domingo, marzo 12, 2017

Literatura / Entrevista a David Foenkinos

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Tras el éxito de Charlotte, el escritor cambia de registro en La biblioteca de los libros rechazados (Alfaguara), una intriga literaria que llevará al lector desde el círculo editorial parisino hasta la Bretaña profunda, en busca del autor de un misterioso manuscrito que encierra más de una sorpresa. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 9 de marzo de 2017. (RanchoNEWS).- Cansado tras terminar hace unos días el rodaje de Jalouse, la segunda película que dirige junto a su hermano Stéphane, que llegará a las salas francesas en enero de 2018, David Foenkinos (París, 1974) presenta en Madrid La biblioteca de los libros rechazados (Alfaguara), una novela policiaca sobre literatura que se desarrolla en dos ejes argumentales: la existencia de una biblioteca que acoge originales rechazados por las editoriales y el misterio de uno de estos textos, descubierto por una joven editora parisina, que se convierte, tras una elaborada campaña de marketing, en un auténtico fenómeno literario. Las últimas horas de una historia de amor, es la novela escrita por un tal Henri Pick, un pizzero fallecido dos años atrás a quien nadie vio leer jamás un solo libro. ¿Tenía el autor una vida secreta? Rodeado de un gran misterio, el libro triunfa en las librerías, provoca efectos sorprendentes en el mundo editorial y cambia el destino de muchas personas, especialmente el de Jean-Michel Rouche, un periodista obstinado que duda de la versión oficial de los hechos. ¿Y si esta publicación no es más que un cuidado plan de marketing? Andrés Seoane lo entrevista para El Cultural.

Tras el gran éxito que supuso Charlotte, por la que recibió el Premio Renaudot y el Premio Goncourt, Foenkinos cambia totalmente de registro en esta novela con grandes dosis de humor y misterio en la que, alternado en justas dosis el homenaje al mundo literario con la crítica a su funcionamiento mercantilizado, Foenkinos reflexiona sobre nuestra sociedad, tan ligada a las apariencias y a la visibilidad mediática, y sobre nuestra necesidad de creer en los milagros, incluso en la literatura

Se habla mucho de su capacidad de reinventarse, de su eclecticismo literario, ¿cómo fue el salto de Charlotte a esta nueva novela?

Ha sido el libro más importante de mi vida, trabajado durante diez años, por lo que fue difícil volver a arrancar. Terminarlo me vació, y pensé que iba a ser mi último libro. Durante un año no escribí nada, pero de pronto, y esto es lo extraño de la vida del escritor, tuve una idea y todo volvió a empezar. Es verdad que tenía ganas de un libro ligero y divertido, había soñado crear una trama que descansara en un misterio, así que este es una novela policiaca literaria.

En España el título del libro da mucho protagonismo a la biblioteca, que en el fondo es el eje de la trama, un personaje más.

El editor español eligió el título que era el original, el mío, que en Francia se cambió a El misterio Henri Pick. Es el título perfecto porque el corazón de la novela es esta biblioteca que además existe en un pequeño pueblo estadounidense del Estado de Washington. He inventado la versión francesa, que tras el éxito del libro en Francia se ha hecho realidad, pues el verano pasado la gente viajaba a la biblioteca de Crozon para dejar sus manuscritos, por lo que la bibliotecaria me odia. Aunque recibí la medalla del pueblo. Es muy bonito que gracias al libro naciera esta biblioteca de libros rechazados real.

La trama de la novela gira en torno a la aparición de un escritor misterioso, ¿hasta qué punto importa la identidad del autor de un libro? Precisamente acaba de publicarse en España Una librería en Berlín, de Françoise Frenkel, en cuyo prólogo Patrick Modiano reflexiona sobre la importancia que concedemos a la vida del autor, demasiada a su juicio.

Creo que el autor es muy importante. Los grandes escritores también son personajes. El propio Modiano, en Francia ni siquiera puede terminar una frase debido a su fama, igual que otros como Michel Houellebecq o Françoise Sagan. Creo que sí hace falta tener una personalidad fuerte. Pero no por tener esa personalidad puede uno escribir un buen libro. Además, cuando a uno le gusta un autor tiene uno ganas de acercarse a él. La literatura es algo tan íntimo que creo que los lectores siempre tienen la impresión de reconocerse en las novelas y la intención de conocer al autor, aunque realmente no se conoce nunca a los autores.

Su novela recorre todos los ámbitos del mundo del libro, la edición, la crítica, la escritura… ¿es una especie de homenaje a todo el mundillo literario?

Sí, pretendo rendir homenaje a todo lo que la literatura me ha dado. El libro habla de todo los que aman los libros, bibliotecarios, libreros, lectores, escritores... Tenía ganas de hablar de todo el mundo literario, un mundo frágil, en peligro, y es magnífico poder rendir homenaje a todos los que luchan porque la literatura permanezca. Es muy triste ver como la gente cada vez se ve menos atraída por los libros.

En este sentido se detecta un punto de nostalgia, porque parece casi imposible editar del modo en que plantea, cruzando medio país, e incluso imposible el que exista una biblioteca como esa habiendo internet. 

Yo creo sin embargo que es muy contemporáneo, porque vivimos en una sociedad en la que todo el mundo busca la luz, los focos, todo el tiempo, y creo que hay una contracorriente a esta búsqueda. Esto es así porque estamos viviendo en una modernidad, con internet, con la inmediatez de todo, en la que necesitamos la sombra, el secreto, una biblioteca misteriosa. No es nostalgia, sino un retorno a la realidad física. 

A pesar de todo, también subyace un tono crítico al plantear cómo se fabrica un best-seller, el triunfo de la forma sobre el fondo.

Si, es cierto, pero no creo que eso esa forzosamente contemporáneo, creo que existe desde siempre, porque nos gustan las historias de las historias. Por ejemplo, La conjura de los necios, se conviertió en un best-seller a raíz del suicidio de su autor, y hay decenas de ejemplos más. En Francia podría citar muchísimos, como Raymond Radiguet, un escritor de 17 años que fue un éxito a comeinzos de los 20 por su edad. O Françoise Sagan, de quien todos los periódicos hablaban de su vida y de su manera de amar a hombres y mujeres. Finalmente, todo está acompañado de marketing y la idea de que el editor utiliza todos los medios a su alcance para que se hable del libro existe desde siempre. Pero creo que además de todo el libro tiene que ser bueno, no se puede fabricar un best-seller con un libro muy malo. Si Las últimas horas de una historia de amor se convierte en un éxito es porque es un buen libro.

¿Por qué decidió utilizar personajes reales del mundo de las letras francesas?

Porque quería que todo sucediera en un universo real, no creo que hubiera sido interesante sino, así que cito a periodistas y editoriales francesas, e incluso a escritores franceses. Es divertido porque la gente ha visto una especie de crítica cuando no es así. En un momento dado todo el mundo quiere saber quién es Henri Pick realmente, y en el libro escribo que Frédéric Beigbeder dice «Henri Pick soy yo», algo que podría haber hecho en esta situación. Después me escribió y me dijo «gracias por hacerme quedar como un idiota en tu libro».

Por boca de su personaje escritor concede mucha importancia al hecho de publicar. Usted comenzó a publicar en 2002, pero el éxito le llegó en 2009, ¿qué hay de Foenkinos en todas esas reflexiones en torno al hecho de publicar, a cómo y cuándo alcanza un libro el éxito?

No es una visión autobiográfica, porque este joven escritor sin éxito tiene muchas cosas de las que se lamenta, algo que no es mi caso. Yo no he tenido ninguna tristeza por no haber tenido éxito nunca, porque entonces pensaba que el éxito no existía. Después me sorprendió el tenerlo, claro. Pienso que no podemos escribir con esta idea del éxito. Sin embargo sí que he visto a mi alrededor escritores desesperados. Muchas veces creo que hay más sufrimiento en ser publicado y disolverse en la nada, en el desinterés general por la publicación, que es el caso de casi todos los libros. Es más violento eso que ser rechazado.

De ahí nace también la idea presente en la novela de que un libro rechazado puede depositarse en la librería antes incluso de intentar publicarlo.

Sí, de hecho mi inspiración principal fue la fotografía de Vivian Maier, porque creo que se puede tener una vida artística interior sin intentar compartirla, mostrarla. La creación es la expresión de una intimidad, y por tanto creo que podemos tener ganas de crear sin intentar buscar los focos, ni siquiera un lector. Vivian Maier vivió profundamente su faceta de artista, conservó y trabajó mucho sus fotos pero nunca las enseñó a nadie.

Pero en estos ejemplos sí existe un sentido de la conservación, una búsqueda de la perdurabilidad de la obra en lugar de una creación efímera.

Es una buena observación porque se establece una paradoja entre la necesidad de intimidad y el hecho de conservar, de decir tal vez alguien algún día pueda descubrir esta obra. Por eso me encanta esta idea de la biblioteca de los libros rechazados, porque está a medio camino entre la sombra y la luz, no buscan ser leídos pero depositan ahí los libros donde tal vez alguien los lea. Hay muchas cosas en la vida que son así, que están entre los dos ámbitos.

Sin desvelar el impactante final, en este misterio hay realmente una sola verdad pero cada personaje se queda con la historia que le conviene, ¿es un poco como en la vida, que cada uno construye su verdad?

Exactamente. Nunca podemos dar crédito a la primera impresión. Para mí es divertido escribir un libro en el que hasta el final nunca sabes qué es cierto y qué no lo es. Todas las verdades son plausibles, pueden ser reales, y cada uno elige la suya. En la vida, si tres personas viven la misma situación, cada una va a contar una historia diferente, y todas son verdad.


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