martes, enero 23, 2018

Textos / «Nicanor Parra, un antipoeta contra el orden establecido» por Óscar Hahn

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El poeta Nicanor Parra, en su casa de Las Cruces, en Chile, en 2014. (Foto: AFP)

C iudad Juárez, Chihuahua. 23 de enero de 2018. (RanchoNEWS).-El chileno Nicanor Parra ha sido uno de los grandes renovadores de la poesía hispanoamericana del siglo XX. Cuando esta estaba dominada por el magisterio abrumador de Pablo Neruda, se atrevió a proponer un proyecto que era el exacto reverso del canon nerudiano. El mismo Parra lo formuló muy bien cuando dijo: «Los poetas bajaron del Olimpo». Frente a la imagen del vate como ser superior, que se expresa en un tono serio y elevado, Parra instaló la figura del antipoeta, un individuo común y corriente, que habla en el lenguaje de todos los días. Y frente al orden establecido, frente a la solemnidad y a la seriedad, replica con la desacralización, la irreverencia y el humor, a través de la antipoesía. Texto publicado en El País.

Hace ya bastante tiempo, en una de mis visitas a su casa de La Reina, en Santiago, se me ocurrió preguntarle por los poetas hispanoamericanos que le interesaban. Pensé que mencionaría los nombres previsibles: Huidobro, Vallejo, Neruda; pero no. Los elegidos fueron el chileno Carlos Pezoa Véliz, el argentino Evaristo Carriego, el mexicano Ramón López Velarde y los colombianos José Asunción Silva y Luis Carlos López. No el Silva modernista, por cierto, sino el de las Gotas amargas. Me pareció curioso, porque estos poetas eran y son casi desconocidos en Chile. En algunos poemas de Pezoa Véliz encontró la ironía social; en Carriego, la palabra llana y el lugar común como recurso literario; en López Velarde, el uso de un lenguaje conversacional con ritmo de prosa; en el Tuerto López, la burla y el desencanto; en las Gotas amargas, el sarcasmo crítico; y en todos ellos, la narratividad y el humor. Estas características corresponden a la tendencia que durante la segunda década del siglo pasado reaccionó contra el modernismo y que se conoce con el rótulo de posmodernismo. Esos rasgos, qué duda cabe, tienen mucha afinidad con el sistema de preferencias de la antipoesía.



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