martes, octubre 11, 2016

Artes Plásticas / México: El Museo del Palacio de Bellas Artes abre al público la exposición «Los colores de los dioses: en la Antigüedad clásica y Mesoamérica»

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Aquel supuesto nexo con el pasado, que concebía a la escultura blanca o con ausencia de policromía, no puede sostenerse a la luz de estas nuevas investigaciones, que esencialmente nos plantean cómo es que los creadores de estas figuras podían ver el color en sus propias obras de arte, expresa Julio Rivas. Escultura femenina (Cihuateotl), totonaca, El Cocuite, clásico tardío, 500-900 dC., Museo de Antropología de Xalapa, Universidad Veracruzana, incluida en la exposición Los colores de los dioses, que se puede visitar en el recinto de avenida Juárez esquina Eje Central Lázaro Cárdenas, Centro Histórico. (Foto: Cortesía del INBA)

C iudad Juárez, Chihuahua. 11 de octubre de 2016. (RanchoNEWS).- La idea de que la escultura en la antigüedad clásica fue monocromática, determinada sólo por el blanco del mármol, es errónea. Tanto los artistas griegos como los romanos se caracterizaron por el empleo de la policromía en sus piezas. Ángel Vargas reporta para La Jornada.

Situación similar prevaleció entre las culturas mesoamericanas con sus obras en piedra, aunque el sentido en el uso del color y su significado en ambas geografías fue muy diferente.

En ese aspecto ahonda la exposición El color de los dioses: policromía en la Antigüedad clásica y Mesoamérica, que hoy se abre al público en el Museo del Palacio de Bellas Artes y concluirá en enero de 2017.

Son 118 piezas, entre originales y réplicas, provenientes del mundo grecolatino y de las culturas maya, tolteca, olmeca y mexica, que permiten entablar un diálogo entre dos estéticas referentes a escala mundial en la historia del arte.

Producida por el Museo Städel y el Liebieghaus Skulpturensammlung de Fráncfort, en cooperación con la Stiftung Archäologie, la muestra llega a nuestro país como parte del Año Dual Alemania-México, con la organización del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

Por primera vez en AL

Es la primera vez que se presenta en América Latina, tras haber recorrido 22 países de Europa y Asia, aunque ahora se incluyen ejemplos escultóricos del México precolombino, para lo cual se contó con el apoyo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

De acuerdo con Julio Rivas, coordinador de la exposición, ésta ofrece la posibilidad de generar un replanteamiento en la forma en que se concibe la escultura antigua, luego de que se demuestra y ejemplifica, por medio de reproducciones y algunos originales, que no estaba desprovista de color, como erróneamente se cree hasta la fecha.

«Aquel supuesto nexo con el pasado, que concebía a la escultura blanca o con ausencia de policromía no puede sostenerse a la luz de estas nuevas investigaciones, que esencialmente nos plantean cómo es que los creadores de estas figuras podían ver el color en sus propias obras de arte», afirma el especialista.

«En El color de los dioses... hallamos un contraste entre dos cosmovisiones y dos formas de interpretar el significado del color. Podría decirse que en uno (el mesoamericano) el ámbito divino se encuentra presente de manera constante, mientras en el otro (el grecorromano) el mensaje es mucho más explícito y tangible.»

Durante una charla previa a la inauguración de la muestra, Julio Rivas explicó que fue durante el Renacimiento cuando la idea de la policromía en la escultura comenzó a perder fuerza, sobre todo a partir de los preceptos generados por Leonardo da Vinci en su tratado de la pintura, en el cual planteó que de no ser por la luz y la sombra en el relieve de la propia escultura ésta sería toda uniforme y desprovista de color, a semejanza de una superficie plana.

Fue en el neoclasicismo, detalló, cuando se asumió la monocromía como característica fundamental del arte escultórico y se le consideró una herencia del arte de la Antigüedad.

Según el erudito, el color en la escultura antigua iba más allá del aspecto decorativo y se trataba de una cualidad que dotaba de sentido a las piezas dentro de un sistema de creencias particular, es decir, dentro de una cosmovisión.

Aclaró que para cada sistema de pensamiento el color adquiría significados distintos. En el mundo mesoamericano, dijo, formaba parte de una compleja mentalidad religiosa y era elemento del orden cósmico.

En tanto, la significación del color para los griegos obedecía a que el carácter de su arte en la mayoría de las ocasiones tuvo una representación formal de la realidad, como comunicar alguna cualidad del personaje representado, por ejemplo, su habilidad para la guerra, agregó.

Como parte de la aquella charla, el arqueólogo alemán Vinzenz Brinkmann, quien se ha distinguido desde hace 25 años por sus investigaciones en el tema, así como por la reconstrucción y reproducción de piezas (algunas incluidas en la muestra), afirmó que fueron los escultores de la Grecia antigua los que inventaron la forma de engañar al ojo humano.

«Fueron ellos los que inventaron el claroscuro, las sombras y las perspectivas. Todo eso fue inventado por ellos y no por los pintores italianos del Renacimiento», dijo.


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