viernes, marzo 31, 2017

Cine / El documental «David Lynch. The Art Life» de Jon Nguyen, Rick Barnes y Olivia Neergaard-Holm

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Un momento de David Lynch. The Art of Life. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 31 de marzo de 2017. (RanchoNEWS).- Llega David Lynch. The Art Life, un relato de los años de crecimiento del director de Terciopelo azul y Mulholland Drive donde nos encontramos episodios de su vida desconocidos incluso para su legión de incondicionales. El documental coincide con el regreso de Twin Peaks y la publicación de El hombre de otro lugar, de Dennis Lim, y David Lynch. El onirismo de la modernidad, de Javier Memba. Carlos Reviriego escribe para El Cultural.

La fascinación que ejercen determinados artistas se asemeja a un daguerrotipo de su propia obra que borra las fronteras entre el creador y la creación. David Lynch, sin duda, es uno de ellos. Pareciera que los andamiajes oníricos y misteriosos que sustentan películas tan inabarcables para la lógica de la percepción como Cabeza borradora, Carretera perdida o Inland Empire solo pudieran explicarse (o razonarse) si entra la peripecia vital del propio Lynch en la ecuación. Nada más lejos de la verdad. El autor de Tercipelo azul, practicante y promotor de la meditación trascendental, ha insistido una y otra vez que su fuente energética es la felicidad, desbaratando el mito del creador torturado y del malditismo como necesario peaje hacia el genio. David Lynch. The Art Life, un documental solo posible bajo su consentimiento y participación activa (con todo lo que ello conlleva, para bien y para mal), da forma a esta idea con imágenes de su infancia feliz y su descubrimiento de la creatividad interior.

Los directores de la película -Jon Nguyen, Rick Barnes y Olivia Neergaard-Holm- ya entraron con sus cámaras en la casa-estudio de Lynch, en los montes de Beverly Hills, cuando éste rodaba Inland Empire. De allí salió la película Lynch (2007), que daba acceso a los numerosos fans del cineasta norteamericano a ciertos procesos de creación, a su disponibilidad para transformar la imaginación en materia, a sus métodos interdisciplinares entre las artes que practica, sea la pintura, la música o el cine. Esta nueva película, resultado de varios retratos de la intimidad creadora del director a lo largo de tres años, formaría por tanto un díptico con aquella o, visto el resultado, una segunda parte de un proceso en marcha que pretende recorrer transversalmente la educación sentimental del autor de Una historia verdadera. El documental recorre su infancia y rebelde juventud, el abrigo familiar, su primer matrimonio, el nacimiento de su primer hijo y los cortos primerizos para terminar en el rodaje de Cabeza borradora -«la época más feliz de mi vida»-, cuando Lynch entró en pleno contacto con su subconsciente creativo.

Plástico, oblicuo, siniestro...

Un cigarro y un micrófono y su voz contándonos de primera mano las experiencias formativas que han cincelado su extraña imaginación. Su trabajo plástico, oblicuo y siniestro, ocupa el plano con frecuencia, pero no para ser comentado o analizado por Lynch -protagonista absoluto de esta película que no considera necesaria la intervención de «especialistas» o gente de su entorno-, sino para establecer conexiones con las historias de su formación que nos cuenta en off, creando una imaginería intrigante, embaucando al espectador en un juego de implicaciones y representaciones del subconsciente. Todo muy lynchiano, reforzado además por un score a la Badalamenti de Jonatan Bengta y el excelente trabajo fotográfico de Jason S. Si algo busca (y encuentra) la película es la fabricación de una atmósfera propicia y pertinente, una especie de banco de imágenes con las que estimular el análisis crítico-paranoico. Un trabajo, puede decirse, que convierte la hagiografía en un modelo a seguir.

Aun con todo, David Lynch. The Art Life abre algunas grietas en la intimidad del artista retratado en su estudio, contemplando en el vacío y el silencio el objeto artístico en blanco, esbozando en su mente acaso el producto final. Nos muestra cómo la creación en Lynch, al contrario de lo que podríamos imaginar, solo es posible desde el puro materialismo, la transformación de los objetos, la construcción desde la nada. Resulta fácil asociar al hombre de setenta años que amasa el óleo en sus manos y martillea los bastidores del lienzo con aquel que tuvo siete años en Montana y descubrió el placer de jugar con el barro, aquel niño a quien su padre inculcó la noción del «hazlo tu mismo y no esperes que nadie lo haga por ti». La infancia como un paraíso y como un laboratorio de talentos escondidos, de estímulos permanentes para crear un mundo propio en un espacio de apenas dos manzanas. Atravesando esta noción del arte como ejercicio de bricolaje y recreo infantil -de ahí quizá que su hija pequeña Lula Bogina, a quien está dedicada la película, sea la única persona que aparece en plano aparte de él-, el fime nos propone un relato de anécdotas de sus años de crecimiento hasta ahora desconocidas incluso por los más devotos de sus seguidores.

El universo lynchiano se despliega ante nosotros, aunque sea por evocación, cuando el autor de Mulholland Drive recuerda el día que una mujer ensangrentada corrió desnuda por su vecindario, y el impacto que eso dejó en sus retinas infantiles. O su primer día de colegio en Virginia, o cuando fumó marihuana por primera vez y detuvo el coche en mitad de la autopista hipnotizado por las líneas blancas y discontinuas del asfalto, o los días de encierro en Boston escuchando la radio sin interrupción.

Argumentos de leyenda

¿Debemos interpretar algunos de estos episodios como el germen de sus películas? Probablemente no; posiblemente solo formen parte de una galería de espectros convenientemente purgados en el recuerdo para sumar al arsenal de la leyenda, pero ciertamente la película sabe cómo utilizarlos en su favor. Y en el de Lynch.

No se puede obviar en cualquier caso el carácter promocional de una película, presentada en los fastos del Festival de Venecia, que se distribuye mundialmente en las vísperas del que se anuncia (y confiamos en ello) como uno de los acontecimientos culturales del siglo: el regreso de Twin Peaks. Si el paisaje troceado y enigmático del filme apela de algún modo a la propia poética de la serie de culto, construida sobre enigmas que se devoran a sí mismos, es acaso porque entre sus productores encontramos a Sabrina S. Sutherland, la instigadora del regreso de la serie a Showtime el próximo 21 de mayo. Sirva esta película como aperitivo.

Además del documental de Nguyen, Barnes y Holm se acaban de publicar dos libros sobre el director, David Lynch. El hombre de otro lugar (Alpha Decay), del periodista Dennis Lim, David Lynch. El onirismo de la modernidad (Ediciones JC), de Javier Memba. Con la intención de desentrañar todos los misterios de una obra que se despliega en el mundo del cine y la televisión -pero también en el arte y la música-, el libro de Lim recorre la vida de Lynch desde su infancia a la actualidad deteniéndose en los detalles de su biografía que pueden aportar algo para entender su estilo. El autor utiliza distintas perspectivas, que van del surrealismo y la posmodernidad a la ética y la religión, para terminar buscando las claves de una obra laberíntica con el bien y el mal como polos de referencia.

En David Lynch. El onirismo de la modernidad, Javier Memba se acerca a este icono de la postmodernidad que ha hecho de la estética uno de los pilares de su obra. Más próximo al cine de vanguardia, Lynch ha sacado adelante la mayor parte de su filmografía lejos del reducido circuito de cine independiente que le hubiera correspondido. Metido en la industria de Hollywood ha conseguido trabajar como si su cine fuese comercial. Eso también es un arte.

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Galería / Wolfgang Sulzer: «Claustro»

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Claustro
Alcobaca Monastery
Portugal 2007


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Galería / Daniel Joder: «Silhouettes of Separation»

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Silhouettes of Separation
New York City, NY, 2015


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Danza / Ciudad Juárez: Presentan «Por los rincones de México» por la Compañía de Danza Folclórica de la UACJ

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La compañía. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 31 de marzo de 2017. (RanchoNEWS).-La Dirección General de Difusión Cultural y Divulgación Científica de la UACJ, por medio de la Subdirección de Arte y Cultura, invita a la presentación Por los rincones de México por la Compañía de Danza Folclórica de la UACJ bajo la dirección de Yadonara Bernal Chávez.

Donativo general: $100.00 M.N. Venta de boletos en taquilla del teatro el día del evento.

Programa

NUEVO LEÓN
Jacalitos
Monterrey
Evangelina
Huapango

TABASCO
Blancas mariposas
El platanero
Flor de maíz
El rojo y el azul
Tigre

DANZA DEL VENADO

SINALOA
Palo Verde
El sinaloense
La Cuichi

PARTICIPACIÓN ESTELAR DEL MARIACHI CANTO A MI TIERRA

YUCATÁN
Mimi Giner
Linda cascabeña
China chinita
Chinito Koy Koy

GUERRERO
Alingo lingo
El negro retozón

VERACRUZ
Gavilancito
Pájaro carpinterov La bamba
Zapateado
Negrito del batey

Sobre Por los rincones de México: Es un viaje a través de la danza canto y música de los estados de Nuevo León, Tabasco, Sonora, Sinaloa, Yucatán, Guerrero y Veracruz. Donde podremos encontrar el más grande tesoro que tenemos los mexicanos, nuestras costumbres y tradiciones, la cultura que nos enriquece como seres humanos.

Sobre la Compañía de Danza Folklórica UACJ: Con 34 años de amplia trayectoria, la Compañía de Danza Folklórica le debe el gran prestigio que le rodea a la formalidad, entrega y respeto, valores que la caracterizan desde sus inicios. De igual manera, la misión como representantes de esta casa de estudios se ha establecido en preservar, rescatar y difundir nuestras costumbres y tradiciones. Actualmente, la compañía está formada por 56 jóvenes universitarios de los diferentes institutos y este 2016 se certificó ante el Consejo Internacional de Organización de Festivales Folklóricos y de las Artes (CIOFF).


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Danza / Ciudad Juárez: Presentan «Pedro y el lobo» por la Compañía de Ballet Clásico de la UACJ

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Momento de la representación. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 31 de marzo de 2017. (RanchoNEWS).- La Dirección General de Difusión Cultural y Divulgación Científica de la UACJ, por medio de la Subdirección de Arte y Cultura, invitan a la presentación de ballet Pedro y el lobo a cargo de la Compañía de Ballet Clásico de la UACJ con la música de Sergei Prokofiev bajo la dirección Artística y coreografía de Maru Becerra

Presentación este sábado 08 de abril a las 5:00 p.m., en el Teatro Gracia Pasquel del Centro Cultural Universitario. Entrada libre.

Sinopsis de la obra: Pedro y el lobo es una de las fábulas más conocidas. Este cuento corto infantil narra la historia de un pequeño pastor mentiroso con sus vecinos que acaban por no creerle cuando se encuentra en verdadero peligro. Es una composición sinfónica de Serguéi Prokófiev escrita en 1936. La obra de Prokófiev es una historia para niños, con música y texto adaptado por él, con un narrador acompañado por la orquesta. Cada personaje de la historia tiene asignado un instrumento y un tema musical.

Sobre la Mtra. Maru Becerra: nació en Ciudad Juárez, Chihuahua. Estudió en La Academia de la Danza Mexicana del I.N.B.A. En 1977 se le otorgó una beca en la URSS, donde estudió metodología de la danza clásica; ingresa a su regreso a La Compañía Nacional de Danza; participa con el Ballet de las Américas durante 1984. En 1985 abre su Academia Malinky's Ballet Clásico, y desde entonces se dedica a la enseñanza del ballet presentando cada año obras completas, adaptadas a niñas y jóvenes; en 2009 el Gobierno del Estado le otorga un reconocimiento por su destacado trabajo; en el mes de julio de 2009 imparte en la UACJ el primer diplomado de Ballet Clásico.


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Obituario / Joâo Gilberto Noll

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Noll falleció a los 70 años en su casa de Porto Alegre. (Foto: Guadalupe Lombardo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 31 de marzo de 2017. (RanchoNEWS).- Uno de los autores más importantes de Brasil, autor de Harmada y Hotel Atlántico, entre otros, concibió una obra atravesada por la pulverización de la identidad y la errancia voluntaria. Obtuvo cinco veces el premio Jabuti, uno de los principales en lengua portuguesa. Silvina Friera escribe para Página/12.

Los dedos de Joâo Gilberto Noll pulsaban algo en el aire con una intensidad arrebatada, como si estuviera en el preámbulo de un concierto, a punto de tocar una pieza de su amado Bach. «No hay sentimiento más poderoso para la escritura que el de la elevación», decía el escritor brasileño –que murió el lunes, a los 70 años, en su casa de Porto Alegre– con una dicción que preservaba la modulación sintáctica de su formación en el canto lírico; unas cuerdas vocales que se aceitaron en público al compás del «Ave María» de Schubert. A la vera del sinuoso camino de la existencia, un muchacho gaúcho, que entonces tenía 18 años, descubrió su vocación después del ramalazo que significó haber leído a Clarice Lispector. Locura, fascinación, convite a la libertad. La necesidad de ser escritor comenzó a flotar en el firmamento. El periodista desempleado que fue a los treinta y pico decidió encerrarse durante siete meses para escribir. El resultado de esa clausura y escritura frenética fue El ciego y la bailarina (1980), su primer libro de cuentos. El impacto que generó en la crítica y en los lectores fue creciendo novela tras novela, desde Bandoleros, pasando por Hotel Atlántico, Harmada, A cielo abierto y Lord, publicadas por Adriana Hidalgo. El tópico de la pulverización de la identidad, el viaje y la errancia tan voluntaria como incesante en busca de lo desconocido, un único personaje sin nombre ni atributos, el timón de un lenguaje poético construido con frases largas, atraviesan el universo narrativo de uno de los escritores contemporáneos más importantes de Brasil.

La literatura de Noll –reconocida en cinco ocasiones con el Premio Jabuti, uno de los más importantes en lengua portuguesa– abreva en la tradición de la introspección de Lispector, con la crudeza urbana de Rubem Fonseca, pero a su manera, con un estilo tan excéntrico como inclasificable, con más oraciones coordinadas que subordinadas; una sintaxis de extensión fluida y copiosa que manifiesta la urgencia en la deriva y el vagabundeo, como si el narrador necesitara decir todo al mismo tiempo para postergar el punto gramatical. Que es como aplazar la muerte o intentar retardarla. También se percibe la estela de la metafísica y del existencialismo, Jean-Paul Sartre y Albert Camus; algo de la prosa corrosiva de Thomas Bernhard y la descarnada filosofía de Samuel Beckett. El escritor -que nació el 15 de abril de 1946- tocaba el piano para acompañar el canto lírico durante su infancia. A los 15 años tuvo una fuerte crisis, que coincidió con el descubrimiento de su homosexualidad. Vivió en Río de Janeiro entre 1969 y 1986 y fue colaborador en los diarios Folha da Manhâ y Última Hora. El escritor y sus fantasmas de Ernesto Sabato fue «un libro primordial en mi vida de escritor para un chico que estaba fascinado con el existencialismo sartreano», comentó Noll en septiembre de 2011, en el III Festival Internacional de Literatura Filba, en una de sus visitas al país.

«La literatura existe porque el sentimiento humano es muy insuficiente –planteaba a Página/12–. El ser humano coloca el lenguaje delante del mundo, o sea la invención, los mitos. Para Fernando Pessoa, el mito es ‘el todo que es nada’. La sensación que tengo es que con la invención estamos construyendo ese vacío pleno. Esta es la esencia de mi ficción: la necesidad de construir mitos para simular una presencia alentadora en este vacío existencial en que todo hombre está agobiado. Soy un escritor metafísico, pero me sentí muy culpable porque vengo de una generación con una fuerte formación marxista. Escribo porque me voy a morir y pienso que eso es una cosa horrorosa. Empecé a publicar en la década del ‘80, en un momento de la caída de las utopías. Si alguien quisiera analizar mis libros desde el canon político-ideológico, mi protagonista representa ese vacío de referencias éticas. Soy hijo de ese vacío». La primera novela que se tradujo y publicó en Argentina fue Lord (2004), en la que un escritor con siete novelas publicadas –suerte de alter ego del propio autor– viaja a Gran Bretaña, invitado supuestamente para dar una serie de conferencias, aunque nunca queda claro cuál es el motivo de ese viaje. No sabe mucho más del asunto y tampoco parece importarle demasiado una vez que está en Londres. El personaje más que caminar por la ciudad parece andar a la deriva, sin rumbo ni brújula, sin anclajes que lo hagan detenerse en alguna parte y reposar.

«Mi narrativa es mucho más metafísica que psicológica. En mis protagonistas hay un deseo de fundirse, de ahogarse en todo y en todos en la ciudad. Y al mismo tiempo que hay una atracción visceral por el otro como vehículo de transformación, aparece la necesidad de la disolución”, afirmaba el escritor que publicó 18 libros y algunas de sus historias han sido llevadas al cine, como las novelas Hotel Atlántico y Harmada, dirigidas por Suzana Amaral y Maurice Capovilla respectivamente. «Me interesa expresar la crisis de este momento, y en ese sentido mi obsesión está en lo que llamo la ‘amnesia cultural’, la falta de memoria. Nuestra época está signada por el temor al Alzheimer, una enfermedad contemporánea que genera mucho miedo. Pero al mismo tiempo estamos sometidos por el instantaneísmo, el mundo rápido, ágil, simultáneo, y creo que para prevenirme de esto intento inocularme una vacuna contra este mal que nos está destruyendo».

Noll aclaraba que no tenía un programa literario porque escribía con el inconsciente. «Nunca sé cómo van a terminar mis libros. Si lo supiera, no escribiría. ¿Para qué? Es el lenguaje que me guía; tiene un valor estructurante, produce el sentido y un tema. Comienzo a estructurar mis novelas a partir del lenguaje. Por eso no tenía programado hacer una obra que tratase de un mismo personaje. Escribo porque tengo una dificultad muy grande con la comunicación; mi literatura se hace desde esa dificultad –reconocía el escritor–. Mi estilo viene justamente de esta imposibilidad de la comunicación; es un estilo con una sintaxis muy dolorida».


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jueves, marzo 30, 2017

Galería / Jayanta Roy: «Himalayan Odyssey»

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Himalayan Odyssey


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Galería / Souvik Chakraborty: «Love triangle at Zion»

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Love triangle at Zion


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Noticias / Dinamarca: Entregarán Nobel de Literatura a Bob Dylan este fin de semana

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El escenario será pequeño e íntimo y no habrá medios presentes, solo Dylan y miembros de la Academia. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 30 de marzo de 2017. (RanchoNEWS).- La Academia Sueca informó ayer que entregará este fin de semana en Estocolmo el Nobel de Literatura 2016 a Bob Dylan, coincidiendo con su presencia en la capital sueca para dar dos conciertos. Una entrega de Efe.

«La Academia y Bob Dylan decidieron reunirse este fin de semana. La Academia le dará el diploma y la medalla y lo felicitará por el Nobel de Literatura. El escenario será pequeño e íntimo y no habrá medios presentes, solo Dylan y miembros de la Academia», anunció en su blog la secretaria permanente de la institución, Sara Danius, que explicó que seguían así los «deseos» del músico.

Dylan, ausente de los actos del Nobel en diciembre por «compromisos previos», no pronunciará ahora la conferencia de recepción del premio, aunque la Academia cree que enviará una versión grabada, un requisito necesario para poder cobrar los 8 millones de coronas (900 mil dólares) con que está dotado.

«La Academia tiene razones para creer que una versión grabada será enviada más adelante. Los discursos del Nobel son presentados de vez en cuando grabados, la última vez fue con Alice Munro en 2013. Por el momento no se conocen más detalles», señaló Danius.

Dylan fue reconocido con el Nobel de Literatura en octubre pasado por crear «nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense», una elección sorprendente por ser la primera vez que se premiaba a un cantautor.

Danius había informado ayer que la Academia no tenía noticias de Dylan y le recordaba que el plazo para la conferencia de recepción del galardón -que no tiene que ser presencial, ni siquiera un discurso como tal- era de seis meses a contar desde diciembre, según los estatutos de la Fundación Nobel.


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Galería / Juan Carlos Villarroel: «Wild feathers»

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Wild feathers


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Obituario / Juan Bañuelos

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Juan Bañuelos obtuvo, entre otros, el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 1968 por su libro Espejo humeante. (Foto: Cortesía INBA)

C iudad Juárez, Chihuahua. 30 de marzo de 2017. (RanchoNEWS).-Debido a complicaciones respiratorias, ayer alrededor de las 14:00 falleció en la capital mexicana el poeta chiapaneco Juan Bañuelos. Una nota de la redacción de Excélsior.

Sus restos, que serán cremados hoy a mediodía, fueron velados ayer en la funeraria J. García López, de la colonia Juárez.

Nacido en Chiapas en 1932, Bañuelos estudió en las facultades de Derecho, Filosofía y Letras; y en la de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Fue uno delos fundadores del grupo integrado por cinco poetas mexicanos que en 1960 publicaron el volumen colectivo La espiga amotinada, que reunía Puertas del mundo, de Juan Bañuelos; La voz desbocada, de Óscar Oliva; La rueda y el eco, de Jaime Augusto Shelley; Los soles de la noche, de Eraclio Zepeda, y El descenso, de Jaime Labastida.

Este último comentó al respecto del fallecimiento de Bañuelos: “Perdemos al gran poeta del verso amplio y de la imagen profunda. Se ha ido un grandísimo poeta. Y aunque casi siempre se pone el acento en su actividad política y en su defensa del movimiento zapatista, lo que va a restar de él es su gran poesía. Estoy verdaderamente consternado porque fuimos amigos durante 60 años”.

El vate chiapaneco obtuvo el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 1968 por Espejo humeante; el Chiapas en la rama de Arte 1984 por su destacada aportación a la lírica de México; el Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer 2001 por El traje que vestí mañana, así como el Premio Xavier Villaurrutia y el Premio de Poesía José Lezama Lima por A paso de hierba.

«En nombre de la familia Bañuelos, estamos consternados por la pérdida de mi padre. Fue una persona que aportó tanto a la literatura mexicana y, en particular, a la literatura que defiende los derechos indígenas. Estuvo en la lucha social y la defensa de los pueblos indígenas, de sus derechos. Fue una persona que se involucró con el Movimiento Zapatista y estuvo al tanto de la mediación cuando sucedió el conflicto en 1994.

«A él se le decía que era un poeta iracundo, que sus versos eran fuertes, contundentes. Evidentemente es una gran pérdida para nosotros en el plano personal, pero también en el plano de la literatura mexicana. Era un amante de su nación y de su entidad, de la naturaleza, le cantaba y hacía poesía dedicada a la cultura», comentó Cecilia Bañuelos, hija del poeta en declaraciones recogidas por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y dadas a conocer a través de un comunicado de prensa emitido ayer por la noche.

Otros de los poemarios de Bañuelos son No consta en actas (1971), Destino arbitrario (1982), Poesía de Juan Bañuelos (1988) y Donde muere la lluvia (1992).


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Galería / Steffen Reichardt: «Teichland»

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Teichland


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Galería / Jefflin Ling: «Water Cube»

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Water Cube


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miércoles, marzo 29, 2017

Caricatura / «El Cuarto Reich # 2202» por Palomo

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C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de marzo de 2017. (RanchoNEWS).- Del archivo de Rancho Las Voces compartimos la tira de El Cuarto Reich de Palomo, publicada por unomásuno que editaba Manuel Becerra Acosta, la tira se publicó de 1979 a 1988. José Palomo se exilió en México en 1973 después del Pinochetazo.


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Caricatura / «El Cuarto Reich # 2172» por Palomo

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C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de marzo de 2017. (RanchoNEWS).- Del archivo de Rancho Las Voces compartimos la tira de El Cuarto Reich de Palomo, publicada por unomásuno que editaba Manuel Becerra Acosta, la tira se publicó de 1979 a 1988. José Palomo se exilió en México en 1973 después del Pinochetazo.


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Caricatura / «El Cuarto Reich # 2385» por Palomo

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C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de marzo de 2017. (RanchoNEWS).- Del archivo de Rancho Las Voces compartimos la tira de El Cuarto Reich de Palomo, publicada por unomásuno que editaba Manuel Becerra Acosta, la tira se publicó de 1979 a 1988. José Palomo se exilió en México en 1973 después del Pinochetazo.


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Caricatura / «El Cuarto Reich, # 2198» por Palomo

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C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de marzo de 2017. (RanchoNEWS).- Del archivo de Rancho Las Voces compartimos la tira de El Cuarto Reich de Palomo, publicada por unomásuno que editaba Manuel Becerra Acosta, la tira se publicó de 1979 a 1988. José Palomo se exilió en México en 1973 después del Pinochetazo.


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Caricatura / «El Cuarto Reich, # 2144» por Palomo

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C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de marzo de 2017. (RanchoNEWS).- Del archivo de Rancho Las Voces compartimos la tira de El Cuarto Reich de Palomo, publicada por unomásuno que editaba Manuel Becerra Acosta, la tira se publicó de 1979 a 1988. José Palomo se exilió en México en 1973 después del Pinochetazo.


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Fotografía / México: Celebran 20 años de la revista «Alquimia», con edición especial

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Fotografía que ilustra la portada del número 58 de la revista Alquimia, órgano de difusión del Sistema Nacional de Fototecas, cuya edición conmemorativa está dedicada a la vertiente fotográfica en color. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 29 de marzo de 2017. (RanchoNEWS).- Con una edición especial dedicada a la fotografía en color, la revista Alquimia celebra 20 años. Una nota de la redacción de La Jornada.

La idea de profundizar en ese tema responde a los escasos estudios que hay, no obstante que el surgimiento de la foto en color representa un gran avance tecnológico y una herramienta esencial para los que buscaban reflejar lo que pasaba en la naturaleza, comenta Juan Carlos Valdez, director del Sistema Nacional de Fototecas, del que Alquimia es su órgano de difusión.

El también titular de la fonoteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia explicó que desde los daguerrotipos y ambrotipos sutilmente coloreados, pasando por el desarrollo de la técnica de dye transfer o transferencia de colorantes comercializada por Eastman Kodak en 1946, es posible en la actualidad contar con una amplia gama de procesos en los que se ha intentado reproducir los tonos de la naturaleza.

Premio al Arte Editorial

José Antonio Rodríguez, editor de Alquimia, escribe en la página editorial del número 58, que en dos décadas se han dado a conocer diversas historias de la fotografía mexicana, procesos de investigación, exposiciones, libros, documentos, curadurías, formación de nuevos archivos históricos y contemporáneos, que enriquecen el conocimiento de la cultura fotográfica.

El año pasado la publicación obtuvo el Premio al Arte Editorial que otorga la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana en la categoría de revistas, cuyo número 57 estuvo dedicado al 40 aniversario de la Fototeca Nacional.

La edición conmemorativa de su cuarto lustro reúne cinco artículos que abordan la evolución de la fotografía en color en México.

Por ejemplo, Daguerrotipos: la verdad de los colores, de Mariana Rubio de los Santos, describe las técnicas de coloreado utilizadas en el país en 1840 a la par de los intentos retratísticos.

Simplemente el color, de José Antonio Rodríguez, documenta el devenir de esa fotografía, el uso en México de la fotografía química y la autocromía.

La degradación del color en el cine mexicano, de Fernando del Moral González, habla de la problemática del patrimonio cultural cinematográfico de México, debido a que los tonos originales, brillantes y espectaculares de las primeras películas mexicanas producidas en color, han ido desapareciendo física y materialmente.


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Teatro / España: Ernesto Caballero gana el XI Premio Valle-Inclán de Teatro

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El director y dramaturgo, que había sido nominado hasta en cinco ocasiones anteriores, logra hacerse con el prestigioso galardón por su moderna puesta en escena de la serie de novelas El laberinto mágico, de Max Aub. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 28 de marzo de 2017. (RanchoNEWS).-«Nosotros no hacemos que el teatro exista. Es gracias al teatro que nosotros existimos». Con estas palabras escogidas del discurso pronunciado por la actriz Isabelle Huppert con motivo del Día Mundial del Teatro celebrado este lunes, se inauguraba la ceremonia de entrega de la XI edición de los Premios Valle-Inclán. Una frase que seguro rondó la cabeza de muchos de los presentes cuando al filo de las doce de la noche el jurista y dramaturgo Antonio Garrigues Walker despejó la incógnita del vencedor de la noche, el director y dramaturgo Ernesto Caballero (Madrid, 1958). Hasta cinco nominaciones contaba hasta hoy el director del Centro Dramático Nacional en el galardón de mayor prestigio de las artes escénicas de nuestro país, dotado con 50.000 euros y una escultura de Víctor Ochoa. Caballero se alzó con el premio que concede El Cultural y patrocina la Fundación Coca Cola, por su moderna puesta en escena de la serie de novelas El laberinto mágico, de Max Aub. Escribe Andrés Soane para El Cultural.

Visiblemente emocionado, Caballero quiso compartir el premio con «este gremio maravilloso, con todos mis compañeros a los que admiro y que de forma azarosa me han ido cediendo este lugar que ahora ocupo», ha afirmado el director antes de hacer un poco de patria y ensalzar el teatro actual. «Tenéis que saber que las gentes del teatro estamos en el mismo barco, que la creación escénica española está en uno de sus mejores momentos y me hace estar muy orgulloso el poder representar esta creatividad que se está desarrollando por todo el país».

Este reconocimiento le llega a Caballero tras un año 2016 de absoluta efervescencia creativa en el que ha montado obras como Galileo, Jardiel, un escritor de ida y vuelta, La autora de Las Meninas y este Laberinto mágico por el que concurría al premio. «Ha sido un año muy intenso, de mucho trabajo, un trabajo que ha tenido muy buena aceptación, entre otras razones, porque si algún mérito se me puede achacar es el de haber logrado rodearme de los mejores, he tenido equipos de actores, escenógrafos, iluminadores... de primer nivel, y eso ha hecho todo más fácil», explicaba Caballero a El Cultural. También ha contado que le hacía especial ilusión que el montaje por el que le han galardonado haya nacido en los Laboratorios Rivas Cherif, iniciativa que el director puso en marcha al llegar al CDN. «Este es un trabajo que ha surgido de una forma de trabajar no convencional, con unos presupuestos de más riesgo, con más tiempo para ensayar y por eso hemos podido convertir seis novelas en una obra de teatro», ha asegurado Caballero.

Este montaje basado en los textos de Max Aub, pertenece a un proyecto más complejo mediante el cual Caballero se propone desde el CDN restituir autores orillados y articular un relato de los dos últimos siglos de España a través del teatro. «He tenido siempre muy presente contar nuestra historia, nuestra memoria, en este caso la más reciente, a través del teatro, porque me parece que los grandes dramaturgos ofrecen unos prismas que no son los consabidos, que muchas veces escapan a las visiones previsibles o esquemáticas», opina el director. «El laberinto mágico también acredita la potencia teatral de nuestra novela, que está en Cervantes, en Fernando de Rojas, en Pérez Galdós.... Siempre he pensado que hay un grandísimo teatro en la novela que viene dese La Celestina. Voy seguir explorando esa veta novelística», advierte. «Dentro de poco presentamos una versión de En la orilla, de Chirbes; porque nos está ofreciendo grandes tesoros teatrales».


Un momento de la obra El laberinto mágico

La cena de esta undécima edición tuvo lugar, como cada año, en el Teatro Real y, siguiendo las leyes que dicta el sistema Goncourt, la actriz Celia Freijeiro anunciaba los nombres de los candidatos que se iban cayendo de la lista hasta quedar frente a frente dos grandes referentes del teatro actual como son el propio Caballero y el ubicuo Israel Elejalde, nominado por su actuación en Hamlet, que ha añadido recientemente a su brillante carrera como actor el ejercicio de la dirección. Tras las primeras rondas, en las que se fueron tachando los nombres de Ana Peinado, actriz de Ana el 11 de marzo; Sergio Peris-Mencheta, director de La cocina; José Sacristán, actor de Muñeca de porcelana; María Adánez, actriz de El pequeño poni; José Luis Arellano, director del Proyecto Homero; Mario Gas, director de Incendios y Maribel Verdú, actriz de Invencible, el panorma se fue despejando. La siguiente eliminatoria descartó a Paco Bezerra, autor de El pequeño poni y Pedro Casablanc, protagonista de Yo, Feuerbach; con lo que el cerco se fue estrechando hasta quedar una terna compuesta por los dos nombres arriba citados y el de Alfredo Sanzol, que postulaba ya su cuarta candidatura al premio por su obra La respiración. Finalmente la estatuilla cayó en manos de Caballero, que ya sonaba fuerte desde el principio de la noche.

El nombre del director del Centro Dramático Nacional se suma a la nómina de ganadores en anteriores ediciones, formada por Juan Echanove, Angélica Liddell, Juan Mayorga, Nuria Espert, Francisco Nieva, Carmen Machi, Miguel del Arco, Carlos Hipólito, Concha Velasco y Aitana Sánchez-Gijón.

Como viene siendo habitual año tras año, el evento reunió a numerosas personalidades del mundo de la cultura, la política y la empresa, destacando por supuesto grandes nombres del teatro como Nuria Espert, Paloma Pedrero, Miguel del Arco o Borja Ortiz de Gondra. En el apartado político se sumó a la presencia del Ministro de Cultura Íñigo Méndez de Vigo, la de la alcaldesa de la capital Manuela Carmena, que ha asumido recientemente las funciones de cultura del consistorio madrileño. La nómina de letras estuvo cubierta por escritores como Fernando Aramburu y filósofos como Javier Gomá, mientras que la exdirectora del Museo Reina Sofía María de Corral hizo lo propio con el arte. También estaba presente el director del diario El Mundo, Pedro García Cuartango, la directora de El Cultural, Blanca Berasátegui y el presidente de El Cultural Luis María Anson.

Presidido por el jurista y dramaturgo Antonio Garrigues Walker, el jurado de esta edición del Premio Valle-Inclán ha estado formado por el académico de la RAE y presidente de El Cultural, Luis María Anson; el director de Relaciones Corporativas de la Fundación Coca-Cola, Juan José Litrán; el redactor jefe de Cultura de El Mundo, Manuel Llorente; el subdirector de programación cultural de la Comunidad de Madrid, Ruperto Merino; el abogado y periodista José María García Luján; la periodista de RNE, Paloma Zuriaga; los productores de teatro Mariano Torralba y Robert Muro; la periodista colaboradora de El Cultural y editora, Liz Perales; el crítico y poeta Jaime Siles y el profesor Eduardo Pérez Rasilla y el crítico Javier Villán.


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Literatura / A los 75 años de la muerte de Miguel Hernández

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Hernández murió a los 31 años, tras una terrible agonía. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 28 de marzo de 2017. (RanchoNEWS).- El autor de El rayo que no cesa se comprometió con su tiempo, combatió junto a los republicanos en la Guerra Civil Española y pasó por diversos centros de reclusión franquistas hasta morir en uno de ellos. Silvina Friera escribe para Página/12.

La poesía es respirar por la herida. Los grandes ojos azules permanecen abiertos. Ya no parpadean más, desde las 5.30 de la madrugada del 28 de marzo de 1942, en la enfermería del reformatorio de Adultos de Alicante, adonde lo recluyó la siniestra dictadura de Francisco Franco. Miguel Hernández murió a los 31 años, con los ojos abiertos, tras una terrible agonía a causa de una tuberculosis, hace 75 años. La noticia –entonces– corrió como reguero de pólvora por la cárcel. Llevado a hombros de compañeros y con el resto formando en el patio de la prisión, a los sones de una marcha fúnebre interpretada por músicos presos, el austero ataúd de pino con los restos mortales del autor de El rayo que no cesa, Viento de pueblo y Cancionero y romancero de ausencias, entre otros, fue conducido hasta el cementerio. «Que mi voz suba a los montes/ y baje a la tierra y truene,/ eso pide mi garganta/ desde ahora y desde siempre», cantaba el poeta en «Sentado sobre los muertos», poema en el que declara su compromiso irrevocable a favor del pueblo, a quien desea defender «con la sangre y con la boca».

La cuestión de los ojos abiertos no es un arrebato lírico ni un exceso de la imaginación con el que se intenta revestir de una épica el momento de la muerte. En el parte que redactó el oficial de enfermería Francisco Núñez aclaraba que «el haber salido el cadáver con los ojos abiertos ha sido debido a no poder cerrárselos por medios naturales, según me manifiesta el médico auxiliar recluso». El jefe de servicio, en un nuevo parte, esta vez dirigido al director del centro penintenciario, explicaba que el médico auxiliar Angel Payá le relató que los enfermeros probaron cerrarle los ojos y que incluso «él mismo intentó más tarde hacerlo, no habiéndolo conseguido por tratarse de un enfermo que tenía el hábito de dormir con los ojos abiertos». Hernández padecía una exoftalmia provocada por un problema de tiroides que le impedía cerrar los ojos incluso cuando estaba dormido. Hay un célebre retrato del poeta con los ojos bien abiertos realizado en la cárcel de Alicante por el dramaturgo Antonio Buero Vallejo (1916-2000), que fue su compañero de celda.

«Yo, animal familiar, con esta sangre obrera», se definía Hernández en el poema «El hambre», inscribiendo su pertenencia a una clase social humilde y trabajadora. Aunque su familia no vivía en la pobreza extrema, desde niño tuvo que ayudar a su padre en las tareas de pastoreo en Orihuela, la ciudad donde había nacido el 30 de octubre de 1910. «He tenido una experiencia del campo y sus trabajos penosa, dura, como la necesita cada hombre, cuidando cabras y cortando a golpe de hacha olmos y chopos; me he defendido del hambre, de los amos, de las lluvias y de estos veranos levantinos inhumanos de ardientes. La poesía es en mí una necesidad y escribo porque no encuentro remedio para no escribir –planteaba el poeta en La poesía como arma–. La sentí, como sentí mi condición de hombre, y como hombre la conllevo, procurando a cada paso dignificarme a través de sus martillerazos. Me he metido con toda ella dentro de esta tremenda España popular, de la que no sé si he salido nunca. En la guerra la esgrimo como un arma, y en la paz será un arma también aunque reposada. Vivo para exaltar los valores puros del pueblo, y a su lado estoy tan dispuesto a vivir como a morir».

Educado en el colegio Santo Domingo, regenteado por jesuitas, su originaria fe cristiana se convierte en compromiso a favor de una sociedad más justa cuando en la década del 30 se instaló en Madrid y se vinculó con Pablo Neruda –entonces cónsul de Chile en Madrid–, Rafael Alberti y Luis Cernuda, entre otros. El clima anticlerical de la intelectualidad madrileña y la influencia de Neruda preludian el eclipse de su fe religiosa. No sólo se afilió al Partido Comunista, sino que se incorporó al 5° Regimiento en septiembre de 1936 para combatir junto a los republicanos durante la Guerra Civil Española. «Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,/envuelto en un clamor de victoria y guitarras/ y dejaré a tu puerta mi vida de soldado/ sin colmillos ni garras», expresa en el poema «Canción del esposo soldado». Cuando terminó la guerra, el poeta intentó escapar a Portugal. Pero la «peste» de las dictaduras lo perseguía con una saña que estremece. La policía de la dictadura de Salazar lo entregó a la Guardia Civil. Estuvo preso en Huelva, Sevilla y Madrid. Gracias a las persistentes gestiones de Neruda, Hernández fue liberado en septiembre de 1939. Pero el sistema de terror y delaciones logró que fuera nuevamente detenido. El 18 de enero de 1940 el Consejo de Guerra Permanente número 5 lo condenó a la pena de muerte por el delito de «adhesión a la rebelión». La sentencia argumenta que publicó numerosas poesías, crónicas y folletos «de propaganda revolucionaria y de excitación contra las personas de orden y contra el Movimiento Nacional haciéndose pasar por el poeta de la revolución». Por la intercesión de José María de Cossío y otros amigos la pena fue conmutada a treinta años de cárcel.

En los poemas del período bélico despliega una mayor conciencia de clase. Por ejemplo en «Jornaleros», «Aceituneros», «El sudor» o «Las manos»: «Las laboriosas manos de los trabajadores/caerán sobre vosotras con dientes y cuchillas. Y las verán cortadas tantos explotadores/ en sus mismas rodillas». La voz de Hernández truena, para siempre, ante el llanto de millones de niños jornaleros, por cada niño hambriento que devora un mendrugo, «contra tantas barrigas satisfechas» y «el silencio torvo del mundo».


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