domingo, mayo 21, 2017

Literatura / México: Entrevista a Bernardo Esquinca

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Bernardo Esquinca
Ya no hay que fingir, vivimos en una sociedad morbosa. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 21 de mayo de 2017. (RanchoNEWS).-Los lectores de la nota roja, como lo decía Ernesto Sábato, encuentran una realidad que está ausente en el discurso de los políticos y ese es el argumento utilizado por Bernardo Esquinca en su novela La octava plaga, donde narra cómo el reportero Casasola deja de cubrir eventos de cultura para escribir sobre asesinatos y demás crímenes que suceden en la Ciudad de México. La entrevista para Crónica es de Reyna Paz Avendaño

«La nota roja es un género un tanto proscrito, venido a menos, sin tanto prestigio; sin embargo, lo considero un género con un gran valor en cuanto a testimonio social, porque ahí están expuestas las cuestiones más violentas de la sociedad, sin tapujos. Eso nos permite tener algunas pistas para entender por qué los seres humanos se comportan como se comportan. Esta novela no sólo es un homenaje a la nota roja, también trato de reivindicar su valor de testimonio social», comentó en entrevista el autor.

La trama de la obra publicada por Almadía, sucede cuando Casasola indaga en la identidad de la asesina de los moteles, quien como su apodo lo indica, es una mujer que mata a hombres mientras tienen sexo con ella en una habitación de algún hotel, pero para la mala de suerte de Casasola, una de las víctimas era su colega: Verduzco, quien lo estaba instruyendo para aprender a reportear la nota roja.

Al quedarse sin un guía en su nuevo trabajo, Esquinca crea a El Griego, un fotógrafo retirado, pero considerado el más importante reportero en el género de nota roja y que en palabras del autor, es un personaje que rinde homenaje al fotógrafo mexicano Enrique Metinides.

«El Griego está inspirado en un 99.9 por ciento en Metinides, a quien tuve el gusto de conocer por ahí del 2007, es un fotógrafo muy importante en la nota roja y en la historia de la prensa mexicana de mediados del siglo XX. Es un fotógrafo que supo tener una mirada muy distinta y más humana e involuntariamente artística al fenómeno del crimen. Hoy es alguien considerando artista, entonces quería rendirle un homenaje y dejarlo como personaje de ficción».

Casasola siempre habla de los mirones que llegan a ver los accidentes, en ese sentido, ¿Esquinca se considera un mirón?

Todos somos mirones. Yo lo soy y sí creo que todo ser humano por cuestión de naturaleza tiene una parte morbosa, tiene la ambivalencia de la atracción y repulsión por lo macabro. Hay medios muy directos por los cuales los interesados en este tema pueden saciar este morbo, como lo es la prensa amarillista.

«Pero creo que hay unos medios en donde la cuestión de la violencia va mucho más allá de los periódicos de nota roja, si vemos un programa de televisión, la mayoría de las noticias son de nota roja, escalofriantes y morbosas, entonces el tema de los crímenes se ha desbordado en un sentido avasallante. No debemos fingir más porque vivimos en una sociedad morbosa, por eso los medios de comunicación lo explotan al máximo porque se están dando cuenta que eso vende. Es parte de nuestra naturaleza, no hay que asustarnos, hay que aceptarla», dijo.

Bichos y miedos 

En la novela La octava plaga, los crímenes de la mujer asesina están ligados a una venganza de los insectos, quienes han desarrollado una forma de mimetizarse con los humanos y apropiarse de sus pensamientos, pero ¿por qué Esquinca retoma a los insectos?

El autor responde que fue una manera de afrontar su fobia a los bichos. «Soy muy miedoso, una de las cosas que mayor repulsión me causan son los insectos, sobre todo los venenosos, como una persona obsesiva me clavo y escribo sobre eso, entonces me parecía interesante jugar con la metáfora en donde hay una guerra entre humanos e insectos por la supervivencia de las especies».

En la novela mencionas a través de Casasola que la ciudad está construida sobre miedos….

Las grandes urbes como la Ciudad de México sí despiertan bastantes paranoias y temores en sus habitantes, estamos en un constante estrés debido al estilo de vida propia de las grandes urbes. Entonces, sí relaciono mi miedo por la ciudad cuando dejo de hacer cosas o cuando me propongo hacer algo para no quedar paralizado, porque el miedo es la emoción humana más antigua, que nos pone en alerta o nos puede paralizar, así vivimos los citadinos.

Esquinca señaló que lo ideal es que los miedos no dominen la mente de las personas, como sí sucede en la novela, en donde los insectos manejan la mente de los personajes y gracias a ello, logran mimetizarse con los humanos.

También maneja otro tipo de mimetismo: el de las parejas, cuando uno ha adoptado hábitos y costumbres del otro.

Sí, es otro tema de la novela que lo abordo con el trauma que tiene Casasola por su separación, él se divorció y carga con ese duelo porque su mujer, Olga, trabaja en el mismo periódico. Me interesaba para dar profundidad al personaje, que apareciera ese dolor por Olga.

Por último, Bernardo Esquinca comentó que al hablar de asesinos, no trató de delimitar personajes fríos, calculadores o bestias disfrazadas con piel de hombre, «en mucha ocasiones son hombres comunes que enfrentan una presión extrema y en el momento equivocado, todo se desata. Muchos de los asesinos que aparecen en las páginas amarillistas de los diarios, son hombres comunes y a veces son reflejo de sus pasiones desatadas e incontrolables».


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