que define su forma de trabajar. El collage entre lo real y lo onírico, como en las portadas de Sandman.

Sí. Es así. Pensando en las portadas de Sandman y cómo las cree, recuerdo haber pensado que si tenías un elemento de madera o de metal, la mente del lector sabe cómo se siente tocar esos materiales. Conoce sus olores, formas, colores, tacto. Son parte del mundo real. Creo que mezclarlas con lo ilustrado amplía los efectos que provocan de forma muy bella.


Una página de Orquídea negra, con arte de Dave Mckean y guion de Neil Gaiman.

¿Qué piensa sobre el potencial de los webcómics y el potencial, sobre el que han reflexionado autores como Scott Mcloud, que tienen para renovar una vez más el lenguaje del cómic?

Pues soy un poco escéptico. No creo que, en principio, las obras digitales tengan un enfoque radicalmente distinto o renovador en el espacio digital que en el papel. Para empezar, no creo que, por definición, una viñeta infinita sea una gran idea. La mayoría de las historias funcionan porque acaban, porque el escritor se la saca de las tripas y la amolda a una estructura finita.

Este mundo digital de exploración infinita, la realidad virtual es un buen ejemplo, es un medio diferente. Y no tengo claro que sea un medio narrativo. Al menos no tal y como yo entiendo la narración. Creo que de hecho son opuestos. Son ambos extraordinarios. Pero estos nuevos medios se basan en la exploración, no en la narración. Allí creas tu narrativa igual que la creas en el espacio que estamos, si echamos a caminar en una dirección. Sin embargo, el placer de la narrativa es ceder el control a un artista.

Creo que el concepto de viñeta infinita, lienzo infinito de Scott McCloud es mucho más interesante que este tipo de narrativa que no termina jamás. Sé que McCloud piensa en algo mucho más extraordinario y revolucionario. Pero no creo que la mayoría de artistas digitales lo hayan entendido.


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