miércoles, julio 19, 2017

Caricatura / Entrevista a José Palomo

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Elizabeth Velázquez
El humor, dice el dibujante chileno en entrevista, «quizás sea una herramienta o artilugio que busca el entendimiento». (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 16 de julio de 2017. (RanchoNEWS).- «Lo más cercano al humor es la poesía», dice el humorista gráfico y dibujante editorial José Palomo Fuentes (Santiago de Chile, 1943), quien a partir de mañana lunes colaborará en las páginas de Excélsior con su inobjetable humor, cuyo estilo de pocos trazos, fácil lectura y una dosis exacta de sátira y comedia aportará un dibujo sutil y agudo como el sonido de un moscardón en vuelo. Una entrevista de Juan Carlos Talavera para Excélsior.

Sus amigos lo llaman Pepe Palomo, es reconocido por su célebre tira de El Cuarto Reich y el cuento infantil Matías y el pastel de fresas, considerados como dos joyas del humor universal que dibujó este caricaturista que suma 54 años de intenso trabajo.

Desde hace varias décadas forma parte del canon que incluye a humoristas como Joaquín Salvador Lavado Quino y Ziraldo Alves Pinto —con quienes colaboró—, y de Guillermo Mordillo y Sergio Aragonés. Su mirada es distraída y en ocasiones recuerda su llegada a México como exiliado político tras el golpe militar de 1973.

A pesar de todo, nunca se ufana de ser un sobreviviente de la dictadura ni sobrevalora el peso de los recuerdos que lo llevan a releer al poeta Pablo Neruda o reescuchar al cantautor Víctor Jara.

«Desde que me conozco, como dicen en Argentina, leo poesía, y cada tanto hago el ejercicio de graficar metáforas; es sorprendente lo que puede surgir de ese ejercicio. Aunque para aprender a relacionar, mezclar, cambiar e imaginar… nada mejor que leer y mucho».

¿Coincidiría en que la poesía y la caricatura son rutas para escapar de la barbarie y de la monotonía?

¡Absolutamente! Por eso cuando veo fotos de milicos chilenos quemando libros, pienso que esos pobres infelices no imaginaron nunca qué hubiese ocurrido si, en vez de quemarlos, los hubiesen leído. Cada tanto dibujo a mi terrorista favorito, una sombra que, furtivamente, lanza a un cuartel un ejemplar del Quijote o La isla del tesoro.

¿Qué tanto ha cambiado el humor en los últimos 40 años?

Henrique de Souza Filho Henfil, uno de los más alucinantes humoristas gráficos brasileños, decía que el humor es como el vino. Y así como las vides y sarmientos, combinados con el clima, la luz solar y el agua, dan desde un clarete a un vino grueso rojo y denso, de la misma manera cada sociedad elabora el humor con el que procesa su experiencia de vida social. Claro que hay matices diferentes a una experiencia común, que es el humor universal, y donde hay ejemplos como Chaplin, Chespirito, Condorito, Mafalda y un largo etcétera que impactan la sensibilidad de las grandes comunidades.

¿Dónde encuentra inspiración?

Ayuda el aprender a mirar, a descifrar, a distinguir lo aparente de lo real, ver lo invisible, y el estar informado con las mejores fuentes posibles, y a relacionar de la forma más arbitraria y creativa posible.

Saul Steinberg, uno de los maestros de mi generación, decía que «dibujar es reflexionar» y habría que agregar: rayar, bocetear, simplificar, cargar, subrayar, etcétera. Sacar a pasear el punto y convertirlo en línea, como sostenía Paul Klee, puede llevarnos a que esa línea nos entregue una imagen que contenga y comunique una idea, la cual podría provocar una sinapsis que culmine en una sonrisa en el lector. Ahí entonces tenemos una misión cumplida, diría un militar. Para mí, dibujar nunca ha sido un trabajo, así que he hecho lo que me gusta: dibujar. O sea que no he trabajado nunca en mi vida.

¿Por qué el humor gráfico es un acompañante imprescindible de nuestro tiempo?

Porque un buen cartón, de humor inobjetable, en pocos trazos, de fácil lectura nos entrega información, opinión, sentido crítico y algo de sátira y comedia. Es un medio de lectura inteligente.

¿Qué opina del humor mexicano?

¡Es tremendo! Una ocasión tuve la suerte de asistir, por obra y gracia de una puntual chiripada, a una reunión en el teatro Jorge Negrete donde se juntaron muchos personajes dedicados al humor. Creo que ha sido la única reunión ecuménica de los trabajadores del humor hasta el día de hoy. Allí estuvieron todos, o casi, desde Adalberto Martínez Resortes, hasta la comunidad del Chavo del Ocho, Ausencio Cruz y su carnal Víctor Trujillo, el Loco Valdés, y ora sí que un largo etcétera.

Exilio y destino

A principios de septiembre de 1973, José Palomo salió de casa y se fue al trabajo, de regreso visitó a sus padres y más tarde uno de sus vecinos, un exiliado brasileño, lo llamó por teléfono para contarle que afuera de su casa la policía había puesto una trampa para detenerlo.

Durante los siguientes días buscó un refugio, hasta que llegó a casa de una amiga y encontró a un grupo de ingenieros agrónomos mexicanos, quienes viajaron a Chile para trabajar con Salvador Allende.

«Ellos me aconsejaron ir a la embajada de México en Chile y ahí quedarme hasta que amainara la tormenta. Pero, al llegar, el embajador me dijo que no podría salir de ahí porque sería detenido y llevado al Estadio Nacional de Santiago, como sucedió con mucha gente de la que nunca más se supo», recuerda.

Llegó el 11 de septiembre y el caricaturista recordaba su cita con Víctor Jara, con quien celebraría la aparición de su disco Canto por travesura, ilustrado por Palomo. Sin embargo, no pudo salir de la embajada y más tarde supo que no sólo habían rodeado y baleado la Universidad Técnica del Estado, sino que habían detenido a Jara, para luego torturarlo y asesinarlo en el Estadio Nacional de Santiago.

«Pero ahí está el detalle de mi primer encuentro con Excélsior», cuenta Palomo, «cuando, poco antes de salir en uno de los vuelos que nos trajeron a México, encontré en la oficina del consulado mexicano un ejemplar de Excélsior, el cual me puse a leer rodeado de una multitud. Semanas después salí en uno de los vuelos que hizo la embajada a México y aquí estamos, cerrando un círculo con este periódico que vi aquel día».

¿Cómo influyó el exilio en su trazo, en el contenido de su caricatura?

Mis abuelos paternos llegaron, muy jovencitos, empujados por el hambre producida por los coletazos de la Primera Guerra Mundial, desde España. Crecí entre transterrados que llegaron de la Europa que quedó demolida por la Segunda Guerra Mundial, con sus largos impermeables negros, alemanes, yugoslavos, checos, rusos, franceses... Después llegó el exilio producto de las dictaduras militares que el Pentágono y la Casa Blanca instalaron en América del Sur. Y oí atentamente a todos mis amigos sobre sus experiencias. Digamos que el exilio me encontró instruido sobre el tema, una experiencia que no le deseo ni a mi peor enemigo.

¿Qué le diría hoy a Augusto Pinochet?

PinoSHIT fue un alumno distinguido de La Escuela de las Américas, que realizó con obediencia debida las ordenes de sus superiores Kissinger, Nixon y el general Vernon Walters, destruyendo la república y a su hija, la democracia. Impuso una constitución que anula el Estado y deja el erario en manos de los parientes, como su yerno Ponce Leroux, emprendedores incondicionales al modelo, creando nuevas fortunas que son las que gobiernan la nación. Hoy Chile ve cómo la oficialía de las fuerzas armadas y la policía uniformada saquean dinero del erario, confirmando que «la transición a la cleptocracia ha sido todo un éxito», transición que ha sido sellada con la ofrenda del Pentágono de Fort Aguayo, en el balneario de Concón, donde se instruye a militares nacionales y extranjeros a «combatir al enemigo interno» sin ir a Fort Bragg, Fort Benning, o la Escuela de Las Américas.

¿Qué recuerdos le dejó El Cuarto Reich?

Recuerdos no, pero sí una realidad contante y sonante, con ese modelo de capitalismo salvaje que exalta el individualismo, que mata al prójimo, que saca la codicia del baúl de los pecados capitales y la pone en el escaparate de las virtudes de rentabilidad celestial, que replica las vigas maestras de El Cuarto Reich, urbi et orbi, en la economía globalizada.

El gran Gore Vidal, el más importante intelectual disidente en Estados Unidos terminó una de sus últimas entrevistas anunciando cuál era la meta del gobierno de Baby Bush, un adelanto de Donald Trump, pero con varios jaiboles entre pecho y espalda: «instalar el Cuarto Reich en todo el planeta».

¿Por qué es una tira más que vigente?

Viajeros que recorren el continente me aseguran que las condiciones que produjeron El Cuarto Reich siguen más que vigentes. Los cinturones de arquitectura autodidacta y espontánea brotan como callampas (setas) en las comunidades ninguneadas y marginalizadas del modelo libremercantil. Así que sigo anotando en mis libretas guiones de la tira, pensando en un soporte que la acerque al lector.

¿En qué piensa cuando el espacio no le alcanza para decir todo lo que quiere?

El trabajo del humor es como el del escultor: el arte está en saber quitar lo que sobra para dejar visible lo esencial.

¿Cómo ha conseguido crear tantos personajes?

Tiro muchas rayas y lleno muchas libretas, cajas con libretas que cada tanto reviso y, sin ánimo de buscar y sí de encontrar, encuentro. En una esquina de una página encuentro una idea que se quedó sin remate, a medio cocer, le agrego la solución que me da la relectura, a veces hasta con años de distancia… y ya está.

¿Le gusta el mundo en que vive?

Lo censurable son las dificultades que impiden a los habitantes de América Latina desarrollar sus talentos y vida en plenitud. ¿Cuántos genios, en todos los campos, perdemos todos los días?

Para terminar la entrevista, Palomo habla de uno de los proyectos que le han traído mayores satisfacciones: el programa Primaria Intensiva para Adultos (PRIAD), el cual «buscaba motivar a miles de adultos que por distintas circunstancias debieron abandonar la escuela y no completaron su educación primaria», utilizando el humor.

Para ello el gobierno mexicano integró un selecto grupo de profesores y pedagogos de alta calificación de México, y del resto del continente, con quienes elaboraron ocho libros de 200 o 300 páginas con una o dos ilustraciones por página.

«En los 60 el humor era un arma para combatir, pero la vida me enseñó que el humor es lo más ajeno a la carrera armamentista, más bien el humor desarma, crea explosiones de empatía e invita a reír colectivamente. Ergo, quizás sea una herramienta o artilugio que busca el entendimiento y no la confrontación. Así que aquella fue una gran experiencia, pero se terminó cuando llegó Vicente Fox», concluye.


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