martes, septiembre 27, 2016

Literatura / Estados Unidos: Marina Perezagua «lanza» a Don Quijote a la ínsula de Manhattan

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La escritora sevillana. (Foto: El Mundo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 10 de septiembre de 2016. (RanchoNEWS).- Imposible decir que Marina Perezagua se tome la literatura a la ligera. Después de publicar Yoro, su primera novela y su tercer libro (tras dos de relatos), acabó ingresada con neumonía, pasó un día en coma.

La broma –las cosas de EEUU, donde vive desde hace 14 años– le costó 50.000 dólares. Se prometió que nunca volvería a un hospital por agotamiento, así que dejó de dar clases en la universidad y se centró únicamente en escribir aunque eso supusiera malcomer por falta de dinero, escribe P. Unamuno desde Madrid para El Mundo.

Y en eso se presentó una imagen poderosa que se adueñó del cerebro de esta sevillana que se reconoce un pelín «obsesiva»: Don Quijote suelto por su ciudad, Nueva York, y vestido de C–3PO, con Sancho de ewok a su vera. En dos meses y medio trabajando 14 horas diarias –y eso que quería cuidarse–, Perezagua tenía listo el grueso de Don Quijote en Manhattan. Testimonio yankee, que publica Los Libros del Lince.

Tenía ganas la sevillana de mostrar que hay otras Marinas además de la «sórdida» de sus libros anteriores. Por ejemplo, la que explora la risa. «Siempre he admirado la comedia, como género, porque no engaña, es sincera. Como la novela erótica, que, si te excita, funciona. Con la comedia pasa lo mismo: si te hace reír, funciona», explica.

La idea original de Perezagua era nada menos que escribir una especie de variación literaria sobre el tema de la Biblia. Terminó haciéndolo, pero de un modo diferente. En vez del Amadís de Gaula, es el libro sagrado lo que llega a manos de don Quijote y lo que ocupa su mente durante su salida neoyorquina. En ella se cruza con personajes variopintos y criaturas extraordinarias como los piojerdos, piojos grandes como cerdos de ocho patas.

En una de sus andanzas, caballero y escudero dan con sus huesos en el estadio de los Mets. Sancho cree que su señor ha muerto y, al estilo de lo que declara en la segunda parte del Quijote de Cervantes, entona en el libro de Perezagua una preciosa elegía. «¿A quién seguiré yo, que nací donde no recuerdo, que me despisto por un trozo de carne, que me pierdo en el desorden del mundo como en el orden en que al hablar junto las palabras?», se lamenta.

La autora de Criaturas abisales ha releído el Quijote cerca de 10 veces. Sin embargo, en Nueva York, mientras escribía la novela, prefería escucharla en un audiolibro si, por ejemplo, tomaba el metro. Quería meter en su cabeza «la música de la prosa de Cervantes», a la que debía poner una letra que acertara en el tono, ni demasiado moderno –extemporáneo– ni demasiado arcaico.

Tras dos terceras partes cómicas y mucha reflexión metaliteraria y también social, Don Quijote en Manhattan deriva hacia lo apocalíptico y promete una segunda parte. Como Dios y Cervantes mandan.

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