jueves, octubre 06, 2016

Literatura / Entrevista a Ian Rankin

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Ian Rankin. (Foto: Orion Books)

C iudad Juárez, Chihuahua. 5 de octubre de 2016. (RanchoNEWS).- El escritor escocés publica en España Perros salvajes, ganadora del Premio RBA de Novela Negra, donde rescata al jubilado detective John Rebus para un doble caso en el que se verán involucrados los principales protagonistas de la saga. Andrés Seoane lo entrevista para El Cultural.

Ian Rankin (Cardenden, 1960), máximo exponente de la novela negra escocesa, comenzó en la literatura como un ávido lector infantil. «Tenía mucha imaginación como todos los niños. Comencé escribiendo poesía y cuentos, pero fue ya en la universidad donde comencé a escribir una novela». La novela en cuestión Nudos y cruces (1987), supuso el nacimiento de uno de los detectives más carismáticos y contradictorios del género, el inclasificable John Rebus. Casi 30 años y 20 novelas después, un jubilado Rebus se resiste a dejar de ser imprescindible y a que lo venzan la soledad y el alcoholismo. En Perros salvajes, ganadora del Premio RBA de Novela Negra, el veterano agente se verá envuelto en un complejo doble caso donde las piezas no parecen encajar y cuya dificultad y peligrosidad hará desfilar por la novela al elenco completo de personajes que pueblan el universo de Rankin. Lo que dejará patente el contraste generacional y la voraz evolución del mundo actual, y llevará al propio Rebus a preguntarse por su futuro.

Ha afirmado que escribe novela negra porque es el género que más dinero da, pero seguro que hay alguna razón más.

Evidentemente estaba bromeando (sonríe). Siempre me ha interesado mucho la sociedad contemporánea, la sociedad urbana, y me parece que merece la pena reflejar este mundo en mis historias. Las ciudades como Edimburgo, tiene muchas contradicciones y problemas, pero la mayoría de ellos nunca se hablan sino que permanecen escondidos y parece que no suceden. También me interesa mucho la relación entre el bien y el mal, que es un tema que cuenta con una profusa tradición literaria en Escocia como por ejemplo en El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Stevenson. En la novela negra se puede explotar esa dualidad que trata realmente sobre la naturaleza humana. Además, el género negro cuenta con la figura del detective, que tiene una ventaja muy importante: tiene acceso a todas las capas de la sociedad, de los bajos fondos a las mansiones de los ricos, y permite al lector ser testigo de lo que pasa en todas partes.

Hace algunos años la novela negra tuvo un despegue brutal, pero en la actualidad sufre una especie de estancamiento. ¿Cómo ve el presente y el futuro del género?

No estoy totalmente de acuerdo. Nadie conoce el futuro, pero el género no está exactamente estancado, sino que está en constante evolución. Hoy en día en Reino Unido se habla mucho de lo que se llama domestic noir («novela negra casera»), con novelas como La chica del tren o Perdida. Son novelas en las que el personaje principal es una mujer que está en peligro. No hay policías y el libro relata cómo se enfrenta al peligro esta persona. Ahora se están escribiendo muchas novelas siguiendo el ejemplo de estas dos porque han tenido muchísimo éxito. Es cierto que después del gran éxito de la novela negra escandinava, los editores se están preguntando de donde vendrá la próxima oleada, qué país, qué cultura, serán los siguientes en cosechar semejante éxito produciendo novela negra. Podría ser cualquier: España o China, India o Alemania…

Hablando ya de Perros salvajes, en esta novela mezcla a todos sus personajes anteriores, y también extiende la trama a toda la geografía escocesa, ¿qué pretendía con ello, es una obra de madurez, de cierre de círculo?

No, realmente tampoco se trata tanto de eso como de que según iba escribiendo la historia, la trama necesitaba a todos estos personajes y esta mezcla de ubicaciones distintas. La escena final es la del mafioso Cafferty levantándole un dedo hacia el inspector Rebus asegurándole que todavía lleva dentro una buena batalla. Y el próximo libro, que pronto saldrá en Reino Unido, empieza con esta escena, así que no cierro el círculo, todavía queda más.

Precisamente vemos de nuevo al personaje de Rebus investigando tras su jubilación en La música del adiós, ¿es imposible una jubilación real?

Realmente John Rebus no puede dejar de ser detective, es incapaz. La policía ya no lo necesita y no tiene donde meterlo dentro de su estructura, pero el no va a parar de investigar. Ser detective es lo único que sabe hacer y además tiene un papel tan importante en su vida que sin ese elemento, su vida se reduce al pub, a su casa y nada más. Como escritor estoy muy limitado en lo que puedo hacer con él porque ya ha llegado al final de su carrera, y algún día tendré que dejarlo fuera definitivamente. Aunque por otro lado, desaprovechar esa experiencia no estaría bien.

No tiene pensado un final para él como ha hecho Andrea Camilleri con Montalbano, un final para el personaje cuando el autor ya no esté.

No hay un plan a largo plazo. Siempre pienso en el libro que estoy escribiendo en este momento y el siguiente ya vendrá. En el próximo, Rebus tiene algún problema de salud, porque hay que pensar que ya tiene una edad. Quizá es cierto que los escritores de novela negra deberíamos pensar más en el futuro de nuestros personajes porque son personas que envejecen y tienen problemas de salud, por lo que quizá deberíamos tener algo planeado para el final. Quizá debería escribir una con el final atado, guardarla en un cajón y que mi mujer la publique cuando yo me muera.

En toda la novela, a través de las relaciones de diversos personajes queda patente un fuerte contraste generacional, ¿por qué introduce esta clase de reflexión?

Desde luego es un tema que está presente en toda la novela, esta brecha generacional, pero sobre todo relacionada con el tema de los padres y los hijos. Yo soy padre, y mis hijos ya son mayores y se acaban de ir de casa. Entonces me encuentro en el contexto para escribir esta novela, que surge cuando comienzo a preguntarme si lo he hecho bien, si he sido buen padre, si he tomado las decisiones correctas... Es algo que está ahí, esta relación y esta tensión: la relación de Rebus con su hija, del gánster padre con el gánster hijo... y luego la relación paternofilial clave de la trama, que no desvelaré para no estropear el final del libro.

Repasando la saga en general se aprecia ese cambio, no solo en los personajes, sino en toda Escocia, en la sociedad, en usted... ¿Cómo ha cambiado todo desde la primera novela hasta hoy?

Cuando empecé a escribir estas novelas a finales de los años 80 lo que me interesaba en realidad era explorar Edimburgo y la psicología de la ciudad. Después, cuando nacieron mis hijos, me afectó mucho, y empecé a pensar un poco más en cómo era el mundo que iban a habitar cuando creciesen y qué tipo de mundo le íbamos a dejar a la siguiente generación. Fruto de esta reflexión mis libros fueron haciéndose más políticos, con una preocupación más amplia. Después han ido sucediendo cosas como el referéndum por la independencia escocesa o el Brexit, y es indudable que mis novelas no pueden ignorar este tipo de acontecimientos. Pero tengo que tener mucho cuidado con que la visión sobre esto que aparece en mis novelas sea la del personaje no la mía. La gente quiere leer sobre Rebus, no sobre Ian Rankin y sus opiniones.

Cita en la novela el tema de la independencia y su efecto, ¿pero cuándo sería momento para empezar a hablar del Brexit y de lo que supondrá?

Es un tema tan complejo e importante que va a afectar a todos los ámbitos. Y también a la mecánica de mis novelas. Por ejemplo cuando el Reino Unido deje Europa una de las cosas que se perderán es la colaboración policial entre diferentes países. Para el departamento de policía de Escocia será mucho más complicado obtener información de Francia o España, lo cual podría cambiar mucho como se investigan los crímenes internacionales como el tráfico de drogas o la trata de personas. Llegará el momento de tocarlo pronto, claro, pero ahora mismo nadie sabe lo que va a pasar y por eso mismo la situación es aterradora.

Una de sus intenciones al escribir era explorar Edimburgo, ¿qué papel juega Edimburgo como personaje, como refleja esa evolución que comentábamos?

Para mí el cambio más significativo en Edimburgo en estas décadas ha sido la construcción del Parlamento escocés, diseñado por Miralles, un arquitecto catalán, una elección interesante por la motivación política que subyace. La construcción de este edificio tan significativo implica que Edimburgo ha vuelto a ser una capital otra vez con todo lo que ello supone. Se ha convertido en una ciudad más interesante, más vibrante, más viva. Ahora bien, filosóficamente Edimburgo sigue exactamente igual que hace 100 o 200 años. Si por ejemplo Robert Louis Stevenson se levantase ahora y pasease por la ciudad, no notaría apenas diferencias, aparte de las obvias. Si te fijas en el día a día de la gente y vas a los pubs, descubres que la forma de vivir y la forma de pensar no han cambiado. Por ejemplo, en el Oxford bar (donde va Rebus y voy yo a tomar las pintas) que lleva abierto más de cien años, nada ha cambiado. La gente que va allí es muy similar a la gente que iba hace cien años. Incluyéndome a mí e incluyendo a Rebus.

Últimamente se le 'acusa' de escribir literatura, ¿es hora de dejar de considerar la novela negra como un género menor?

Puedo asegurar que la novela negra, como género literario, no ha cambiado nada. Lo que ha cambiado es el mundo, la sociedad. Y por lo tanto la percepción que se tiene de la novela negra por parte de académicos y estudiosos. Ahora se le está prestando mucha más atención porque están viendo que aparte de vender muchísimos ejemplares, son novelas que hablan de temas sociales, políticos, filosóficos, morales... de temas que importan realmente, y que además están muy bien escritas. Entonces evidentemente hay que hacerles caso. Yo nunca he creído que haya esta división entre la literatura de género y la literatura en general, todo es literatura y yo siempre he sido escritor. Era una barrera mental que por suerte comienza a desaparecer.


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