domingo, noviembre 13, 2016

Literatura / «Con WARE aposté al riesgo de la apertura total» - Entrevista a Micaela Solís, por Consuelo Saenz

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La escritora chihuahuense. (Foto: Carmen Amato)

C iudad Juárez, Chihuahua. 30 de octubre de 2016. (ConsueloSaenz / RanchoNEWS).- PHablar de la poeta chihuahuense, Micaela Solís, es hablar de toda una institución en el ámbito de la promoción cultural y literaria en nuestro Estado. Talento, personalidad y belleza se conjuga en una mujer que posee la cualidad de ser como pocas: íntegra y con un alto sentido de justicia social. Mismo que se pone de manifiesto en su más reciente obra Ware.

El poemario fue ideado como una crónica, un viaje en el que su autora invirtió casi dos décadas. Sobre su más reciente publicación y otros aspectos, platiqué con ella para la Revista Rancho Las Voces.

Micaela, tienes una amplia trayectoria en distintas disciplinas artísticas. Eres escritora, actriz de teatro y cantante. Has incursionado en dirección de escena, guión dramático, musical y radiofónico, además de una vasta experiencia en gestión cultural. Has publicado cuento, ensayo y novela. ¿En qué género de la narrativa te sientes mejor?

Me es difícil definir mi trabajo en torno a los géneros porque tengo la tendencia a fusionarlos. Así, Remolino, mi primer libro publicado se puede considerar prosa poética y mi reciente poemario Ware se ha considerado una novela. En teatro, por ejemplo, he combinado cuento adaptado a teatro, partiendo de una conferencia del autor del cuento, con danza contemporánea, música clásica en vivo, etc.

Yo puedo decirte ahora que estoy escribiendo novela, como ya lo hice, pero de ella salieron cuentos, relatos, teatro e inclusive guión de cine. Uno se propone algo y el texto después dispone; eso es delicioso y emocionante. Así que te puedo decir el punto de partida pero no asegurarte el resultado

Publicas tu primera novela Remolino, Ediciones del Azar, 1994, ¿por qué no has vuelto a escribir novela?

La verdad es que tengo en el escritorio dos novelas un tanto avanzadas que esperan su desarrollo. Una de ellas parte de Remolino que es una novela estructurada en cuentos relacionados y al mismo tiempo independientes. Hay otro libro considerado poemario, Imagen latente, de triste memoria para mí porque el trabajo de edición se hizo ante mis ojos en unas cuantas horas quedando destrozada su intención novelística. Se trata de textos líricos a pie de foto de una selección de fotografías antiguas de Chihuahua que seleccioné de entre mil 200 fotos y que llevaban una secuencia novelada. Como suele ocurrir, la premura de la política obró negativamente sobre mi propuesta que era mucho más rica que el producto que finalmente salió. Creo que no debí haber aceptado esa premura salvaje para un libro que se escribió para que su edición se trabajara con el suficiente tiempo.

¿Reeditarías Imagen latente, ahora, tal cual fue tu propuesta original?

Creo que tengo pendiente reeditar: Imagen latente, porque, como te comenté, fue mutilado; Elegía en el desierto porque su tema desgraciadamente está más vigente que nunca (porque los feminicidios se han incrementado); Remolino porque no fue bien distribuido, no tuvo siquiera una sola presentación. Estación deseada (obra de teatro histórica, finalista en el Premio Chihuahua) apareció en una revista entre decenas de otros textos de investigación y quedó perdida. Además de que estos trabajos tuvieron un tiraje de 500 ejemplares. Pero si me preguntas a cuáles les daría de prioridad para su reedición, sería a Remolino y Elegía en el desierto.

Escribiste Dragoleón un cuento infantil que pertenece a la Colección Kúrowi-Ténari, UACJ, 2015. ¿Cómo nace en ti la necesidad de escribir literatura infantil?

Tengo en mis archivos, entre muchos otros, textos en los que intento recrear diversas anécdotas de la infancia de mis tres hijos: Salvador, Ricardo y Diego, ya que de pronto me vi sin sus fotografías, lo que me dolía y duele muchísimo; entonces decidí que a través de mi memoria las escribiría a manera de recuperar su infancia. Dragoleón es una de ellas Sí, es parte de la Colección Kúrowi-Tenari. Después de mi divorcio me quedé sin fotografías de mis hijos. Eso era y es muy doloroso para mí, entonces pensé que de alguna manera podría llenar ese hueco escribiendo relatos basados en anécdotas de su infancia.

Trabajar para los niños es una preocupación que debemos tener los creadores siempre, sobre todo en una región tan golpeada por la violencia. Me preocupa la generación que ha vivido el horror de estos años. Una generación de pasado y futuro oscuro, llena de dolor y rencor que necesitan válvulas de escape. Al respecto tengo también en mi escritorio avances de un musical infantil que es un intento por cooperar con esta terrible realidad.

Hablemos de Ware, tu más reciente libro. He escuchado que te llevó 20 años escribirlo. ¿Puedes hablarnos de las distintas etapas en las que transcurrió dicho proceso?

Bueno, no me llevó 20 años escribirlo. Lo escribí en periodos en ocasiones separados por largos años, de tal manera que si tomo la fecha del inicio a la publicación, pues sí, pasó ese tiempo. Aunque en realidad nunca me desconecté de él, no puede uno desprenderse de su trabajo hasta que se publica porque las obsesiones literarias son de lo más tercas. Creo que al paso de los años lo que fue adquiriendo fue hondura de acuerdo a mis lecturas. No puedo desprender el inicio de este texto de mi lectura de La jaula de la Melancolía y Oficio Mexicano, de Roger Bartra; de mi deslumbramiento al leer textos sobre física cuántica, al horror de la expansión del universo y a la fascinación de su poesía; a leer sobre redes neuronales y entender que todo está indisolublemente relacionado, y que ese todo nos lleva al caos; descubrir que la realidad es una profunda paradoja en donde nosotros, los nanopequeñisísimos seres humanos nos debatimos por sobrevivir y acumular, y a destruirnos y amarnos. También me deslumbró de rabia Eduardo Galeano con Las venas abiertas de América Latina, a la vez que Milan Kundera era mi refugio para enfrentar la vida después de un divorcio contencioso y Sor Juana que me consolaba con sus sonetos amorosos, con su Primero Sueño aprendí que poesía y ciencia no son antagónicos. El Aleph me enseñó que la unidad acrisolada puede ser posible, y todas las noches como agua de uso tenía en mi buró la hondura cotidiana de Muerte sin fin y me iluminaba con el inconmensurable César Vallejo. En esos cuatro lustros estuve enamorada de Kundera, de Saramago, del subcomandante Marcos, de Hugo Chávez y de muchos más… Luego sobre esa base imaginaria (entre otras muchas, por supuesto, porque no todo te lo revelan los libros) se va agudizando el problema de los migrantes del mundo que vuelca a millones de seres humanos a arriesgar la vida por la sobrevivencia; lo que es un derecho humano se ha convertido en crimen de lesa humanidad. Así que estaba obligada moral, ética y literariamente más que a terminarlo a desarrollarlo.

En un principio lo que me propuse fue un texto híbrido que estuviera entre la crónica periodística (porque entonces hacía periodismo) la poesía y la fotografía. Me fui a la sierra, al noroeste del estado, la región de Babícora donde nací. Tomé muchos apuntes y me sorprendí más. Tomé muchas fotografías (muy malas) tantas que después me funcionaron como punto de apoyo para los textos. La idea era hacer la travesía de los migrantes por el desierto; me contacté con polleros de Gómez Farías, pero era muy caro y opté por tomar el Río Bravo como referente; fue una lástima no lograrlo… También intenté asociarme con algunos fotógrafos artísticos pero no tuve respuesta. Pasó el tiempo, mudándome una y otra vez entre Ciudad Juárez y Chihuahua por razones laborales, cambiando de oficios y actividades hasta que un día me quedé sin nada y opté por irme a Phoenix, Arizona, a trabajar en lo que fuera. Como era el mes de diciembre no conseguí nada, me tuve que regresar sin trabajo, pero con apuntes de primera para mi poemario. Al llegar a Chihuahua sin empleo y sin dinero decidí que era una locura seguir con este oficio que no deja nada que lleva a la soledad, que cierra las puertas. Estaba en crisis, pues y me dije: «Hasta aquí la literatura. Se acabó», y me dediqué a cantar. Me invitó el hermosísimo Nacho Guerrero a cantar en un lugar en Chihuahua que se llamaba El Cielo. Lo disfruté mientras duró y de nuevo el horror al vacío del desempleo… y así, una noche en la mayor desolación decidí no claudicar y escribí el texto que cierra el poemario (que la verdad más lo abre que lo cierra); entonces retomé el montón de apuntes y notas de Ware (que entonces llevaba el subtítulo de Malla ciclónica) y no lo dejé hasta que estuvo terminado. Como es tan cercano a mis ires y venires, al flujo y reflujo de mi trabajo literario y mis subjetividades tiene mucho de autobiográfico, creo.

En la actualidad, ¿qué impresión te deja, por ejemplo, personajes como Hugo Chávez o el Subcomandante Marcos?

Ambos son personajes que pasarán a la historia: comprometidos, heroicos, inteligentísimos. Representan lo más limpio de las luchas emancipadoras de América Latina. Su liderazgo ha rebasado fronteras y representa un peligro para el poder global, por eso han sido fustigados y satanizados por los medios de comunicación, porque a través de ellos desacreditan los movimientos de liberación que representan. Creer o no en ellos es cuestión de sensibilidad social, porque es evidente cómo se han armado las campañas de desprestigio hacia ellos. A Hugo Chávez le escribí un poema el día en que murió para leerlo en un homenaje que le hicimos en Chihuahua en una plaza pública.

¿Qué significa Ware y por qué nombrarlo de esa manera? ¿'El diseño de portada obedece a ese propósito?

Se titula así porque lo escribí con la técnica de como tejen sus cestos de palmilla los tarahumaras. Se llaman guares y se elaboran en espiral quedando su estructura abierta por ser canastos.

Tuve una excelente editora chihuahuense, Gisela Franco que, además de hacer un diseño representando el tejido de los guares, incluyó unas viñetas que van visualmente tejiendo las páginas a medida que les damos vuelta, algo precioso. Ella me propuso cambiar la g por la w, ya que esta letra representa gráficamente un cesto y porque me dijo que tiene más fuerza. Me gustó la idea, además porque era un reconocimiento a ella por su calidad profesional y humana. Así que Ware es una elegía que representa la urna funeraria que porta las cenizas de un ser humano o del género humano como civilización. Es el poema del fracaso y la resistencia.

¿Tuviste algún tipo de expectativa? es decir, a lo largo de veinte años cuando retomabas tu propósito, imagino que te enfrentaste a distintos niveles de emoción y el cúmulo de experiencias propicias también incide en el resultado final. ¿Llenó Ware tus expectativas?

A Ware le di lo que me fue pidiendo. No tuve más ambición que el hacer: la acción de escribir con suma paciencia; pero en algún momento de su construcción tuve plena consciencia de a dónde debería llegar que era a la unidad, la comunión indivisible de fondo y forma a través de una estructura muy afín a mi trabajo literario que es la espiral. Lo asombroso es que es la manera en que los tarahumaras tejen sus guares en una espiral ascendente. También lo trabajé para que fuera un texto que tuviera una lectura diferente según los diferentes lectores. Aposté al riesgo de la apertura total.

Pero aún dudo que haya tenido la capacidad para manifestar el impacto del punto de partida del libro. Es una impronta que tengo grabada en una imagen totalizadora: Dos migrantes que la migra rechazó tocaron a mi puerta y me pidieron un taco a cambio de trabajo. Sus miradas reflejaban una vergüenza profunda y una gran dignidad. Estaba ante la imagen misma del fracaso de la civilización. Esos millones y millones de seres humanos que para sobrevivir se aventuran por los caminos y los mares. Ese impulso que provoca el hambre y no encuentran el fruto de la tierra, convirtiéndose en víctimas de la peor depredación y perversidad humana y sistémica. Esos millones de personas son la parte más valiosa de la humanidad, la que nos otorga la dignidad de humanos. Yo quise expresar ese éxodo global a través de un personaje, un primo mío que en realidad existió, o existe, no sé, porque desapareció en un intento por irse de mojado a Estados Unidos. Es mi modesta contribución desde mi perspectiva regional.

Han definido tu obra como una constelación, que el libro puede leerse de abajo hacia arriba, empezar por cualquier hoja tomada al azar y encontrar un orden, un sentido a la escritura. Enrique Servín la definió como «una novela». Para ti, ¿cuál es la mejor manera de acercarnos a Ware?

A este trabajo de tejido (nada novedoso, por cierto, porque la palabra texto viene de textus en latín que significa tejido) que yo llamo artesanía verbal, y me entregué a la escritura con esa laboriosidad del artesano para que se pudiera leer del principio al fin y del final al principio. El mismo índice es otro poema. Sí traté de crear una especie de holograma con redes de palabras, sin una puntuación que entorpeciera la fluidez de la lectura, no fue por puro afán esteticista, fue porque intenté con ello manifestar en una especie de homenaje-poema la profunda admiración y ternura que me inspira la humanidad en éxodo. Mi poema-novela pretende ser una urna funeraria que contiene los restos de los que no logran su objetivo de sobrevivencia, porque tengo la certeza de que este tema se debe abordar con toda la dignidad posible en forma y fondo; no se toca sin denuncia y sin riesgo. Aún dudo que haya sido del todo fiel a esa terrible y portentosa imagen de dos migrantes recortados a contraluz en el umbral de mi puerta.

Sí, Ware está ideada así, como novela o crónica de viaje a través de la poesía. Es un solo poema sin puntuación, porque la puntuación me estorbaba para darle ese continuum, esa unidad. La puntuación era como hacerle muchos nudos a mi tejido. Así que a los posibles lectores les sugiero se lea como unidad y que si les llama la atención, busquen los cuatro o cinco sentidos que tiene.

Micaela, ¿por qué no se presentó tu libro en la Feria del Libro de Ciudad Juárez 2016?

Ah, pues no sé... Sería bueno que nos lo dijeran los organizadores. El libro ahí está y para mal, vigente por el problema que aborda, como me ocurre también con Elegía en el desierto, que tiene el tema de los feminicidios. Me dedico a las causas perdidas, por lo visto.

El libro está a la venta en todo el país, en las librerías Educal.

¿Cuál ha sido tu experiencia tanto en el ámbito literario como en el académico, qué retos se presentan más a menudo para las mujeres con hijos, como fue tu caso, y que se desempeñan como profesionistas fuera del hogar?

Creo que el camino literario para una mujer con varios hijos, me refiero a las que se encargan de la crianza cotidiana, porque hay muchas que no lo hacen; lo digo sin afán de criticar, desde luego, no hablo de las que resuelven o no el problema de una u otra manera, sino de las que están todos los días atendiendo familia, porque en ese sentido el esposo se convierte en otra carga más. Afortunadamente poco a poco los hombres van tomando el rol de compañeros. Bueno, pero cuando cargas con todo ese paquete pues claro que es un camino muy muy lento y tortuoso el que se recorre, porque al servir a los demás te invisibilizas hasta para ti misma. Por ahí tengo poemas que describen esa situación. Uno empieza así: Yo, rebosante y contenida/ en un presente que no acaba/ en un gerundio interminable/ (…)
Si tienes mucho qué decir y no puedes, corres el riesgo de amargarte porque te sientes libérrima con el uso de la palabra en el mundo de la literatura, pero entre rejas morales, materiales y psíquicas en la realidad que te determina. Es ¡es-pan- to-so!

Micaela, hace tres años aproximadamente, debido a mi experiencia como escritora emergente en búsqueda de oportunidades, señalé que había cúpulas de poder, colectivos, grupos hegemónicos que pueden acceder a cierta clase de favoritismos y granjearse de esa forma privilegios (debo confesar que, tristemente, el haberlo señalado me creó animadversiones, son opiniones que no se desean escuchar). El acceso a becas y oportunidades que a otros nos cuesta el doble o triple de trabajo. Aclaro, por supuesto, que no es el caso de todos los que ganan becas ni el caso de todas las convocatorias. Generalizar debilita el mejor de los argumentos, pero de que existe, existe. Mario Benedetti y Arturo Rojas Arthur han sido dos de los personajes que han escrito acerca de «Las mafias literarias». Mi maestro René Avilés Fabila (que en paz descanse) puso de ejemplo el caso de la escritora Elena Garro y su tortuosa relación con Octavio Paz que terminara por relegarla del mundo de las letras debido a la influencia de su ex marido. ¿Cuál es tu punto de vista?

Creo que es natural y parte de la naturaleza humana agruparse. La gente se agrupa por empatía, por sobrevivencia o simplemente por arribismo. El ámbito de los escritores no es distinto. Lo grave es que los servidores públicos del área de la cultura den solo cabida a x y z grupos. La gestión y promoción de las artes debe se democrática y transparente; hay que partir del concepto de municipalidad y coordinarse haciendo diagnósticos actualizados. En muchas ocasiones ocurre que como los promotores pertenecen a algún grupo van a dar trato preferencial a sus conocidos. También sucede que se hacen promotores-as gente advenediza y chambista que desconoce el espacio cultural. No hay profesionalización, cualquiera puede ponerse la etiqueta de promotor-a cultural sin tener las herramientas y la cultura necesarias para repartir los raquíticos apoyos que la federación ha dejado a la cultura hay que convocar y repartir equitativa y cualitativamente. Es mucho más trabajo pero así debe ser. Se necesita ser muy creativo para ser promotor-a.

Por último, te presentarás en la FIL de Guadalajara. Fechas, por favor.

No tengo fecha aún, pero la FIL se va a realizar del 26 de noviembre al 4 de diciembre. En cuanto tenga fecha subo la información.

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