jueves, agosto 04, 2016

Teatro / España: Representan «Una mujer desnuda y en la oscuridad» en el Teatro Lara de Madrid

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Emilio Linder y Esther Vega en Una mujer desnuda y en la oscuridad. (Foto: ARCHIVO)

C iudad Juárez, Chihuahua. 3 de agosto de 2016. (RanchoNEWS).- Las letras de Mario Benedetti inspiran Una mujer desnuda y en la oscuridad, que llega al Teatro Lara de Madrid para quedarse todo agosto. Sergio Jiménez Foronda reporta para El Cultural.

«Una mujer desnuda y en lo oscuro tiene una claridad que nos alumbra», afirma el poeta Mario Benedetti (Uruguay, 1920) en las primeras líneas de su poema Una mujer desnuda y en la oscuridad. En él atribuye a la figura femenina una función esclarecedora, la misma que la obra de teatro de título homónimo pretende realizar sobre la figura del escritor, como se podrá comprobar a partir de hoy y durante todos los miércoles de agosto en el Teatro Lara de Madrid.

Otro Mario, Hernández (Albacete, 1988), es el artífice de este paso de los textos de Benedetti al escenario, centrándose en sus años de exilio: «Benedetti siempre me ha gustado mucho, al principio lo que más lees de él es lo más conocido, los poemas de amor, los más juguetones… pero indagando en su vida descubres una parte muy luchadora, de denunciar las injusticias», explica el dramaturgo. Con esta puesta en escena quería evitar la biografía al huso y «contarlo con mis palabras, porque él tiene muchas más y mucho mejores», según Hernández. Esto ha supuesto sumergirse en las letras del uruguayo, que escribió tanto poemas como prosa en forma de cuentos, novelas y artículos de periódicos. Un proceso arduo por la abundancia de material con el que se ha pretendido formar «una especie de puzle en el que se pudiera contar todo este viaje en sus propias palabras», explica el director. No es la primera vez que Hernández adapta textos a escena, ya lo hizo en su anterior producción y debut largo sobre las tablas: Héroes, basada en la novela de Ray Loriga.

En dicha obra contó con tres actores sobre el escenario, esta vez el número se reduce a dos: Emilio Linder (Argentina, 1949), que interpreta a Mario Benedetti, y Esther Vega (Madrid, 1978), la 'mujer desnuda' que personifica, entre otros, a la esposa del poeta, Luz López Alegre, o a Fidel Castro. «Desde el principio tuve muy claro siempre que tenía que estar Mario contando con sus propias palabras su vida y que todo lo demás recayera en Esther porque iba a ser la reencarnación de la poesía de Benedetti», asegura Hernández.

Para Emilio Linder la tarea de encarnar al autor uruguayo en el escenario es un regalo. Admirador desde pequeño de Benedetti, su parecido físico (solo se añade un bigote en la caracterización) pone la guinda a su papel. «Interpretar a Benedetti, actoralmente hablando, aparte de un honor es un placer enorme, no me cuesta demasiado crear el personaje porque vengo alimentándome en todos los sentidos de su obra desde hace más de cincuenta años», afirma Linder. Menos concreto es el papel de Vega, que lo ha enfocado «por un lado por la parte onírica de la poesía, que está en la cabeza de Benedetti y luego los distintos personajes que van apareciendo en su vida, siempre basándolo desde la poesía pero intentando que fuera cercano», explica la actriz.

La obra se centra en una noche muy especial que marcó un antes y un después en la vida del poeta, puesto que al día siguiente pondría fin a su exilio de más de diez años de su Uruguay natal, del que partió tras el golpe de estado de 1973, a los 53 años. Al igual que la obra, esto tiene lugar en Madrid, y se escenifica con numerosas maletas cargadas de recuerdos, obra de Iris Decoura. Como en todo momento decisivo, toca reflexionar, repasando unos años de melancolía arrastrada de un país a otro, de Buenos Aires a Perú, y luego Madrid, Cuba, Mallorca… Viajes emocionales y físicos representados de forma minimalista, Linder y Vega se enfrentan solos a este reto. «Si te metes en este tipo de proyectos es porque hay mucha sintonía personal y profesional», afirma Linder. Es la primera vez que trabajaban juntos, pero Esther señala que «desde el minuto uno que nos hemos puesto a trabajar y actuamos siempre hemos tenido química, surgió de una manera muy natural (…) es muy importante esa conexión».

Linder alaba el trabajo de Esther, cuya complejidad radica en la multiplicidad de personajes que debe interpretar, cambiando incluso de género delante del público sin hacerlo de apariencia. «Yo los preparé como personajes independientes, porque en ese momento no tienen nada que ver», afirma Vega, y señala la importancia de la escenografía: «Me ayuda a diferenciar, y aunque yo estoy en escena la gente entiende perfectamente 'ah, se va a esta zona, se va a Cuba'». Su compañero de escena, que llegó a España en 1973, ha utilizado la memoria emocional como herramienta en su interpretación, señala una parte de la obra en la que dice «la patria no es solo un himno o una bandera, aparte de los recuerdos, sino los países que te acogen».

Sin duda, además de la complicidad entre actores, es fundamental su sintonía con el director y escritor de la obra. Ambos coinciden en que Hernández les ha dado libertad creativa: «Cuando te da el guión y te lo lees te quedas un poco '¿y qué hago ahora yo con esto?'», afirma Vega, que ya había trabajado anteriormente con el dramaturgo en la micro obra teatral A los ojos (2013) y en su adaptación a la pantalla en forma de cortometraje dos años después. Para Linder esta forma de trabajo abierta y en sintonía es «como deberían de ser todas las creaciones, no solo de teatro». Hernández comenta que es una cuestión de experiencia: «He dejado mucho en sus manos (…) tienes que aprender y dejar hacer a los actores su trabajo porque son muy buenos y muy conscientes de lo que están haciendo».

El tema de los refugiados no solo estará en escena, sino que, en colaboración con Comisión Española de Ayuda al Refugiado, se habilitará una Fila 0 para que los espectadores que lo deseen puedan contribuir a la causa. Una iniciativa propia de la esencia de los textos de Benedetti que pretende transmitir la obra, según su director, «un canto a la esperanza. Ya saben dónde encontrarla, al menos, durante un mes.


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